Esta 70 edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid fue mi primera vez en este festival de cine, al que, a pesar de haber visto los títulos de las películas de su programa, especialmente de su Sección Oficial, llegué sin ninguna expectativa, sobre todo después de lo decepcionante que resultó para mí el Festival Internacional de Cine de San Sebastián por las razones que he explicado ampliamente en un texto publicado aquí mismo en la Vagabunda.

Pasando los días empecé a recibir una alegría tras otra gracias a las películas que iban circulando por los proyectores de los teatros habilitados como cines de la bella y nunca bien ponderada ciudad de Valladolid. Así que decidí acercarme a Javier H. Estrada, jefe de programación de la Semanci, para solicitarle una entrevista, cuestión a la cual accedió de la mejor manera.

Javier H. Estrada es licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Antonio de Nebrija (Madrid) y tiene un Master in Arts in History of Film and Visual Media del Birkbeck College, University of London. Es miembro del Consejo de Redacción de la revista Caimán. Cuadernos de cine (antes llamada Cahiers du Cinema. España). Ha publicado artículos en diferentes medios como los diarios El Confidencial y El español, o las revistas El Cultural y Archivos de la Filmoteca y ha participado en numerosos libros.

Es jefe de programación de SEMINCI, Semana Internacional de Cine de Valladolid. Fue co-fundador y jefe de programación de FILMADRID. Festival Internacional de Cine (España), y miembro del comité de selección de DocumentaMadrid. Fue jefe de programación del Festival de Cine Europeo de Sevilla de 2017 a 2022, programador del Festival Internacional de Cortometrajes de Oberhausen de 2020 a 2022, y del Festival Lima Independiente (Perú) de 2013 a 2018.

La entrevista se realizó la última mañana que estuve en Valladolid, un par de días antes de su clausura, mi celular había quedado inservible y tuve que grabar el audio con la computadora, con toda la incomodidad que ello representaba. Aun así me parece que el resultado fue bastante bueno, juzguen ustedes:

La entrevista

¿Cómo es un proceso de programación a grandes rasgos? ¿Cuáles son las directrices generales? ¿Qué líneas se tiran, porque a veces hay temática? Nos podrías hablar un poco de eso. 

JHE: Bueno, en un festival como Seminci, que tiene una identidad muy clara, es un festival que apuesta desde hace 70 años por el cine de autor. Tenemos que encontrar películas que reflejan nuestra búsqueda, son películas que reflexionan sobre grandes temas de nuestro mundo desde perspectivas estéticas novedosas. Vivimos en un mundo muy inundado por imágenes en Internet, esta dependencia del móvil que hablamos [al explicarle por qué tendría que ocupar la computadora para grabar] y ahora mismo necesitamos, yo creo más que nunca, imágenes que nos asombren, imágenes que no hemos visto nunca y esa es una de las claves de la búsqueda de Seminci. Un festival en el que vemos unas 3700 películas al año todo el equipo, para una selección que se queda en las 225 entre largos y cortos. Entonces, el criterio, dentro de que hay una arquitectura de programación bastante compleja con muchas secciones, muchas competiciones y luego el cine del pasado que también es muy importante, se trata de reflejar un arco, un mapa, digamos un termómetro de cuál es el cine de autor en el presente desde nuestra línea que, como digo, apuesta por la audacia, por la originalidad y también mucho por el humanismo.

Foto: Eduardo Aragón Mijangos

Siempre vemos, no solo en Seminci, que las películas hacen un recorrido de festivales. ¿Cómo es la relación con los otros festivales, hay como solidaridad o un poco de competencia o depende de cada festival? 

JHE: Depende del ámbito nacional o internacional. Obviamente, en España, tenemos un privilegio que es que hay un conjunto de festivales muy importantes, pues tenemos uno para cada identidad: a Málaga para el cine español, más industrial; Sitges para el cine fantástico; también San Sebastián para un cine, también, con un corte más industrial, muy fuerte en lo industrial; y Seminci como un festival clave para el cine de autor; y eso, por ejemplo, si comparamos esa situación con países como Francia o Alemania, Inglaterra, no existe. En Francia tienen Cannes y sus demás festivales no tienen una fuerza, una importancia social tampoco, tan importante. En Alemania igual con Berlinale. Entonces en España hay muchos festivales con historia y fuertes y eso pues a veces lleva a cierta “pelea”, entre comillas, por las películas; porque, además, todos pedimos Premier española. Es importante también para la prensa ver algo nuevo siempre. Pero también decir que hay una muy buena relación con los compañeros. Luego, en un ámbito internacional, por supuesto, una muy fluida relación de también recomendarnos películas unos a otros; de observar ciertos festivales que sabes que van a conectar con nuestra mirada del cine. Entonces, yo creo que somos unos afortunados por vivir en esta comunidad de los festivales, que al fin y al cabo creo que todos buscamos lo mismo que es compartir con el público las películas que nos han asombrado. 

