Senna se prepara para o GP de San Marino, em 1994 Foto: Divulgação

Italia, Gran Premio de San Marino, Circuito de Imola, 1° de mayo de 1994. El Gran Premio más negro en la historia de la Fórmula Uno. Tres días de velocidad y muerte.

Con el motivo habitual de hacer más competitiva la categoría, la temporada de Fórmula Uno 1994 inició con cambios significativos en los monoplazas; sin sistemas inteligentes, control de tracción y suspensión activa; se eliminaban herramientas necesarias para dar estabilidad a los autos a más de 300 km/h; además, se reintrodujo el reabastecimiento de combustible para deleite popular.

Ayrton Senna, tricampeón mundial con la escudería McLaren-Honda en 1988, 1990, 1991, estrenaba trabajo en Williams-Renault, campeona indiscutible de pilotos y escuderías en 1992 y 1993. Ese año, por igual, los cambios al reglamento afectaron la adaptabilidad y estabilidad de los autos, en particular, afectó la conducción del piloto de Sao Paolo, Brasil.

Manejar el auto a 300 km/h sin un sistema de control electrónico era una fatalidad anunciada. Desde el inicio, Senna mostró dificultades en el entendimiento del FW16; el auto era incontrolable e inoperable, la información y la telemetría eran confusas. “Me siento incómodo en el auto y todo se siente mal”.[1] Igual sucedía con su coequipero, Damon Hill (campeón 1996) hijo del legendario Graham Hill. Pero correspondía a Senna guiar la escudería, liderar el equipo, era quien debía traer los trofeos a casa, quien se embolsaba un millón de dólares por carrera.

Ayrton Senna no fue un piloto ordinario, ni como ningún otro. Nació con aura de campeón, un hijo prodigo. A la edad de cuatro años, su padre le construyó su primer carro; a los siete años tuvo su go-kart; a los trece años ganaría el Campeonato de Sao Paulo, seguido del Campeonato Nacional; ganó cinco Campeonatos Sudamericanos consecutivos; en Inglaterra, a los veintiún años, ganó el campeonato de Fórmula Ford siendo novato; ganó títulos de Fórmula Ford 2000; campeón de la Fórmula 3 británica. Tras acercamientos con directivos de la F1, finalmente, el piloto brasileño alcanzó la máxima categoría a los veinticuatro años de edad. Diez años después, Senna tendría tres títulos mundiales, cuarenta y una victorias, ochenta podios y sesenta y cinco pole positions en la F1.

Imagen obtenida de Targasport

La rapidez de Senna es incomparable. Al día de hoy, no existe un piloto con la velocidad de Ayrton Senna. Su destreza y determinación al volante eran únicas, siempre al límite. La historia del deporte registra que el brasileño posee la vuelta más rápida en una prueba de calificación, inmaculada. El GP de Mónaco de 1988 vería a Senna y su coequipero, el francés “profesor” Alain Prost, luchar por pole position (esa temporada entre ambos pilotos ganarían quince de dieciséis carreras). Monte Carlo resulta ser la prueba más compleja y demandante para cualquier piloto (Senna ganó en seis ocasiones); en poco más de tres kilómetros y dieciocho curvas, los pilotos realizan más de tres mil cambios de velocidad por carrera. Nelson Piquet, tricampeón mundial, define Mónaco “como manejar una bicicleta dentro la sala de tu casa”.[2]

En esa calificación, bajo la misma maquinaria, Senna superaría a su coequipero por 1.427 segundos; en F1, ese tiempo es una eternidad. Difícilmente, esa vuelta podrá superarse; es catalogada como la máxima expresión de manejo de un piloto de F1. El brasileño describiría; “esa vuelta ha sido una de las experiencias más intensas de mi vida; manejé el auto por instinto, estuve en otra dimensión, como si me desprendiera de mí mismo; nunca más volví a tener esa sensación”.[3] Hombre y máquina fundidos en un solo organismo: el humanoide.

Imagen obtenida de Targasport

Existen dos elementos fundamentales que caracterizan a la F1 a diferencia de todo el automovilismo. La innovación tecnológica y la potencia del motor. En la temporada 1994, el segundo elemento superaría al primero. «Tendremos suerte de pasar esta temporada sin una lesión grave, o incluso algo peor», diría el brasileño. En las dos primeras carreras Senna abandonaría. Un joven alemán, un tal Michael Schumacher punteaba el mundial. “La temporada inicia en Imola”, sentenció Senna.

En la campiña italiana, entre viñedos y ruinas del imperio romano, veinte pilotos con sus monoplazas de 600 caballos de fuerza llevaban el “Gran Circo” a San Marino. Aunque las dificultades con el auto persistían, Senna estaba determinado a ganar. Se le veía diferente; era un Senna maduro y el único campeón mundial en la parrilla. Su archienemigo, el francés Alain Prost recién se había retirado campeón. Expertos afirman que Senna perdió motivación por la salida de su rival, que perdió su propósito principal.

