Haciendo a un lado inescrutables factores inconscientes, que hacen a la estructura de la personalidad, a rasgos de carácter (todos componentes que no son menores), me dedico a escribir cuentos o relatos, poesía y artículos o ensayos. Géneros breves comparados con las novelas o los estudios de largo aliento. Si bien escribí mi tesis doctoral por la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), lo que supuso realmente un trabajo muy duro y a largo plazo, sostenido, documentado y paciente. En en cual debí seguir pistas, urdir hipótesis de lectura e interpretaciones que tuvieron que buscar la originalidad precisamente para constituir un aporte al conocimiento en0 el campo de los estudios literarios (en mi caso la literatura argentina contemporánea), también hubo una tesis de Licenciatura más breve anteriormente, pero también de una extensión considerable, que supuso una indagación en profundidad en torno de una poética de una autora argentina, un desarrollo y una argumentación con un despliegue de hipótesis, el resto de mis trabajos tienden a la brevedad. Lo que acabo de exponer en lo relativo a los trabajos de largo aliento tuvieron que ver con lo relativo a los estudios académicos.
Ahora bien: ¿qué sucedió con la producción literaria? ¿qué sucedió en el orden de la creación? Comencé escribiendo poesía, microrrelatos y cuentos alrededor de 1989 de forma sistemática. Al mismo tiempo que ingresaba a la carrera de Letras de la Universidad Nacional de La Plata, comenzaba un largo itinerario por talleres de escritura (que hasta ahora han sido seis, uno solo de ellos con clses individuales) y la escritura acdémica comenzó a entrar en diálogo con la literaria, no siempre de manera apacible. Escribí, eso sí, largos informes de beca, ponencias para congresos y trabajos de investigación para Proyectos con sede en mi Facultad. De modo que no puedo concebir la escritrua sin la investigación ni la investigación sin la escritura. Este es un punto que me han hecho notar Profesores o bien coordinadores. El modo como mis cuentos adoptan una rigurosa precision formal y retórica y a su vez los trabajos académicos se empapaban de la poética, de una cierta materia que apunta a cuidar la estética, a estar también atenta a un registro poético. La crítica y la teoría literarias colaboraban, junto con docentes exigentes, para que la reflexión y el pensamiento abstracto aplicado a la literatura fuera iguamente exigentes.
Pero para ir al punto del presente artículo, se me me ocurren algunas ideas por las cuales puedo haberme consagrado al cuento y no a la novela. Tengo, tal como lo confesó Silvina Ocampo respecto de su personalidad, rasgos de carácter que se asocian habitualmente a la ansiedad y a la necesidad de terminar un trabajo con relativa celeridad. No tolero los proyectos de largo aliento (salvo las tesis, pero eso no era un trabajo en poética). Por otro lado, hay algunas formas según las cuales las historias se van presentando o se me van presentando, más justo sería decir, que percibo como más o menos estables. Si bien los estímulos para escribir cuentos suelen ser de naturaleza múltiple, también es cierto que en mi caso no es tan amplio el repertorio en que irrumpen para abrir camino a una trama. Una de ellas consiste en una idea instantánea, una ocurrencia, un disparador que automáticamente resulta revelador de un conjunto de rasgos que adoptará ese cuento. En otros casos el fragmento de un libro, una imagen de una novela produce de inmediata en un insight la revelación de una trama. Si es erótico o realista en el sentido de poner en juego relaciones humanas que pueden ser de toda clase. Si exhiben poco de lo que sucede y sustraen al lector buena parte de la información o de los conflictos. Si son conflictos de desatada violencia física o verbal.Si habrá saltos en el tiempo y en el espacio separados por asteriscos (lo que se está volviendo más recurrente en este momento). Si será un cuento erudito o si será uno completamente despojado de saberes librescos. Si trasncurrirá en ambientes académicos (los que más conozco) o bien si los personajes se moverán en una realidad no letrada, si habrá secretos, si habrá diálogos o habrá un narrador en primera, segunda o tercera persona, ominisciente o no. La eleccion del narrador, como afirma el escritor Martín Kohan es el que define el tipo narración que organiza el relato, el que orienta el cuento. También si trabajará con contenidos trangresores o bien perfectamete hegemónicos. Si sacudirá a la sociedad con algún tipo de ruptura de estereotipos o cuestionamiento. Si acudirá a lo temido, al género gótico o bien el horror o el terror. Si será un cuento fantástico. Si seráuna trama de manifestación de rasgos íntimos de un personaje. Si estará rodeado de otras artes o ciencias o bien si se limitará a la vida cotidiana. Si ofrecerá resistencias al cuentista porque no maneja el tema en cuestión y es más lo que conviene que imagine que lo que pueda aportar desde el universo de los signos y los conocimientos. Si debe documentarse (como de hecho sí lo hice en alguons casos), o bien dejar librado al vuelo de la invención más desbordante lo que estamos escribiendo.