Me parece que también estuviste en Sevilla, en comparación digamos, pero no en una comparación de bueno y malo, sino de experiencia, de enriquecimiento y de contenidos de los festivales, qué nos podrías decir al respecto. También para visualizar Seminci en contraste con otras expresiones. 

JHE: Bueno, fueron seis años en Sevilla como jefe de programación y hace seis años el director José Luis Cienfuegos, la coordinadora…, la responsable de invitados, María Lanza… los cuatro vinimos a Seminci. Lo cual fue un reto, porque claro, Seminci es un festival que tiene 70 años, Sevilla tenía 20 años, es un festival más joven; Sevilla es un festival de cine europeo básicamente; y aquí es absolutamente abierto al mundo. Con lo cual, el reto era importante, es un festival de una escala mayor, de una complejidad, y al mismo tiempo de un público muy entregado, que eso, inevitablemente, en Sevilla no existía por una cuestión lógica: cuando tú estás 70 años alimentando una comunidad cinéfila eso late en la ciudad. En Sevilla, obviamente, un festival más joven no existía esa vibración tan intensa… 

Pero lo ha acogido la gente muy bien también ¿no?

JHE: Sí, sí, claro, un festival estupendo. Pero Seminci es otra escala, lo notas hablando con el público con una cultura cinematográfica extraordinaria y eso también nos da una exigencia de tener que seguir avanzando en la historia de este festival y seguir construyendo algo que, como te digo, es el pilar del cine de autor en España. 

Tienen un listón alto ¿no?

JHE: Muy alto y nosotros intentamos poner el listón más alto también.

Esta 70 edición, 70 es un número especial, se dice fácil, pero es difícil. ¿Cuáles son tus mejores satisfacciones que has sentido hasta ahorita y las mayores dificultades que tuvieron para la organización? 

JHE: Como grandes momentos yo diría que es un festival que ha tenido y está teniendo estos días autores de la talla de Bi Gan, de Sergei Loznitsa, de Pietro Marcello, etc. etc. etc. Además de una, creo que, importante presencia del cine español más audaz, lleva a estar realmente muy satisfechos, aunque quedan dos días y hay que ser cautos, pero… a una edición que, por lo que nos comenta el público también, está conectando mucho. Hablan de una edición histórica y es lo que pretendíamos. Creo que la máxima complejidad de este año fue que pensábamos, honestamente, que teníamos que hacer una edición que quedara en la historia de este festival, por lo redonda de la cifra de los 70 años y porque la verdad somos muy exigentes. Por otro lado, el trabajo es fluido, el equipo… tenemos una conexión muy fuerte con el equipo, es un festival en el que es fácil trabajar y que, por lo que decíamos de los 70 años, es un festival muy sólido a nivel estructura eso es importante. 

¿Y en cuanto a las dificultades? Por ejemplo alguien que hubiesen querido traer y que no se pudo… 

JHE: No puedo dar nombre, pero ha pasado, ha pasado y además te voy decir algo importante en esto: Ha habido algunos cineastas que habían confirmado presencia, hasta el punto que teníamos billete comprado, que no han venido y en un par de casos por la situación política en Estados Unidos. Son cineastas que no son estadounidenses, son de otros países, pero viven parcialmente en Estados Unidos y tienen miedo a, por ejemplo, con la Green Card, qué puede pasar, con los visados y es algo que nos preocupa mucho, que en el cine también notamos que los creadores cinematográficos se ven afectados por la política de Trump; y es algo que creo que, dentro de todo, hablamos mucho de los términos más directos de la política de Trump a nivel internacional, pero hasta en un pequeño detalle como que los ciudadanos creadores vayan a festivales y puedan volver a Estados Unidos ellos sienten ese temor y eso está frenando, desde luego, que esos creadores comunican con el público del mundo. 

Pasando a otro tema, en cuanto a la presencia de las grandes productoras y distribuidoras, aquí no lo he sentido tanto, desde luego siempre lo hay porque es parte de la diversidad, pero hay otros lugares donde hay más. Acabo de estar en San Sebastian y vi muchísima… bueno, más de lo que a mí me hubiera gustado presenciar… sobre todo de Netflix. ¿Qué tan fuerte es el “cabildeo”, por llamarlo de alguna forma, que es algo que se tiene que hacer, yo no digo que esté mal, pero qué tan fuerte es el “cabildeo”, la presión que puede hacer una casa productora o una distribuidora para que se incluya su película en el festival?

