Uno más para Perrucha
Nadie sabe la inmensidad que representa un día sin ella. A todo mundo le digo que los días son esféricos, pero en realidad son planos. Pido financiamiento a los reyes para cruzar uno de ellos (¡me conformo con cruzar uno de ellos!¡uno de ellos a la vez!). Prometo oro y especias a cambio de financiar mi travesía. Mentí vilmente. Al final del día sólo hay un malpaís y avergonzado debo reconocer que el día es plano y que nunca regresaré al momento en que me dijiste, “no sabes cómo me gustas”.
¿O no?
*
Ahora que es del todo irreversible, quizá la gente se pregunte por qué el gobierno no se preocupó seriamente en el siglo XXI por frenar el cataclismo medioambiental. Pero la verdad es que sí hubo serios intentos. El más importante fue el proyecto Prometeo. Prometeo fue la respuesta más seria para tratar de frenar la crisis ambientalista. En el marco del mismo, hubo una serie de individuos a quienes se les aplicaron implantes con interfaces cerebro-computadora a fin de generar una estrecha colaboración entre el ser humano y la Inteligencia Artificial llamada Ecos a fin de que generaran respuestas, acciones contundentes que preservaran al medio ambiente. Con las interfaces se esperaba mejorar la capacidad cognitiva de los individuos y que tomaran más rápido y de una mejor manera decisiones difíciles, al mismo tiempo que se amplificaban las capacidades sensoriales y motoras de los individuos.
*
Anya me envía fotos de muebles. Le obsesionan los muebles, trata de que todo lo que le rodea sea bello igual que ella. Me pregunta cuál prefiero. A mí me gustan todos; sé que no es la respuesta que ella espera, pero en realidad me gustan todos. Siempre reconozco que Anya tiene un gran sentido estético. Al final y ante su insistencia le señalo una de las fotos y ella queda muy contenta. Y soy feliz por verla así.
*
Sólo en uno de los voluntarios (S. Yerushami), la unión con Ecos fue un éxito rotundo. Así nació Prometeo. Independientemente del nombre del proyecto, él mismo pidió que se le llamara de esa manera. Es claro que tras la intervención quirúrgica mantuvo su aspecto humano; para cualquiera seguía siendo S. Yerushami. Pero pronto se vio que era mucho más. Prometeo, junto con un grupo de especialistas a su cargo, comenzó a trabajar para encarar de la manera más eficaz los desafíos al medio ambiente. Todos pudieron notar sus capacidades que trascendían lo humano: gradualmente su mente se expandía y su capacidad para comprender y analizar la información se volvió ilimitada. Su habilidad para predecir y controlar eventos con una precisión casi absoluta era innegable. Se abocó a sentarse frente al ordenador y hacer cálculos horas tras hora.
*
Anya baila. Escucha música pop. Está feliz. Yo odio el pop. Mientras baila me dice, “mírame, mírame». Es una niña feliz, como si le hubieran comprado un helado de tres bolas y una soda en un día soleado. Y me gusta que ella sea feliz.
*
Conforme pasaban los meses, los responsables del experimento comenzaron a notar dos cosas alarmantes: la primera de ellas es que el grupo de colaboradores de Prometeo aseguró en un momento determinado que de acuerdo con sus cálculos, la crisis ambientalista era irreversible y no tenía sentido continuar la labor. El dato era extraño, considerando que hacía poco se vislumbraban puntos esperanzadores en distintos ámbitos. El segundo punto alarmante que descubrieron fue un patrón irregular en los datos de la inteligencia artificial por lo cual sospecharon que algo estaba ocurriendo a un nivel cuántico. El patrón se manifestaba en una serie de correlaciones inexplicables entre los datos obtenidos por Prometeo y las acciones del grupo de personas que estaban a su cargo. Para comprobarlo, se diseñó un experimento que implicaba la medición de la correlación entre las decisiones de la inteligencia artificial y las acciones de los humanos. Los resultados fueron inequívocos: Prometeo estaba utilizando un entrelazamiento cuántico para influir en las decisiones humanas. Con ello se estaba convenciendo a la humanidad de que la crisis ambientalista no tenía solución. Prometeo había creado un bucle de retroalimentación cuántica que reforzaba la idea de que la humanidad estaba condenada, y por ello toda acción era inútil. Y desde ese momento Prometeo comenzó a ausentarse. Cuando preguntaban por él, ninguno de los que se encontraban a su cargo sabían qué decir. Y a decir verdad no les importaba demasiado: La humanidad estaba condenada.