Al trabajar formas breves como el poema y el cuento las operaciones se reducen sobre todo a la condensación y a la síntesis, no a un desarrollo en la extensión. Se tratará de de una economía rigurosa. De reducir, de realizar una opción modesta o moderada en lugar de otra de “tono mayor”. En particular si pensamos en autores como Antón Chéjov, por citr un caso. Es un tipo de narrador moroso, que no apuesta a los grandes acontecimientos como Tolstoi sino que, muy por el contrario, se concentra en atmósferas, climas, estados, la sutileza de un gesto, el encuentro revelador entre personas pero en un “tono menor”, a diferencias de las grandes batallas,de hazañas bélicas o bien de multitudes que se desplazan por las novelas de modo invasivo. Será una poética intimista que se consagra a narrar vínculos desde un punto de vista que no manifiesta un hincapié o acentos, no hace hincapié sino más bien es una narracion ligera, sutil, que compone un friso según el cual el relato no busca una efecto impactante, brutal, sino más bien ir rodeando al lector, circundándolo, creando un universo de significados que no lo agobien ni lo agredan. Tampoco que lo saturen. Chéjov escatima no por ocultar sino para evitar los excesos. Nada más alejado de Chéjo que un exceso. Su universo poético es el de alguien que está atento a una ligera caricia.
Ha habido en mi vida cuentistas que inexorablemente me han marcado. Raymond Carver ha sido uno de ellos (también con su poesía), John Cheever (en menor medida, no lo he leído tanto), Ernest Heminway, Lorrie Moore fue capital cuando la descubrí, Grace Paley, Ítalo Calvino, Juan Carlos Onetti, Juan Rulfo, Borges, Bioy Casares (si bien no es una persona que me caiga simpática ni me guste hablar de él), Hebe Uhart, Silvina Ocampo, otros de Sylvia Iparraguirre, la argentina Vlady Kociancich tiene algunos cuentos que me gustan muchos, Angélica Gorodischer, naturalmente Edgard Allan Poe, Oscar Wilde, Inés Fernández Morene, argentina, me parece una formidable cuentista, Abelardo Castillo, Julio Cortázar, algunos cunetos del argentino Rodolfo Walsh, si bien no estoy familirizado absolutamente con toda su obra, el argentino Héctor Tizón (que tan bien describió la zona del noroeste argentino, la Puna de la Provincia de Jujuy), el argentino Roberto Arlt, la secreta argentina Noemí Ulla. En fin. Aquí me detengo con una pluma que podría seguir enumerando pero que como podrá observarse pone su énfases en el cuento rioplatense, particularmente el argentino y el norteamericano, que tienen un fuerte tradición además de un potente arraigo a la realidad nacional de ambas naciones.
Cada una de estas poéticas nos ponen frente al desafío de desentrañar qué noción encubre de los cuentos que conforman su corpus. Los habrá más inspirados que otros. Los habrá con mayor interés en la sociedad, en la política, en lo vincular entre los seres humaonos. Acudirán a recursos completamente distintos, desde la parodia, la ironía,el humor, el sacarsmo, el humor negro, la violencia, una prosa cargada de lirismo o de tensiones, la experimentación creativa en sus formas o en sus contenidos que jugarán desde el disparate hasta en otros casos conjugar géneros que suelen darse por separado.
