Fuente de imagen: The Washington Post

Tercera entrega sobre Dysphoria Mundi, de Paul B. Preciado.

Volvamos al título que me dictó la lectura: estar out of joint. Es palabra de Shakespeare, o sea sabiduría universal. Irrefutable. Y moderno. Científicamente cierto. Y omnipresente en el análisis de lo muerto que vuelve. Derrida toma la idea del tiempo desquiciado (que, digámoslo, está en boca del joven Hamlet que reniega de la tarea que le impone el fantasma de su padre, la venganza sobre su tío Claudio, imponiendo el pasado al presente) para invocar la voz de Marx cuando el neoliberalismo triunfa a fin del s XX y la ilusión de la justicia y igualdad de clases se desvanece y hay que recomponer los esquemas. El texto es El espectro de Marx, de Jacques Derrida.

Fuera de sus goznes, fuera de quicio, descompuesto, desencajado, des- es el out, joint es el statu quo de siglos que forjaron un régimen de verdad, en el cual nacimos. Que está en cuestión, pues ya no sirve. De ahí el malestar, la disforia, el trastorno. El movimiento del que se ha sacado el hombro de la clavícula y trata, con dolor, de encajarlo.

Preciado retoma el malestar de Hamlet, lo aplica a una larga lista, heterogénea, pero del cotidiano, en la que todos podemos reconocernos. Un poco como Barthes en Lo Neutro.

El tiempo, ahora, se ha desquiciado con la pandemia. Esos años, 19, 20, 21 e incluso 22 de este lado del Atlántico, se funden en inicios y pausas que no se corresponden con el conteo habitual. En nuestra memoria son una masa informe de días, de gestiones de permisos, de escapadas culposas, de pedir perros y pasearlos para respirar, de borrar rostros, de convivir con mil demonios o personas. Las aperturas fueron desaliñadas y desalineadas, a fuerza de manifestaciones y quema de máscaras. Así recibieron el castigo los promiscuos. Las leyendas negras, el ocultamiento medieval de la verdad puso en duda todo. Tanto así que en Polonia se aprovechó el encierro para desandar leyes como la del aborto legal. La biopolítica a toda máquina.

Preciado encuentra similitud entre los tiempos del SIDA y del covid. El virus impregna las metáforas políticas, como antes el léxico bélico. En 1981 se construye una organización de control haciendo coincidir los discursos médico, político y mediático. El imaginario forjado por el miedo se instala. Ya en 2017 el SIDA es una enfermedad crónica. Pero fue la primera pandemia televisual. Un síndrome posmoderno. El virus también infecta computadoras, pero recordemos que los primeros fueron worms, gusanos, de poca utilidad semántica. Al imaginario fue virus, cuyo espectro de asociaciones es inmenso. El SIDA fue el espacio de intersección, el cuerpo pasa a ser una máquina procesadora de textos.

Pero todo lo vivo está en relación con lo viral, es una parentela horizontal, ya no se sabe qué es metáfora de qué. Las identidades se desquician. Foucault sostiene que los universales -sustantivos abstractos que crean realidad y existencia, como soberanía, sociedad, locura, sujeto- no existen. La multiplicación de identidades o colectivos no derriban barreras sino que las levantan. Preciado propone desnaturalizar algunos de ellos, como raza o sexo. La crisis del 2008 se reapropia y refunda identidad, lo nacional, lo blanco, lo hétero. La identidad es lo que sin existir penetra en el mundo tangible y lo condiciona. Claro que va variando.  Foucault acusa a las tecnologías de gobierno, al diagnóstico, a todo lo que sirva para la verificación, de hacer que lo inexistente surja como objeto.

La gestión premoderna de la enfermedad era puertas afuera, los leprosos en los caminos con su campanita, otros en grandes hospicios, el enfermo no se veía. Ahora es el encierro, el teléfono se da vuelta y te mira. Somos máquinas blandas, con nuestro compañero inorgánico siempre encendido.

