Foto: Vagabunda Mx

París, Praga, México, 1968 es una compilación de textos que Carlos Fuentes reunió en 2005, donde habla de tres sucesos ocurridos en el 68, año que se ha convertido en un icono de los movimientos revolucionarios y estudiantiles. La obra es una coedición a cargo de Ediciones Era, la Universidad Autónoma de Sinaloa y El Colegio Nacional.

El emblemático mayo parisino

Fuentes comienza por narrarnos el mayo parisino y su movimiento estudiantil, espontáneo, lleno de consignas en los muros (la más recordada: la imaginación al poder), que obligó al Partido Comunista a unírsele de manera forzosa y a modo de montaje, con tomas de universidades e iniciado en Nanterre, ese conglomerado gris, concentracionario, de bloques de cemento construidos a toda prisa para contener el desbordamiento estudiantil de la Sorbona. Imagen de una sociedad que distribuye lo superfluo a manos llenas pero niega lo necesario.

A medias entre la narración de observador distante y de entrevistador, Fuentes nos cuenta lo que observa en ese mayo parisino, en medio de charlas con amigos, varios de ellos ya reconocidos desde ese entonces, o con estudiantes que responden a sus preguntas con voz crítica y con tal claridad de lo que están viviendo y reclamando que hoy resulta aún más reveladora a la luz del tiempo transcurrido, pues podemos comprobar lo legítimo de esos reclamos, lo que lograron y también aquello que se quedó en meros ideales y pintas de pared.

El camarada de Fuentes, le explica que la revolución ha servido para deslindar a los falsos maestros de los verdaderos enseñantes. Con nosotros están el físico Alfred Kastler, el sociólogo Edgar Morin, el filósofo Paul Ricoeur, el químico Laurent Schwarz… Para ellos, como para nosotros, la Universidad no es el lugar donde se oponen nuestra ignorancia y su saber, sino que ambos representamos dos formas paralelas de querer saber…

La Primavera en Praga

En diciembre de 1968, tres latinoamericanos friolentos descendimos de un tren en la eternidad de Praga. Entre París y Múnich, Cortázar, García Márquez y yo habíamos hablado mucho de literatura policial y consumido cantidades heroicas de cerveza y salchicha, relata Fuentes. Y en esa ciudad, la más hermosa en Europa, según el autor de La región más transparente, los esperaba el escritor checo Milan Kundera, previo a su exilio parisino.

En esta parte del libro, Fuentes se dedica a contarnos el paseo que hicieron él y García Márquez al baño sauna a orillas del río Moldava, con Kundera, en el que hablarán de lo que está ocurriendo en Praga, donde los tanques rusos que entraban a Praga aplastaban comunistas en nombre del comunismo, y que hicieron que el 21 de agosto Checoslovaquia se hundiera en la servidumbre: el poder se ha encargado de robarles la risa a los ciudadanos para obligarlos a reír legalmente.

A la par que nos cuenta su encuentro con Kundera, hace un análisis a la obra del escritor checo, quien, nos dice Fuentes, ha escrito algunas de las grandes novelas de nuestro tiempo, género supuestamente en agonía que, sin embargo, tiene tanta vida que debe ser asesinado.

La novela no está amenazada por el agotamiento -dice Kundera-, sino por el estado ideológico del mundo contemporáneo. Nada hay más opuesto al espíritu de la novela, profundamente ligada al descubrimiento de la relatividad del mundo, que la mentalidad totalitaria, dedicada a la implantación de una verdad única.

Tlatelolco, 1968

Finalmente, toca el turno a Tlatelolco, que en el ya lejano 2 de octubre del 1968 se convirtió en el gran cementerio urbano, los gemidos, los ecos de la muerte… donde no había un rostro igual al otro, ni un cuerpo idéntico a otro, ni posturas uniformes. Cada bala dejaba un florón distinto en el pecho, la cabeza, el muslo del joven asesinado, cada sexo de hombre era un reposo diferente, cada sexo de mujer una herida singular, esa diferencia era el triunfo de los jóvenes sacrificados derrotando a una violencia impune que se sabía absuelta de antemano. La prueba era que, dos semanas más tarde, el presidente Gustavo Díaz Ordaz inauguraría los juegos olímpicos con un vuelo de pichones de la paz y una sonrisa de satisfacción tan amplia en su hocico sangriento.

En esta última parte, Carlos Fuentes refiere la tarde-noche de Tlatelolco desde la mirada de Laura Díaz, quien fotografió a su nieto Santiago desde la Calzada de la Estrella de donde vio la marcha a la Plaza de las Tres Culturas. Ella había estado fotografiando y grabando los sucesos del movimiento estudiantil en los que siempre estuvo presente su nieto, quien era hijo de Dantón Pérez-Díaz, amigo personal de Ordaz, a quien a la muerte de su hijo, tampoco le fue otorgado el derecho de recuperar su cuerpo, pues no hubo excepciones, todos fueron lanzados a la fosa común. El poder no permitiría “quinientos cortejos fúnebres el día 3 de octubre en la Ciudad de México”.

París, Praga, México, 1968 es un compendio breve a la par que interesante por la proximidad temporal en que refiere unos hechos que, al paso del tiempo, se han vuelto tan emblemáticos como llenos de un aura que a veces nos impide acercarnos a su esencia natural. Lo que hace Fuentes es escribir una especie de fotografía de estos sucesos, lo que nos hace posible observar aquello desde ese presente que ahora es pasado, pero que duele tanto como entonces por su recurrente atemporalidad.

 

Si has terminado de leer esta reseña, y te ha interesado el libro, está pendiente de nuestra página de Facebook el próximo lunes 5 de octubre, para saber cómo puedes participar en el sorteo de dos ejemplares, que ha sido posible realizar con el apoyo Ediciones Era.

Fotografía: Vagabunda Mx