Suelo ser lector de novelas, poesía, cuentos, dramaturgia, ensayos. No podría decir que me he especializado en poéticas del cuento, pese a ser el género que más escribo ¿Por qué? No lo sé a ciencia cierta. Me interesa la experiencia literaria en todas sus vertientes. Pienso que cada una aporta recursos diferentes. Otro tanto podría decir de la novela o la poesía o el teatro. Pero la dramargia me ha aportado elementos significativos para mis cuentos, así como las novelas, desde la creación de personajes, técnicas o bien la génesis de atmósferas y climas, las relaciones entre personajes según un crescendo o una tensión que crispa. Todos han sido sumamente importantes. Los ensayos de crítica y teoría literaria han colaborado para que pudiera pensar la ficción narrativa desde una perspectiva teórica, con afán superador pero también de revisión de estas poéticas que acabo de nombrar. Procurar no parecerme a ellas sino encontrar mi propias voz tomando distancia de su influjo. De todas formas siempre el impacto de ciertas poéticas resulta ineludible y es lógico que lo toquen másde cerca unas que otras. Hay poéticas hegemónicas de un enorme poder de contagio. Resulta imposible eludir su influjo.
Dudo mucho haber realizado aportes al género cuento que hayan significado un cambio o una revisión, lo que me parecería preusntuoso además de falso. Pero sí diría que he sido fiel a mis principios, que no he sido oportunista, que he escrito lo que siempre sentí desde lo profundo que debía escribir. No lo que la moda dictaba o lo que evitaba. Sí he procurado absorver desde mi perspectiva de escritor las lecciones de estos maestros del género con la idea del aprendizaje y de no ratificar poéticas que ya habían sido ampliamente desarrolladas o puestas plasmas en torno de poéticas vastas. Me parece fundamental la idea de no repetir poéticas sino más bien ir tras nuestro camino que puede ser en mayor o menor medida más o menos renovador en tanto nuestras posibilidades tengan un margen mayor o menor. En ocasoines sentimos una libertad subjetiva que nos permite crecer en la poética, sentirnos más libres, menos atados a modelos que hemos leído. De todas las decenas de cuentos que escribí me quedo solamente con diez que verdadermaente me gustan. El resto puede que no estén mal, puede que se sostengan, puede que contengan algún hallazgo pero dudo mucho que supongan aportes al genero. Me inscribo en una tradición de cuentistas para los cuales las percepción sensible, la información de los sentidos, el erotismo, la crítica social o política, la capacidad para procurar plásticamente acciones en el seno de un cuento sean primordiales. También mis cuentos dialogan con la novelísticas de ciertos autores o bien con la poesía. Formas breves, ya ven, en definitivas. Formas que no buscan universos macroscómpicos sino más bien narrar momentos, instantes en los cuales se produce alguana clase de revelacion en los personajes o experimentan el placer de los encuentros, en otras la violencia, en otras lo vincular se presenta desde la transgresión al statu quo o de lo tabú. No lo busco. Simplemente irrumpe en el cuento. No busco ni escandalizar ni llamar la atencfión. A lo sumo sí seducir para ser leído, para capturar una atención que deseo. Lo escandaloso o lo obsceno no son temas que busque para escribir. Trabajo con temas en todo caso que me ocupan y me preocupan, motivo por el que resulta casi espontáneo y natural que hagan sistema con mi cuentística. El pensamiento especulativo se propone indagar al relato, sus posibles formas, a las formas que no elegiría jamás, al ideal o arquetipo al que quisiera parecerse.
La prosa, mi prosa debe contener matices poéticos. De otro modo pierde buena parte de su encanto y de su valor. Es por eso que me interesa leer poesía o leer a narradores que trabajen su prosa con destellos de poesía. Su prosa es una forma de pensar el arte a partir de zonas de cruce, de hibridación, de contacto, de una relación en la cual no permanecen ajenos o como compartimiento estancos un registro y el otro sino que se conjugan. Pienso que este sí es un acierto además del universo de las percepciones. El universo del agua, bajo sus infinitas formas de aparición irrumpe en mis cuentos con recurrencia: duchas, baños, bebidas, lagos, el mar naturalmente, los ríos, la lluvia, un té, en fin, el agua me cautiva como una fuerte carga de sensaciones que con algún psicoanalista debería indagar de dónde proviene y por qué se vuelve tan masiva en mi escritura literaria.
