Diana Ramírez Luna es escritora y también fundadora y directora de LibrObjeto Editorial. Egresada de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (UNAM). Su obra ha sido publicada en medios como Gaceta políticas, Yaconic, Ritmo, Campos de plumas y Los ojos del Tecolote. Autora de los libros A hurtadillas (Sediento ediciones, 2012), Como un bolero (Literalia, 2018), El Jardín de las Certezas (Ediciones Camelot América, 2020), A la sombra de la Ceiba y Estamos aquí (LibrObjeto Editorial, 2021); coautora de los libros Once navajas. Narradores al filo de los treinta (Tierra Adentro, 2016), Lados B (Nitro Press, 2018), de la serie Cuadernos de trabajo, Español (Ebica, 2020), así como de la serie Pequeños emprendedores (Ediciones Euterpe).
Aquí lo que nos compartió durante su visita a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2025.
La entrevista
Antes de hablar del libro como tal, háblanos de tu trabajo personal, porque vi que ha sido un recorrido desde que fuiste una joven editora hasta llegar al libro objeto editorial. Cuéntanos sobre ese proceso.
—Hoy es complejo hablar de algo tan global como lo veo ahora, y sobre todo estar aquí en la FIL Guadalajara para mí es importante, porque mucho del camino que he transitado ha tenido que ver con la feria. Hace más o menos ocho años fundé la editorial; hace trece publiqué mi primer libro. Entonces, desde que empecé coincidió mucho con mis primeras visitas a la FIL Guadalajara, y siento que también fue un gran impulso.
Mi labor como escritora estaba enfocada sobre todo en la narrativa; últimamente estoy explorando un poco el tema de la poesía. Y bueno, también me surgió en ese camino el interés por el libro como objeto. De ahí viene, claro: el interés por el libro no sólo como objeto cultural, sino como objeto estético, como objeto bello que podemos apreciar desde diferentes materiales, desde lo táctil y lo visual. Me empecé a clavar con esa parte y creo que tanto en Una trama infinita como en Niños lluvia son muestras de cómo he explorado la materialidad en el libro.
Aquí, por ejemplo, se trabajó con diferentes texturas; hubo un trabajo de fotografía muy cuidado por parte de ilustradores y diseñadores, además de acabados como el hot stamping. En el caso de Niños lluvia, fue mi proyecto de maestría: un libro trilingüe, ilustrado, donde el idioma más expuesto es el mixteco, y por dentro vienen el inglés y el español. Es una colección de diez poemas que hablan acerca de la desaparición forzada vista desde las infancias, muy ilustrado, evocando los tejidos y textiles de las tehuanas. También le pusimos un separadorcito para llevar el libro un poco fuera de sí mismo, para que puedas llevarte un pedacito de libro a otra lectura.

Sobre esta traducción que hacen a una lengua originaria, al español y al inglés, ¿cómo llegas a este resultado? ¿Cuál es ese acercamiento a la traducción, el sustento teórico?
—Eso fue lo que trabajé en la tesis de maestría: llevar nuestra cultura, regida mayormente por el idioma español, hacia nuestras raíces, pero también hacia el mundo, al exterior. Por eso la lengua originaria. La idea de esta colección es explorar alguna de las lenguas originarias que tenemos en México, y la lengua extranjera es mostrar a los hablantes de inglés, francés o alemán lo que tenemos, no sólo en español, sino en esas lenguas originarias. Es un intercambio cultural. Incluso hay quien dice que es como una lectura en espejo: si tal palabra está aquí, significa esto allá. Es una integración de culturas.
Volviendo a tu trabajo como editora, ¿cuál ha sido tu experiencia al impulsar autores noveles y, sobre todo, autoras?
—Estoy muy agradecida por haber sido una autora joven, porque mi primer libro lo publiqué a los 20 años. Ese ha sido mi móvil: devolver, hacer una cadena de esto. Ciertamente los autores jóvenes y las mujeres apenas hace unos años empezaron a visibilizarse más, pero aún hay quienes opinan que no es necesario difundir el trabajo de mujeres. Yo no creo que sea así. Más allá de hablar de una deuda histórica, se trata de cambiar lo que vamos a hacer hacia el futuro, cambiar la mirada que le damos a la literatura.
Además, tampoco se trata de cumplir con una cuota de género. Siempre me fijo en si algo va con nuestra línea editorial o no. Y de alguna manera, lo que ha marchado con los intereses de la editorial ha sido de mujeres. El catálogo está conformado en un 70% por mujeres, y no fue pensado así, sino que hemos tejido buenos lazos: ideologías, estilos e intereses nos han hecho coincidir.

