World Press Photo celebra su edición número 63 en este 2020 y como cada año, en el mes de febrero es cuando da a conocer las fotografías finalistas. El concurso de fotoperiodismo considerado como el más prestigioso a nivel mundial revela en su selección lo que aqueja al mundo, legitimando un año más imágenes llenas de muerte, guerra, enfrentamientos, impunidad, rabia y protesta desde todos los estratos sociales y rincones del mundo.

Algo que vale la pena mencionar es que se percibe en la selección de finalistas una nula presencia de mujeres fotógrafas y pocas de autores latinoamericanos. Temáticas similares son las que conversan entre las fotografías, colocando al centro ese discurso dominante del fotoperiodismo contemporáneo envuelto en décadas, sin embargo, no podemos negar que es la lógica que impera en el mundo.

Las imágenes no dejan de herir nuestra visión y nuestra mente, ya que dan prueba fidedigna del caos que habitamos, nos recuerda la podredumbre que está encima de nosotros y con la que no paramos de auto destruirnos.

La mirada occidental no busca de-construirse con un concurso como es World Press Photo y tampoco provoca que repensemos el rumbo hacia el que nos encaminamos como sociedad, ya que éstas fotografías solo nos hieren al instante, la sensación de rabia permanece segundos, justo el tiempo mínimo en los que volvemos a hacer click para volver a lo nuestro, a lo particular, muy lejos de cuestionarnos el porqué del cinismo con el que hemos construido nuestra vida perpetuada en la cultura visual.