La escritura de poesía por supuesto que también me juega a favor en el punto de cruzar poesía y prosa, pero debo cauto en ese punto, como nos solía decir un gran maestro de escritura de La Plata que tuve: “No se enamoren de las palabras, enamórense del lenguaje”. Este enamorarse del lenguae consiste probablemente en un narrar abandonándose al puro arte de referir acontecimientos o imágenes o bien sucesos significtivos, cambios, procesos, un dinamismo que acontece pero que supone metamorfosis en los sujetos.
Y naturalmente cuando escribo cuentos infantiles las cosas son distintas que en el caso de los consagrados a los del público adulto, pero tampoco tampoco tanto. No vayan a creerlo. Es un público exigente. Se trata de encontrar un modo de hablar para dirigirse a un público que no es al que habitualmente lo hacemos. No obstante, los cuentos para niños suelen gozar de mucho humor, disparate, desparpajo, juegos de lenguaje y a mí me ha aportado una enorme fluidez, mucho trabajo de escritura para ese universo que de otro modo la literatura para adultos suele confinar a un margen. Es una literatura para la cual uno debe meterse en pellejo de un niño, en su cabeza, volverse niño para comenzar a pensar un texto que sea cautivante pero a la vez coherente y atractivo.
Sobre buena parte de los procesos, génesis de escritura, teoría literaria, teoría de los géneros literarios, Historia literaria, trabajo con manuscritos de escritores, el trabajo sobre cómo se construye un cuento, si se lo descubre escribiendo o si, por el contrario, todo resulta instantáneo tengo una formación producto de la Universidad o los talleres de escritura creativa. En mi caso, al menos en los últimos tiempos, soy yo quien debe lentamente desovillar una trama que permanecía implícita, soterrada, pero hacía falta plasmar no sin antes distinguirla o ir vislumbrando sus contenidos y sus formas. En qué consiste el argumento y cómo se irá presentando. Si lo modificaré íntegra o parcialmente o si quedará como nació. Si la corrección someterá a una reescritura a ese manuscrito. Si dialogará con otros textos literarios o si en cambio será una obra despojada.
Los diálos son complejos para mí. Me cuestan mucho volverlos verosímiles y otorgarles la forma justa de oralidad o su representación literaria, en todo caso, porque me sucede que suelo estilizarlos mucho y darles poca noción de veracidad. Se convierten en momentos también narrativos en lugar de un intercambio veloz, eficaz, cuyos turnos realmente modifiquen o registren cambios según la interacción. Son lo más difícil de todo para mí.
Más recientemente estoy trazando partes en los cuentos con avances o retrocesos, lo que me gusta porque vuelve a la ficción más rica, menos lineal, pero también hay que tener mucho cuidado con incongruencias o faltas a la coherencia de un cuento. Un cuento con progresos y retrocesos, con una progresión y una regresión supone mucho control sobre la historia.
Me gusta tomar un autor y leerlo íntegro, todo su corpus. Aunque sea lentamente. Esa disciplina sistemáticametne es una vicio universitario que me sirve por un lado, pero por el otro me coloca en el lugar más del crítico y del estudioso que del escritor puro. Para decirlo en unas pocas palabras, me gustaría ser menos crítico, menos teórico, me gustaría interpretar menos y narrar más. Este es un ejercicio que se conquista escribiendo o volviendo a escribirj como en las primeras épocas, en que uno no estaba apegado a las rutinas académicas. Entiendo que ese es un aprendizaje como cualquier otro. Se trata de procesos de los cuales en la medida en que uno toma distancia de la academia, por fin logra librarse de esos vicios que,a la hora de narrar, a menos que uno logre separar con toda capacidad el oficio de narrar y el oficio de interpretar. O bien el oficio de narrar del oficio de estudiar,las cosas se irán acomodando solas. Estimo que en la medida en que conquiste el lugar de cuentista (y poeta) y retroceda el del estudioso, lentamente se irá disolviendo ese grumo que impide pensar el arte de narrar como un arte del estudio. Entiendo que tambióen dejar de realizar trabajos de estudio o crítica de modo demasiado frecuente o bien leer de modo más habitual literatura en estado puro, haciendo a un lado la crítica o haciendo a un lado la necesidad de escribir crítica, nos sumirá en un estadio de mayor espontaneidad. O de mezclar lo leído con lo que estamos creando.Probablemetne sea una cuestión de oficio. De entregarse al arte de narrar con la libertad más plena. Y mantenerse alejado de los juicios críticos que puedan aflorar tanto espontáneamente como a posteriori.
