Diderot

Hablaremos de Denis Diderot (1713-1784) y la nueva biografía que Andrew S. Curran nos propone.

Dice Daniel Arjona: «Atisbó la selección natural antes que Darwin, el complejo de Edipo antes que Freud y la manipulación genética dos siglos antes de la oveja Dolly. Su crítica artística deslumbró a StendhalBalzacBaudelaire o Zola, quién le atribuyó la fundación del naturalismo. Karl Marx aseguraba que era su autor favorito… Y, sin embargo, gran parte de su obra no fue publicada hasta mucho después de su muerte y el resto quedó diseminado en miles de entradas de una obra colectiva, ‘La Enciclopedia‘ cuya importancia en la historia de Occidente bien puede equipararse a la Biblia. Ateo, demócrata radical, polímata de vastos conocimientos, conversador hipnótico, Denis Diderot se alza como el genio libertino que dirigió la Ilustración desde las sombras. Y por fin cuenta con una biografía a su altura, ‘Diderot y el arte de pensar libremente’ (Ariel), de Andrew S. Curran».

Portada del libro de Andrew S. Curran

Y suscribimos sus palabras, Diderot, sabemos, es un pilar dentro de la Ilustración, sin embargo, del hombre que dio vida a tal movimiento nos falta saber, de cómo parte de su genialidad no fue expuesta hasta años después de que muriera pues su «decisión de no irritar a las autoridades la había tomado a los treinta y seis años, tras haber permanecido durante cuatro meses en la prisión del castillo de Vincennes, en el que había sido encerrado por haber publicado su Carta sobre los ciegos, un texto en el que presentó una defensa abierta del ateísmo. Le quedaba por delante casi media vida, durante la cual su omnívoro apetito intelectual y su disciplinada capacidad de trabajo dieron lugar a una obra inmensa, que en parte se publicó y en parte quedó oculta» (Avilés, 2020).

Tres meses después de ser encarcelado la advertencia era cruda: la próxima vez no serían meses sino décadas. De allí que el director de la orquesta lo terminara por hacer tras bambalinas. Cartas, novelas, ensayos, todo salió a la luz durante el siglo que sobrevino a su muerte.

«Cuando en 1948 un joven profesor logró que los descendientes de Diderot (1713-1784) le dieran acceso al archivo que guardaban en su mansión normanda, se encontró con un tesoro insospechado: una de las tres colecciones de todos sus escritos que el filósofo francés había mandado copiar a mano en los últimos años de su vida. Se cumplió así su deseo de que la posterioridad conociera aquella parte de su obra que él mismo no se había atrevido a publicar en vida». (Avilés, 2020)

Sobre la tarea monumental y que lo llevó a la psoteridad, refiere el mismo Arjona (2020): «en 1772, Diderot concluyó tras una aventura extenuante los 74.000 artículos de la ‘Encyclopédie’ que para entonces era ya el mayor proyecto editorial de la historia. Mil piedras se habían interpuesto en su camino: amenazas, problemas económicos, censura, la persecución de los poderosos jesuitas… También importantes apoyos como la amante de Luis XV, Madame de Pomapdour. Su compañero de fatigas, el insigne matemático d’Alembert había abandonado el barco en 1758. De los más de 150 escritores, naturalista, historiadores, ‘philosophes’, médicos, geógrafos y artistas involucrados en la empresa, sólo él se había mantenido desde el principio hasta el final descuidando a su familia, su salud y tirando por la borda su sueño de labrarse un nombre para la posteridad literaria».

El triunfo del pensamiento ilustrado lo atestiguó un futuro que él vislumbraba (aunque hay que señalar que el siglo XX y sus guerras hubiesen hecho que volviera a morir). El trabajo intenso al que sometió su vida y a sus seres cercanos quedó para la humanidad. Lo que no reveló mientras existía en este mundo, también nos fue concedido en su obra póstuma. La biografía de Andrew S. Curran abona a que además de ello, también conozcamos más sobre el hombre de quien a veces la misma Enciclopedia resguardó tras las sombras.

«Cuando en febrero de 1784, enfermo y solitario tras la muerte de amigos y enemigos como Rousseau, Voltaire o d’Alembert, Diderot sufrió un derrame cerebral, no perdió su legendaria capacidad para hablar. En sus célebres memorias su hija Madame de Vandeul relató que su padre se sumió entonces en «un sobrio y muy racional delirio»: «Habló sobre los epitafios griegos y latinos y me los tradujo, se extendió sobre la tragedia y recordó bellos versos de Horacio y Virgilio que recitó. Estuvo hablando toda la noche». Cinco meses después, el 31 de julio, mientras comía un albaricoque, Diderot murió». (Arjona, 2020)

 

Bibliografía

Arjona, D. (2020). Diderot, el libertino que dirigió la Ilustración desde las sombras, en El Confidencial.

Avilés, J. (2020). Diderot y el arte de pensar libremente, en El Cultural.