También lo doméstico se desquicia. La esfera de la producción se queda en casa y se borra el límite entre trabajo y ocio, la diferencia masc./fem. se desdibuja.

¿Cómo se desajusta la percepción? Preciado comienza con la distancia social, el confinamiento acerca y aleja, la máquina agranda los rostros lejanos. Lo táctil, femenino, de caricias y atención se racializa en el personal sanitario. El tacto es sustituido por el clic. También los blancos se distancian, los que limpian, los que son limpiados, los obreros del cuerpo analógico y obreros del código, digitales. Y entre ambos los comerciantes del fármaco. 

También se trastoca la sensibilidad, cómo conmoverse con los miles de migrantes que mueren en el mar, cómo procesar los muertos a cielo abierto de Nueva York. La posibilidad de aniquilamiento de miles y miles nos excede, no se percibe como relevante. Y la pregunta no es sobre esta generación del autor, sino por la de los adolescentes, ante un umbral ético que no sabe si podrán traspasar.

También los automóviles pierden sentido, sólo ambulancias y patrullas ruedan. Los objetos. Las tortugas respiran plástico, el covid asfixia, George Floyd suplica aire. Siete millones mueren anualmente víctimas de la contaminación. La respiración está disfórica.

Tampoco la verdad está en su mejor momento. ¿De dónde salió el virus, de un laboratorio negligente, inteligente, de una sopa ancestral? Las hipótesis son fake news. Las fake old news son las creencias-certezas de las generaciones del sXX. Y esta imagen: la verdad se acuñó en monedas, estas se gastaron y las tomamos por metal puro. La famosa posverdad.

Estamos ante un turbulento cambio de régimen de verdad

Cambian los procedimientos para certificar. Es un carnaval de ficciones que pugnan.

El sXVII observa el paso del catecismo y la biblia a las universidades y laboratorios, a poderes económicos, políticos y culturales: la episteme capitalista. No se contraponen ambas, coexisten en una confrontación metafórica.

El saber está basado en acuerdos sociales que entrañan relaciones de poder y que definen qué es qué. No se trata de relativismo cultural, es entender cómo se construye el saber y de qué consensos políticos y sociales sale.

Una revolución epistemológica es un cambio de jerarquías de poder. Un régimen de verdad es una articulación entre cuerpos, saberes y poderes, una forma de vida. Un modo de producir, consumir y distribuir energía. Un régimen de verdad es un régimen somatopolítico. Si la relación entre saber hegemónico y saberes subalternos es transversal y no vertical, es posible un cambio. Esta maraña epistémica no se resuelve con una inversión de poder, se necesita una mutación de las tecnologías de la conciencia.

Seguimos el orden que elige Preciado de lo que está fuera de su lugar: la tierra firme. En 2021 Epic Games crea el Metaverso, todo puede ser doble.

El mundo analógico es obsoleto. Las antiguas epidemias fueron locales: regiones, ciudades, sin cables que unieran a los enfermos. Hemos sido digitalizados a la fuerza. Ya no más fordismo y taylorización, si no teletrabajo y teleconsumidor. El cuerpo hoy es una entidad carnal/virtual, somos cyborgs. Entre el carbono y el silicio. El telecuerpo se define por algoritmo, no tiene piel. Es consumidor y producto, mercancía y comprador. Quizás quiera emanciparse.

La sociedad encuentra nuevos e incómodos modales, abrir apenas la puerta para recibir un paquete, pasear perros, cantar en los balcones y aplaudir. La condición neoliberal aísla, ya se sabía. La fauna se descentra, los patos invaden París, los ciervos Tokio, el cóndor se planta en Santiago de Chile y las gaviotas se afincan en Nueva York. El agua de Venecia se aclara, el aire pierde sus venenos. Pero todos desean la normalidad, el poder petrosexorracial hace adictos. El dolor también se desmadra, el Oxicodin estalla en una masa crítica de prisioneros del dolor, los ansiolíticos no dejan a nadie y la apatía, la tristeza, el desapego, el miedo, el odio, la frialdad no cejan. Los derechos democráticos ceden a su vez frente a salvoconductos arbitrarios y carnets de vacunación.

