Amrita Sher-Gil fue una pintora que al igual que Frida Kahlo, sentía una pasión similar por plasmar desde los colores las voces y la cultura de sus respectivos países. Uno de los aspectos importantes en los que más coinciden ambas artistas, además de que vivieron en la misma época, sólo que una en México y otra en India; fue la melancolía y la femineidad, presentes en su obra pictórica.

Actualmente las dos son iconos en sus países, demostrando con su arte, estar adelantadas a su tiempo, luchando en un mundo dominado por los hombres. Amrita Sher-Gil nació en Budapest, el 30 de enero de 1913. Su padre, fotógrafo indio y su madre húngara, lo que hizo que desde niña estuviera expuesta a dos culturas distintas que posteriormente influirían en su obra.

El padre de Amrita, al igual que el de Frida, era fotógrafo, por lo tanto, sus primeros acercamientos en su práctica artística fueron con la técnica del autorretrato, aprendiendo un estilo libre que posteriormente desarrolló en su pintura.

Sher-Gil estudió pintura en Europa, regresando a Budapest en 1930, viajó a India del Sur donde comenzó a plasmar escenas de la vida diaria que encontraba a su paso. Otra de las características que relacionan a ambas pintoras, es que en su época era poco común que se autorretraran desnudas, sin embargo, su intención era justamente, plasmar la naturaleza de la mujer. Pintoras apasionadas e insistentes en dejar una firme huella de lo que era la femineidad en esos años donde era difícil poner esos temas en la mesa.

La vida amorosa de Amrita fue turbulenta, tuvo relaciones que marcaron su vida tanto con hombres como con mujeres, aunque finalmente se casó con su primo hermano, un doctor llamado Víctor Egan. Amrita sufrió dos abortos, el último debilitó su cuerpo a tal grado que se hizo susceptible a contraer neumonía, misma que fue causa de su muerte. Tenía tan sólo 28 años cuando falleció, en diciembre de 1941, unos días antes de inaugurar su primera gran exposición individual.