JHE: Yo creo que en muchos festivales es muy notable, muy notable, pero en Seminci muy poco, al final es un festival que se ha construido mucho sobre una idea de libertad de creación sin la presión de las grandes corporaciones. Aquí yo puedo decir con tranquilidad que no hay ninguna película de Netflix. Quizás no nos interesa. Pensamos además que el espacio de Netflix, ellos han decidido que sea mayoritariamente la televisión en casa o el ordenador. Nosotros queremos mucho la experiencia de la sala, para nosotros es clave, es fundamental. Creo que el cine en casa es ver el 30 % de una película, todo el trabajo de postproducción de… por ejemplo de sonido y de imagen se desmerece en las televisiones de nuestras casas, no podemos percibirlo ¿no? El sonido igual. Entonces, en nuestro caso felizmente vivimos muy ajenos a cualquier tipo de presión, pero también ese ha sido la historia de este festival y creo que hay demasiado cine interesante que está fuera de las grandes corporaciones como para tener que recurrir a él. 

¿Tú cómo visualizas, para no hablar solo de Seminci, los festivales en el mundo en los próximos cinco o 10 años? 

JHE: Creo que cada vez van a ser, ya lo son, por supuesto, más necesarios. Los festivales de cine son espacios de enriquecimiento a un nivel que, como creo que estás viendo en estos días, supera las propias películas. Vamos a una cuestión de compartir con personas que han llegado de todo el mundo, a una ciudad concreta a la que también viene gente, espectadores de muchos lugares a vivir algo que ahora mismo es inusual. Yo he habla con una cineasta francesa hace tres o cuatro días que me decía: Javier, me parece milagroso que en estos días haya tantas miles de personas viniendo a Valladolid solo a ver cine y me decía es que esto me da optimismo de cara al futuro. Entonces, creo que los festivales, lo somos, pero vamos a seguir siendo incluso más necesarios en un mundo cada vez más oscurecido, más brutalizado, más práctico. Creo que todavía quedan muchos y van a haber más seres humanos, sobre todo jóvenes, que ven un espacio como un festival de cine como un lugar de inspiración y de creer que aún se puede crear un mundo que nos enriquezca. 

Foto: Eduardo Aragón Mijangos

Respecto al tiempo de las películas, revisando el programa de Seminci he visto que hay una apuesta, hay por lo menos 3 o 4 películas de dos horas y media a tres horas, y luego hay parte del público, sobre todo de lo que llaman aquí en España el “gran público”, que antes de informarse más sobre cada película, al ver el tiempo de duración como que se asusta. A mí me parece una apuesta interesante la que están haciendo. ¿Qué tan importante debe ser el tiempo tanto para el creativo, es decir, para el director, como para el programador. Es decir, lo tienen que tener en cuenta o no lo tienen que tener en cuenta o en qué medida lo tendrían que tener en cuenta? 

JHE: Al final nosotros somos el reflejo del cine que está sucediendo ¿no? Y lo que encontramos es que hay muchos autores que, por ejemplo, este año, han realizado obras deslumbrantes que tienen una duración claramente superior a la estándar. Pienso en una película que está en Punto de Encuentro que se llama La risa y la navaja, una película de Pedro Piño, película portuguesa que dura tres horas y media. Bueno, tenemos la suerte que el público de Seminci es muy fiel, y has visto películas como Cuando un río se convierte en mar, que dura tres horas y está lleno el teatro. Entonces, eso nos lleva también a confiar que, bueno, que el público, que  todavía queda, un público que acepta algo, que es muy importante, que es que los cineastas, en su libertad, consideran que hay ciertas historias que se tienen contar en más de 90 minutos y más de 120. Bueno, es verdad que nosotros no nos planteamos esa idea de no mostrar películas porque supera lo estándar y también creo que esa excepcionalidad también supone que hay historias que tienen tal peso, los temas, que hay que abordarlos en profundidad; y la profundidad lleva tiempo. Y también te voy a decir una cosa: en un momento en el que la gente consume, por ejemplo, series, y puede estar viendo… en un día se ve una temporada completa, la experiencia cinematográfica de tres horas tampoco me parece tan excesiva. 

¿Tienes alguna película favorita, alguna que te haya gustado más o un par no sé que sientas esta me encantó por esto? 

JHE: Como jefe de programación tengo que defender el programa de la primera a la última película y yo puedo tener mis gusto personales, pero es algo que me llevo conmigo. Lo bonito es generar este programa en el que hay tantos matices y películas que son muy diversas y eso me parece que es lo más bonito de programa.

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