Cuando nombramos las palabras París y cabaret nos viene a la mente lugares como el Moulin Rouge o el Folies Bergère, pero a fines del siglo XIX, durante la denominada Belle Époque, existieron otros con su toque de singularidad, mezcla de ocultismo, culto a la muerte y esoterismo.

Tres de los más conocidos fueron: Cabaret de L’Enfer, Cabaret du Néant y Cabaret du Ciel.

Cabaret L’Enfer: El Cabaret del Infierno fue sin lugar a dudas el más llamativo de todos los de su estilo, ubicado en el Nº 55 del Boulevard de Clichy en Montmartre, París, destacaba por su característica entrada a modo de “boca del infierno”. Creado a finales del Siglo XIX, estuvo en funcionamiento hasta mediados del Siglo XX, parece ser que no sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial.

Se dice que una vez que se traspasaba la boca a modo de entrada, un hombre vestido de diablo saludaba a los visitantes y exclamaba: “¡Todavía llegan más, cómo van a arder!”. Había un enorme caldero cerca de la entrada y varios músicos tocado la música de Fausto mientras eran fustigados por varios diablos. Las paredes estaban profusamente decoradas con relieves de figuras demoníacas, además de los pasillos surgía una imitación de lava dorada y humo, dando la sensación al visitante de estar dentro del ardiente Infierno.

 

Cabaret du Ciel: Pegado puerta con puerta al Cabaret L’Enfer, este lugar pretendía ser su némesis. Aunque en la época se hablaba de la rivalidad entre los dos locales, lo más seguro es que ambos perteneciesen al mismo dueño o al menos que las dos compañías de espectáculos que los regentaban estuviesen relacionadas de alguna forma. La entrada del local estaba pintada de color azul claro, simulando la ascensión al cielo y dentro se podía escuchar todo tipo de música sacra.

La decoración era en general del mismo estilo: Colores claros, estrellas doradas, santos, nubes e incluso los camareros iban disfrazados de ángeles con túnicas blancas, alas y cabelleras rubias.

Cabaret du Néant: Fundado en 1892 (y traducido como Cabaret de la Nada) por un tal Dorville y ubicado en el Nº 34 del Boulevard de Clichy. Tenía una apariencia más discreta que L’Enfer, sus ventanas estaban tapiadas y las puertas pintadas de negro. Este cabaret estaba distribuido en varias salas por las que se accedía por medio de pasillos estrechos y decorados con escenas oscuras y siniestras. Los nombres de las salas se tomaban por el tipo de atracción que sucedía en ellas.

Nos podíamos encontrar por ejemplo con la Sala de Intoxicación (bar con mesas decoradas a modo de ataúdes, lámparas huesudas, calaveras por todos lados, iluminación por medio de velas y candelabros, etc.), Sala de Desintegración o Cámara de las Almas. Había más salas, todas ellas con nombres que influían terror: Cueva de las Ofensas y de los Espectros, en donde se realizaban una serie de espectáculos siempre enfocados al culto hacia la muerte.

Los camareros de este cabaret iban vestidos de enterradores y atendían a las mesas saludando: “Buenas noches, macchabees (cadáver encontrado en el agua en la jerga francesa de la época). Beban esputo de asmático… y obtengan sus certificados de defunción por sólo dos céntimos”.

 

Fuente:

Caspar, D. (s/f) Cabarets del Cielo y del infierno en París.