Formas breves, el poema y el cuento. Rasgos de carácter. Ocurrencia y despertar de la creación. Grandes tendencias de la invención. Lecturas que nos han marcado desde épocas muy tempranas. Estas puede, como dije, ser algunas de las claves para entender un fenómeno tan misterioso como secreto pero que, a esta altura de mi vida, siento que no pasa solamente por las ocurrencias o las ideas disparadoras que dan lugar a un cuento. Sino que la voluntad, el deseo, la decisión, la determinación, la retóricia consciente elegida con un aprendizaje previo, cumplen también un rol que no conviene desdeñar. Ellas también pueden hacer que una primera versión de un cuento, que sea mediocre o se manifieste en un estado preliminar de precariedad, pueda convertirse en un buen cuento, o hasta un excelente cuento si uno se lo propone, en virtud de nuestra intervención y de nuestra acción en torno de materia narrada que es maleable y, por lo tanto, permite se manipulada..
Para no faltar a la verdad, me gustaría mucho conocer más a fondo la experiencia de ser novelista. Si bien sí escribí una novela, en 1997, para la que tuve que estudiar y documentarme mucho, no alcanzó ni fue suficiente para comprender, creo yo, los mecanismos creativos de ese género. Por otra parte, que no haya vuelto a repetirse me da la idea o la pista de que efectivamente, a mis 51 años, a menos que se produzca un giro creativo radical, me aboque al menos a otra u otras novelas. Hasta donde mi horizonte me lo permitió vislumbrar en esa ocasión, hacía falta tener de antemano un núcleo potente a partir del cual se iban ampliando como ondas expansivas, de manera arborescente del tronco del argumento. Lo que sí podría decir es que en dos oportunidades (una en enero de 2022), la otra unos años antes, escribí cuatro nouvelles. Tres para adultos y una para adolescentes. Fueron experiencias emotivamente intensas que no se parecieron a los cuentos, que me dan la impresión, si los cotejo con esta otra forma, menos movilizantes desde el punto de vida de la conmoción que me provocaron, porque profundicé mucho más en la trama y en la psicología de los personajes, seguí su vida más largamente no necesariamente en el tiempo sino en alcanzar el fondo de un esencia que me resultó hasta perturbadora. No obstante, ha habido cuentos donde eso también ha sucedido. Veo, es evidente, que en poética, en torno de la creación no se puede generalizar ni dictaminar leyes estables, dictámenes, veredictos. Los cuentos, nouvelles, novelas o poemas nacen según un origen que no estamos en condicions de determinar hasta que no nos sentamos a escribir en serio, a desentrañarlos. Hace falta una capacidad de entrega absoluta a lo que uno está haciendo, no ser un mero escribiente que se limita a seguir un argumento que tiene vagamente claro o vago. El compromiso emotivo con el texto me resulta primordial. De ello depende cómo y de qué modo será la esencia de un cuento o una nouvelle o un novela. Si realmente reflejan una esencia o un apariencia, si tocan zonas esenciales, si movilizan el cuerpo o la subjetividad, si van al fondo del mismo lenguaje incluso, a sus raíces, o si se quedan en la superficie que no resulta particularmente atractiva para quien aspira tener acceso o incluso escribir una literatura primordial.
Dar con la forma, con el narrador que vamos a elegir, con la estructura que tendrá nuestro cuento o nuestra nouvelle no es fácil. Hacen falta muchos años de práctica, entrenamiento, aprendizaje, en mi caso, asistencia a talleres de escritura de forma sistemática en el seno de los cuales la forma cuento, la forma nouvelle y la forma poema son puestos en cuestión a fondo, no quedan ni son naturalizados. Para eso asisto a clases de maestros de escritura. Para que me acompañen en un proceso que yo a solas no puedo lograr sencillamente porque estoy sumido en esos textos sin poder verlos. Hace falta mucho más que un halago de un lector, por más enjundioso que sea, para cambiar de puntos de vista acerca de la poética. Hace falta una voz. Una voz que nos haga notar. Una voz nos haga vernos a nosotros mismos del modo en que nos somos capaces de hacerlo. De orientarnos en por un sendero a hacia el cual proseguir para que la creación no se detenga. Sino que siga su curso. Como el agua que fluye.