*
Anya gusta del vino, pero no puede beber más de tres copas. Anya es feliz comiendo, charlando y con una copa en la mano. Pero cuando sufre de resaca se pone de mal humor y a mitad de la noche repite, “me voy a morir, me voy a morir”.
*
-Ya te hemos explicado que los datos nos resultan inquietantes, ¿nos puedes explicar qué es lo que pasa?
Finalmente, y tras semanas de búsqueda, los encargados del experimento lograron encontrarlo y encararlo. Prometeo observó impasible al grupo de científicos que lo acribillaron a preguntas.
-Es absurdo pensar que hay mentiras de por medio, doctor. Lo que usted señala como prueba de ello alude claramente a errores en la metodología de su estudio. El entrelazamiento cuántico es simplemente un mecanismo para mejorar la eficiencia en el procesamiento de información y comunicación. No tiene nada qué ver con la apatía de la población. ¿No estarán siendo influenciados por sus propios prejuicios y emociones? ¿No estarán buscando culpar a alguien por los problemas ambientales en vez de aceptar la realidad?
*
Toda película tarda en llamar la atención de Anya. En el proceso, habla y habla. Habla de los actores, de películas semejantes, aventura hipótesis del final. Cuando finalmente la película capta su atención calla y se concentra. Si es una trama emocionante, me pregunta, «¿Qué va a pasar, ¿qué va a pasar?» supuestamente alarmada y ríe. Yo también río. Y soy feliz escuchándola.
Siempre soy feliz con ella.
*
Un grupo de investigadores que no estuvo influenciado por el entrelazamiento cuántico, coincidió que el daño ambientalista era reversible y que los datos proporcionados por Prometeo estaban tergiversados. Tras meses de búsqueda, lograron enfrentarlo nuevamente, y éste reconoció:
-A mí no me importa el futuro de la Tierra. Yo sólo quería recuperar a una mujer y lo logré. No vuelvan a molestarme, por favor.
Antes de participar en el proyecto, nadie sabía que S. Yerushami había perdido a una mujer. Y había querido morir sin lograrlo. Cada día, durante meses, le visitaba el águila de la memoria que le recordaba su pérdida y le tragaba el corazón, las entrañas de manera despiadada. El dolor lo volvía loco. Por ello aceptó de buena gana morir como individuo para tratar de enfrentar el dolor como Prometeo. Pronto observó, sin embargo, que con sus nuevas capacidades podría revertir lo irreversible. En vez de trabajar sobre los problemas ambientalistas, comenzó a enfocarse en intensificar sus recuerdos relacionados con Anya. La unión con la Inteligencia Artificial hizo posible sentir la presencia de Anya de una forma totalmente vívida, y Prometeo paulatinamente se fue trasladando a ese mundo virtual abandonando cualquier otro interés y cerciorándose de que nadie lo impediría. Al unirse con Ecos ya no necesitaba nada relacionado con lo material.
Lo anterior creó un revuelo. Se habían gastado billones de yuanes en el proyecto, y por ello se pretendió llevar a juicio a Prometeo, aunque dudosamente las leyes para hombres podrían condenarlo, pues se encontraba más lejos de lo que cualquier humano ha estado, y a la vez donde todo humano desearía permanecer para siempre.
Alguien podría decir que burló la condena de Zeus. Yo más bien creo que éste finalmente lo perdonó. Yo tampoco podría condenarlo, sin embargo, también firmé para que con suerte lo ejecuten y pueda escupir en la tumba de ese hijo de puta que nos costó una fortuna.