Tienes una apuesta itinerante en varios puntos del país para descentralizar la cultura. ¿Cómo te va con ello? ¿Qué resistencias o apoyos has encontrado?
—Ha sido muy complejo, porque para llevar a cabo esto se requiere de un equipo de trabajo, que afortunadamente he ido conformando poco a poco. En este 2025 siento que la editorial ya tiene un trabajo más sólido. Hay diferentes puntos del país donde tenemos embajadores que nos apoyan con presencia: en el norte, en Guadalajara, en Culiacán. Tejer lazos es muy importante, porque la edición independiente requiere de eso. Al no tener nómina fija, crear vínculos e intercambios es la forma en que podemos hacer cosas grandes, incluso estar aquí.
Ese énfasis en el trabajo colectivo, ¿qué reflexiones te ha dejado esa experiencia?
—Me ha dejado incluso más de lo que pensaba al inicio. Más allá de romantizar cualquier vínculo, creo que algo que he logrado con la editorial es hacer familia. Conforme vamos coincidiendo y se suman autores y colaboradores, se va haciendo una cadena muy linda. Entre los mismos autores, aunque yo no esté como figura central, van tejiendo vínculos: “Oye, tu libro podría presentarse en tal lugar”, “Tu libro le interesaría a tal club de lectura”. Esos entramados son como la familia elegida.
Eso ha pasado con Libro Objeto, y me siento orgullosa de tener excelentes autores y excelentes personas como colaboradores. Me da satisfacción decir que tuve buen ojo, no sólo al ver su trabajo como escritores, sino como personas.

Hay cuatro colecciones con nombres muy atractivos, ¿cómo fue esa división o esa manera de seleccionarlas?
—Ya son seis. Empezamos con Nido de poesía, para voces nuevas, con prólogos de figuras de peso que recomendaban a los autores. Tuvimos a Eduardo Langagne, Roxana Elvisto, más hacia el cabrera, y Laura Soto. Luego vino Boleto para cualquier parte, un guiño a Amparo Dávila y a autoras mexicanas clásicas, además de la analogía de que un libro de narrativa es un boleto para cualquier parte. Después Verso sinfín, guiño al poema de Gorostiza. Luego Monstruos de papel, lo que sale del papel, lo que va más allá. Y está por estrenarse El dinosaurio, dedicada a la microficción y géneros breves, minimalista, formato pequeño.
Sobre este libro en particular, háblanos del proceso de gestación y realización, que arrancó en el Seminario de Literatura Infantil de Pereira en 2017, en Colombia, luego pasó al rancho de Malibú de Cornelia Funke y de la mano de Adolfo Córdova, ¿cómo fue todo eso?
—Me siento la más afortunada. Conocí a una de las autoras de este libro hace dos años, cuando ya tenían una publicación digital muy bella. Me dijeron que buscaban editorial para imprimirlo. Me dio pánico porque pensé: “Me encanta, pero ¿cómo voy a superar lo que ya hicieron?”. Pero dije sí, aunque no supiera cómo. Lo tomé y llevó meses de trabajo, pero lo llevamos a buen puerto.
Ellos ya tenían digitalizada la parte de bordados reales, y yo estaba trabajando en Niños lluvia. Mi familia es de Oaxaca, tengo cercanía con los textiles oaxaqueños, así que fue un interés personal genuino. Creo que hicimos un buen trabajo: los autores quedaron encantados, y los libros ya se repartieron en diferentes partes de Latinoamérica. Hay autores de Colombia, Costa Rica, El Salvador, Argentina y México.
Además, había una corrección de estilo y edición previa de Adolfo Córdova. Compartir esa labor, aunque no de manera conjunta, fue un honor. Me permitió reabrir el ciclo y meter mano, con un enorme gesto de confianza. El resultado tiene una personalidad distinta a la versión digital.
¿Dónde se puede conseguir la obra?
—Estamos en el stand 16 C 16 de Círculo de Poesía. También en la Ciudad de México, en Círculo de Poesía; en Cuernavaca, en librerías como La Bigotona; próximamente en Utópicas. Y cualquiera de nuestros títulos puede pedirse a través de la web: libroobjetoeditorial.com. La plataforma es muy amigable, y arriba de 799 pesos el envío es gratis. Con cuatro libros, ya se llevan su envío sin costo.
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FOTOS: Carlos Miguel Glz. Huerta
























