Fuente: El Diario.es

¡Qué lejos está Siria, gracias a dios!, qué lejos con su historia perdida y su presente en ruinas, en esa tierra gris, donde están peleados entre ellos por cosas de su religión, tan insensata, tan sin razón de ser o existencia, tan suicida, tan yo no la comprendo.

Sólo doy gracias que ese país esté tan lejos porque ¿te la imaginas cerca? Debe estar lleno de polvo, lamentos y olor a guerra. Cualquier día nos puede tocar un par de camiones cargados de explosivos con esos locos dentro que se hacen explotar.

Algo deben haber hecho muy mal en ese Medio Oriente para que tengan siglos de miseria y enfrentamientos, y como están mal desde hace tanto, ahora llegan por doquier y nos atacan, terroristas por todos lados.

Que ellos peleen entre ellos todo lo que quieran, por algo será, ¡pero nosotros queremos paz! Ya no podemos caminar seguros por nuestras calles, estar en nuestras oficinas trabajando honradamente, subir al metro con tranquilidad o siquiera ir a bailar a algún lugar con nuestros amigos. Qué dolor causa eso, cuánto terror.

Cuando matan a los nuestros debemos unirnos. A través de todas nuestras redes, canales de televisión, oraciones, súplicas, pensamientos, periódicos o simples charlas con nuestros amigos y conocidos, levantar la voz en contra del terrorismo.

Que Siria siga estando muy pero muy lejos ¡por favor! Bueno, incluso, ya aquí entre nos, que no nos oiga nadie que nos veríamos muy mal: ¿serán realmente humanos en Bagdad, Siria, Afganistán y todos esos lugares? ¿Lo serán?

Las palabras expuestas hasta aquí son ficción, lamentablemente un contenido similar está presente en la realidad. Estamos acostumbrados a que se hable de manera políticamente correcta o que mucho de lo que leemos sobre Medio Oriente sea meramente informativo o analice la situación de forma crítica, pero existen muchas formas de pensar y por supuesto no todas son alentadoras.

Los prejuicios son la polilla que agujera la justicia, la igualdad y el cambio.

El texto anterior se escribió hace tiempo, antes del ataque de Estados Unidos hace alrededor una semana, sin embargo, permanecen prejuicios como el que presentamos a modo de un relato ficticio. Sobre los hechos reales del ataque de Estados Unidos a Siria el pasado 14 de abril, referimos aquí parte de un texto de El Espectador:

Donald Trump celebraba hace ocho días el bombardeo sobre tres instalaciones de armas químicas en Siria. «¡Misión cumplida!», aseguraba, luego de recibir un apoyo casi unánime. Demócratas y republicanos respaldaron la decisión de lanzar una lluvia de misiles sobre Damasco y Homs porque el régimen de Bashar al-Asad había bombardeado con gas sarín contra los habitantes de Duma a las afuerasa de Damasco. «Un animal que disfruta matando a su propia gente», había trinado el indignado Trump. 

La información del ataque químico la entregaron miembros de Los Cascos Blancos, una polémica ONG que ha sido acusada por el gobierno sirio de servir al Estado Islámico pero que en Occidente ha sido exaltada por su labor de ayuda a las víctimas de la guerra en Siria.  Estados Unidos, Reino Unido y Francia, dijeron tras lanzar los bombardeos, que habían confirmado la veracidad del ataque que dejó 40 muertos, entre ellos muchos niños.

Hoy nadie se acuerda de esos niños que conmovieron al mundo, indignaron a Trump y provocaron el último ataque sobre Siria. De acuerdo con datos de la Unicef, en los primeros cuatro meses del año, mil niños han muerto en la guerra y más de un millón corren graves riesgos porque la guerra continúa. 

La memoria es selectiva, y en Occidente es estratégicamente selectiva. Mientras no hay bombardeos, tampoco hay trending topic que llene las redes de indignación o reclamo, sólo de manera oscilante o esporádica recordamos lo lejos que Siria

 

Bibliografía

Redacción Internacional, «Hace una semana Trump bombardeó Siria… y así están los sirios hoy», en El espactador, disponible en digital: https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/hace-una-semana-trump-bombardeo-siria-y-asi-estan-los-sirios-hoy-articulo-751253