Lo íntimo ya no es lo que era: vivir es estar conectado-entubado, la sangre se oxigena en tubos, en cuidados intensivos los órganos se salen del cuerpo. La máquina blanda está viva, la otra también. Los ancianos se sacrifican, hacen lugar, los partos no tienen espectadores, se nace en soledad y se muere sin deudos. Los desaparecidos de la peste no reciben el duelo.

Vamos a los párrafos sobre cómo se entiende la libertad

La trazabilidad de los teléfonos permite el seguimiento de todos nosotros. Los papeles de vacuna vienen con QR. La sanidad ampara un totalitarismo digital soñado por quienes gobiernan como autócratas. La utopía es la seguridad y la inmunidad. Se defiende el derecho a circular, a instalarse en otra propiedad, pero también a no usar barbijo, a no vacunarse. Es una paradoja más.

Los parlamentos se vacían. Orban legisla por decreto. Es un golpe de estado sanitario. Boris Jonson libera pero yerra absolutamente. Nos encontramos con estados de excepción soñados por esos gobiernos. Preciado se enfoca en la toma del Capitolio, enero de 2021. Lo ve como anticipación de futuro, como respuesta del poder blanco al Blacklives Matter. Incluso la estética de los videos habla de un neocolonialismo, un Woodstock de la derecha rabiosa, que buscó la difusión en memes y TikTok. El golpe de estado en dimensión selfie.

Preciado confía en un cambio de paradigma, nacido del choque entre el régimen de verdad petrosexorracial y los nuevos saberes desautorizados y por los procedimientos de verificación de la verdad y su difusión. Elon Musk compró Twitter para devolverle la cuenta a Trump y amplificar su llegada. 

También dios está descentrado. Los crímenes sexuales de la Iglesia surgen a la luz en la voz de los que siendo niños fueron víctimas de abuso. El silencio deja de ser eficaz. Un régimen de poder se viene abajo cuando las bases inventan un lenguaje para lo que vivieron. 

El hogar heteropatriarcal y la iglesia son el escenario de casi toda la violencia sexual. 

No basta con pedir perdón, hay que pedir destitución.

En la próxima y última entrega sobre Dysphoria Mundi de Paul Preciado revisaremos su diario íntimo en lo que cuadra a dicho género. El filósofo abre la puerta al devenir privado e íntimo.

Y, cómo no, también tendremos una mirada sobre procedimientos de orden poético que alternan con el discurrir teórico.

Para leer la primera entrega ir a: Preciado is out of joint… (fuera de quicio) ‘Dysphoria Mundi’ ¿Quién no?

Para leer la segunda entrega ir a: Preciado is out of joint. Notas sobre ‘Dysphoria mundi’. Parte 2: Nuestra Señora de las Ruinas 

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Genoveva Arcaute nació en La Plata, en 1953 y siempre ha vivido allí. La sátira es su elemento natural, aún rigiendo el lenguaje poético. Durante la primavera democrática se puso en escena De dulce de leche y de chocolate, obra humorística en coautoría con Jorge Goyeneche, Resultó premiada en el Festival de Teatro Independiente de 1989. En 2007 publicó una novela breve, Mandorla, y el poemario Todas somos Frida en 2010 por Huesos de Jibia. Otros poemas y algunos cuentos también fueron publicados en revistas virtuales. Después vino Diario de inminencia, poemas, en 2015, también por Huesos de Jibia. Sus blogs: www.revista-humor.blogspot.com, www.somosfrida.blogspot.com. En 2019 publicó un poemario: Partes del Simbionte (por Densas Producciones, editora artesanal) y una novela, Kiosko, (por Parque Moebius).

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