Sujo es dirigida por las mexicanas Astrid Rondero y Fernanda Valadez, con las actuaciones de Juan Jesús Varela, Yadira Pérez, Sandra Lorenzano, Karla Garrido.

Sinopsis: Después de que un sicario de un cartel de un pequeño pueblo mexicano es asesinado, Sujo, su amado hijo de cuatro años, queda huérfano y en peligro. Sujo escapa por poco de la muerte con la ayuda de su tía, quien lo cría en el campo aislado en medio de dificultades, pobreza y el peligro constante asociado con su identidad. Cuando llega a la adolescencia, despierta en él una rebeldía y, como un rito de paso, se une al cartel local. De joven, Sujo intenta rehacer su vida, lejos de la violencia de su pueblo natal. Sin embargo, cuando el legado de su padre lo alcanza, se enfrentará cara a cara con lo que parece ser su destino.

Sobre la inspiración de ambas directoras para la cinta, señalan: «Cuando estábamos trabajando en nuestra película anterior, Sin Señas Particulares, nos topamos con un particular libro de crónicas llamado “Levantones (los tomados)” escrito por el gran periodista mexicano Javier Valdez, él mismo luego víctima de la violencia. No fue una historia especial lo que llamó nuestra atención sino más bien una atmósfera que logró compartir con profunda humanidad y sumo respeto: relatos reales tanto de víctimas como de perpetradores, mujeres, hombres y niños, todos atrapados por una razón u otra en la violencia de los cárteles de la droga que corre desenfrenadamente en México.

En el fondo, también está la inspiración de “Judas el Oscuro” de Thomas Hardy, que es uno de los libros más queridos de Astrid. Las historias de huérfanos en tiempos turbulentos son una forma de vernos encontrando comprensión bajo la luz más esperanzadora. El nombre Sujo proviene de una leyenda mongol que Fernanda leyó cuando era niña, una historia de amistad entre un niño y un caballo. Entonces, como es habitual en nosotros, el proyecto nació de un encuentro de ideas, recuerdos y cosas que amamos.

Todo esto nos lleva a Sujo, la historia de un huérfano que crece en un México azotado por la violencia del narcotráfico, la pobreza y las grandes esperanzas, la historia de un joven que lucha contra la repetición y encuentra su verdadero yo.

La entrevista a Karla Garrido

¿Cómo fue tu participación en el Talent en edición 40 del FICG? ¿Qué te dejó esta experiencia?
Fue una experiencia muy, muy enriquecedora. Todavía no termino de procesarla por completo, pero me conectó mucho con la inspiración, con otros hacedores cinematográficos. Conocí gente de prensa, cinefotógrafos, personas que hacen stop motion. Nos llevaron al Taller del Chucho, un lugar que no conocía y que me pareció increíble. Nos dieron un tour, vimos maquetas de muchos proyectos trabajados ahí. Tuvimos la oportunidad de platicar con Lola Dueñas, que ha trabajado con Almodóvar, y con Diego Calva, que pasó a Hollywood. Se generó una retroalimentación constante. Tuvimos clases, y también hubo mucha fiesta [ríe]. Fue un bombardeo de emociones, aprendizaje y comunión. Estoy muy contenta, muy cansada, pero muy feliz e inspirada a seguir creando, a explorar otras disciplinas también. Fue un gran privilegio haber estado ahí. Lo gocé maravillosamente.

¿Qué fue lo que te llevó a dedicarte a la actuación? Sabemos que es un camino tan hermoso como complejo.
Creo que el impulso de ser actriz viene de un lugar muy inocente. Entras pensando que se trata de contar historias, de crear. Seguramente de niña veía a las grandes figuras y pensaba que eso era ser actriz. Pero desde un lugar muy honesto, creo que tiene que ver también con el deseo de ser vista, de vivir otras vidas, de experimentar cosas emocionantes. Además, en mi familia hay muchas tías y tíos actores que no lograron dedicarse profesionalmente, así que quizá hay algo en mi ADN que me llevó a abrir ese camino para mí y para quienes vienen después.

