Allí estábamos, como todos los jueves dos poetas y dos escritores fracasados. Cada quien con su tren de vida y locura. Nos unía el whisky y las ganas de triunfar aunque fuese en ese diminuto departamento. Rodrigo, melindroso hasta el tuétano adoraba la poesía romántica que rayara en una estética cargada de vocablos estructurados, todos ellos enfocados en la eterna musa, la fiel compañera, la amada, la inalcanzable ya fuera por distancia, indiferencia y todos los arrebatos pasionales. Después de tres tragos de rigor nos recitó su creación semanal. Nada nuevo ni eclipsante. Le reconocimos su esfuerzo sirviéndole una cuarta copa. Armando se consideraba un poeta maldito. Lo único malvado era su semblante. Mirada ruda, carácter débil, perezoso en demasía. Jacobo era el más orgulloso y soberbio. Él ya había publicado un par de cuentos en su natal Colima. Si los leyeras tampoco te irías de espaldas con emoción. Buena prosa, nada espectacular. Al menos leías de principio a fin sus obras.
Y yo, ¿quién te escribe? Comencé con el libro vaquero. Sus Ilustraciones son buenas para futuros dibujantes o diseñadores. De allí me adentré a los clásicos, uno que otro contemporáneo y un par de mexicanos para no creerme europeo en esta ciudad cosmopolita. Me considero autodidacta. Como te podrás dar cuenta tampoco encierro algo especial. Las dos columnas anteriores de Escritura en Bragas están para el olvido. Pura paja de entre la hierba de los estilos ya clasificados. No me sorprende que en cualquier día la suspendan por falta de respeto a los paseantes asiduos en la sección de Letras. Si las artes literarias fueran colores pantone, mi estilo no llegaría ni a medio tono.
Pero basta de egoísmo. Después de las opiniones vertidas en torno a nuestras “creaciones” comenzó la ensoñación. Jacobo quería superar a Marcel Proust. Mi obra será de por lo menos ocho tomos. Retrataré esta época con puntualidad. Las generaciones futuras celebrarán mi arte leyéndola una y otra vez. Mínimo 10 idiomas. Que se traduzca con vehemencia. Levantó su copa y le dio un buen trago para estimular aún más su actitud. Los demás bebimos para seguir el paso.
Rodrigo por su parte nos tachó de pesimistas. ¡Si así quieren dedicarse en cuerpo y alma a esto están perdiendo el tiempo! -Vaya que se lo tomaba personal-.  Reímos.  Yo le toqué un poco el hombro a manera de empatía.  No contento con desenmascararnos prosiguió:
¡Trío de arrogantes que se auto compadecen. Parece que lo disfrutan! El poeta maldito le increpó:
¿Y tú crees que por venir a soltar tus cursilerías estás del otro lado? Mírate ¡Ya tienes 37 años y el piso sigue apretando. Abre los ojos y échale una ojeada al mundo. Despierta, espabila!
La cosa se acaloró. Me levanté y fui por más hielo. Jacobo se puso serio.
Regresé como si las mujeres fuesen a llegar en aquella tertulia.
Vamos. Con calma que esto apenas comienza. El estilo es lo de menos, lo que cuenta es la insistencia y encontrar un buen gancho. Miren las estanterías de las librerías, ¿Qué nos ofrecen?
Erotismo barato, existencialismo plástico. Realismo cargado de cotidianidad aburrida. Filosofía de bostezo. ¿Qué me dicen de Ken Follet? ¿Qué tal 50 sombras de Grey? ¡Por favor! Jacobo se encendió, esta vez con distensión! Sí, pero  ya publicaron y venden a montones nene.
Yo asentí. Al menos logré enfriar un poco el ambiente.
Lo único que vale la pena de la escritura cruda de hoy en día es Edward Bunker. ¿Ya leyeron Perro come Perro? cuestionó Armando.
¡Que si no! Es un cabronazo, respondí. Mis ojos brillaron. Me gustaría describir a detalle los hechos que retrató en sus obras el otrora delincuente, guionista y actor de Perros de Reserva. Era el viejo de la Pandilla de Tarantino. Un maldito de los grandes.
¡Bueno, bueno! Otra vez a la carga, escupió Rodrigo: Ustedes y su cliché oscuro. Prefiero la poesía sincera. Para maldito García Lorca. ¡Ése sí fue un peso completo! ¿Benedetti? Un Dios. Antes de soltarse a escribir cuanta tontería les viene a la cabeza deberían primero saber de métrica, ritmo, verso, estrofa… Nada como aquel poema emblemático de Sor Juana:
Al que ingrato me deja, busco amante;
Al que amante me sigue, dejo ingrata;
Constante adoro a quien mi amor maltrata;
Maltrato a quien mi amor busca constante.
Nos quedamos callados por un breve espacio. Sor Juana sin duda entendió la condición humana.
¿Y que dicen de Dostoievski, Hemingway, Gógol, Hamsun, Camus,  el Infierno de Dante? – Pregunté con trago en mano.-
¡Perros rabiosos!- Respondió Armando, secundó Jacobo, ignoró Rodrigo.-
Si algo estaba claro en esa reunión es que nosotros éramos unos gatitos sin rumbo, sin ritmo, sin dedos adoloridos, sin confianza suficiente, sin certeza. ¿Acaso alguien la tiene por completo?  Aullamos hasta las seis de la mañana. Bebimos tres botellas. Nos despedimos con la promesa de encontrarnos nuevamente como cada jueves en espera de una nueva reflexión conjunta. Cuando los abismos se presentan los pensamientos nos protegen