Estudié en la Escuela Nacional de Arte Teatral en Bellas Artes. Ahí comprendí todo lo que implica ser actriz: los procesos personales, sociales, políticos, creativos… Me enfrenté a mis propias ideas románticas sobre la profesión y me di cuenta de que no tenía nada que ver con lo que imaginaba. Ha sido difícil, sobre todo cuando no vienes de una familia con contactos o cercana al arte. Pero es posible, y estar conectada con la inspiración original es lo que me mantiene aquí. Hoy también me interesa el sentido social y político de lo que hago.

¿Cómo ha sido tu camino en la industria siendo mujer? ¿Has enfrentado obstáculos específicos por tu género o edad?
Definitivamente. En mi aplicación para el Talent lo mencioné: la industria está pensada para gente joven, y mucho más accesible para los hombres. Pero no es exclusivo del cine, ocurre en muchos ámbitos. Algo que me ha llamado la atención es que desde que cumplí 30, los personajes para los que casteo suelen ser solo “mamás” o acompañantes de protagonistas hombres. Los conflictos interesantes siguen recayendo en personajes femeninos jóvenes. Creo que es urgente abrir una conversación sobre lo que ocurre con las mujeres después de los 30: seguimos teniendo sueños, experiencia, capacidades creativas. ¿Dónde están esas historias? Afortunadamente, noto que ya hay una inquietud creciente entre mis colegas por narrar otras cosas. Muchas actrices estamos escribiendo, produciendo, levantando proyectos. La industria sigue siendo muy hostil y dominada por hombres, pero estamos sembrando semillas de cambio.

Pasando a tu participación en Sujo, ¿cómo fue tu experiencia interpretando a Rosalía y trabajar bajo esa producción?
Sujo
ha sido un parteaguas en mi carrera. Interpretar a Rosalía, una madre lesbiana en pareja con Nemesia, ambas criando a sus hijos en un entorno de narcotráfico, fue algo muy poderoso. Son mujeres disidentes que quieren algo distinto para sus crías, y eso me pareció profundamente significativo. Además, la historia está dirigida por dos mujeres, Fernanda Valadez y Astrid Rondero, con una postura muy clara sobre México y sobre el tipo de historias que vale la pena contar. No se glorifica al narco como héroe masculino; se centra en los niños, las mujeres, los invisibles. El equipo era mayoritariamente de mujeres, muchas lesbianas también. Eso se refleja en cómo está hecha la película: con otra mirada, con otra sensibilidad. Por eso creo que Sujo ha llegado tan lejos.

¿Cuál fue el mayor desafío de interpretar este papel?
Curiosamente, no viví el personaje como un reto en el sentido clásico. Para mí era un sueño hacer un personaje así, con un arco dramático distinto. Lo más desafiante fue el trabajo con los niños no actores. Ahí el reto fue soltar el ego del actor individual y más bien proveer confianza, contención y acompañamiento. Nos convertimos, literalmente, en sus mamás en el set. Jugábamos, improvisábamos, creábamos estrategias para que pudieran llegar emocionalmente donde necesitábamos. Fue un proceso profundamente humano y gozoso. Además, el rodaje fue muy íntimo: seis semanas conviviendo todos juntos. Hasta la fecha seguimos en contacto. No solo los actores, sino todo el equipo técnico.

Y con todo lo que ha venido después, ¿cómo vives esta etapa de tu carrera?
Es otro viaje. Nunca lo había vivido. Me ha confrontado con lo que alguna vez imaginé que sería “tener una carrera de actriz” y lo que realmente es. Es un momento de mucha reflexión también sobre quién soy, hacia dónde quiero ir, qué quiero decir y qué no olvidar. Estoy en el camino, y seguramente en diez años te responderé otra cosa. Pero hoy lo vivo con gratitud y claridad y eso es lo más importante.

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