Imagen obtenida de RFI

-Viernes 29 de abril. Prácticas libres. El connacional Rubens Barrichello despistaba a 220 km/h, casi expulsando su coche por encima de las barreras. Los servicios médicos llegarían a la escena; el piloto perdería conocimiento unas horas. Despertaría con lesiones leves. Un mal augurio rondaba.

-Sábado 30 de abril. Calificación. Ayrton Senna lideraba la sesión. El novato Roland Ratzenberger, buscaría mejorar el cronometro. Media vuelta después, el austriaco se estrellaba a 300 km/h; falleció en el instante, su auto partido en dos. Bajo las leyes italianas, la carrera debió suspenderse, sin embargo, los organizadores anunciarían la muerte del piloto en el hospital, a fin de evitar las pérdidas millonarias. Senna de inmediato se trasladó al sitio del impacto, sollozaría en el acto. Era la primera muerte en la F1 después de doce años.

Imagen obtenida de RFI

Senna quedó profundamente afectado y consternado. Ferviente católico y creyente en Dios, cargaba la biblia en cada carrera. Tras el accidente, el brasileño abandonó el circuito con la premisa de reunir a los pilotos para exigir a la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) mayores medidas de seguridad. Esa noche, Senna confesaría a sus familiares su deseo de no correr la carrera al día siguiente.

-Domingo 1° de mayo. Gran Premio. Minutos antes de la largada, Senna lucía afligido, desconcertado, desubicado; hizo lo que nunca; en el carro se retiró el casco. El brasileño conduciría con una bandera austriaca, en honor al piloto caído el día anterior; la hondearía en su honor al concluir la competencia. En la arrancada hubo un choque que arrojó neumáticos a las gradas, una docena de aficionados resultaron heridos. El auto de seguridad lideró al grupo mientras se limpiaba la pista; Senna, como era costumbre, en primer lugar. En la vuelta siete la bandera verde reanudó la carrera; Schumacher perseguía a Senna. A 300 km/h entraban a la curva Tamburello, un segundo después, llegó la tragedia.

El impacto fue brutal. El Williams-Renault quedaba destrozado del lado derecho. El brasileño en su interior, inamovible. La curva Tamburello era conocida por su velocidad más que por su complejidad; ya había cobrado severos accidentes con anterioridad. Al igual que otros circuitos, era la curva a negociar; como Eau Rouge en Spa Francorchamps, la 130R en Suzuka, la Peraltada en el Hermanos Rodríguez.

Los paramédicos llegaron al sitio, después de varios intentos, lograron sacar al piloto del auto. En el piso, el charco de sangre daría imagen a la severidad del accidente. Había signos vitales, una mínima esperanza. Alain Prost observaba desde el pit de la escudería Williams. El médico de la carrera, Sid Watkins, amigo personal del brasileño, diría; “de inmediato, me percaté que se trataba de una fatalidad”; “no soy un hombre religioso, pero en su último aliento sentí su espíritu abandonar su cuerpo”[4], Se requería atención de urgencia, un helicóptero trasladaría a Senna al hospital para salvarle la vida. Durante el traslado, las gotas de sangre salpicaban desde el helicóptero. “Muerte cerebral”, se anunció horas después; a pesar del impacto, no había ninguna otra lesión en el piloto.

Por tres días hubo luto nacional en Brasil, millones de personas acompañaron el cortejo fúnebre, le dieron honores de estado; la consternación fue global; meses después, la selección Verdeamarelha ganaría el mundial; en la cancha, desplegarían la leyenda “Senna, somos tetracampeones”. Tras la muerte del piloto, la FIA reintrodujo cambios al reglamento y los sistemas electrónicos en los autos; fuertes medidas de seguridad se implementaron; se rediseñaron los circuitos; Imola fue reconfigurado y poco queda de aquel trazado; la curva Tamburello desapareció, aun así, treinta años después, su trágico legado permanece.

La FIA llevó a cabo indagatorias del accidente, hubo juicio criminal en Italia, demandas homicidas a la escudería Williams, miles de hojas de investigación; pero al final nada cambió, nadie fue culpable. ¿Fue error del piloto, rotura de la dirección; falta de presión en los neumáticos; el asfalto del trazado? En conclusión, se determinó que una pieza de la suspensión entró por el casco y atravesó la cabeza del piloto. “Fue como si Shiva, el Dios indio de la destrucción, visitara la Fórmula Uno ese fin de semana”, opinaría Damon Hill.[5]

En Imola, cerca del lugar del accidente, se erigió una estatua en memoria de Ayrton Senna. El monumento de bronce muestra al piloto sentado, con la cabeza baja y triste, en estado de gracia; una imagen de nostalgia. La trágica muerte del piloto representó un parteaguas en la F1; un antes y un después en el deporte. Los autos de hoy no guardan ninguna relación con los autos de esa era. Los pilotos eran gladiadores montados en feroces máquinas, verdaderos toros salvajes.

Imagen obtenida de El Universal

Senna fue el último campeón mundial latinoamericano y el único latinoamericano ganador del GP de México; corrió el Autódromo Hermanos Rodríguez de 1986 a 1992; su única victoria fue en 1989. Aún recuerdo el accidente que frente a mis ojos sufrió en la curva Peraltada en 1991; el auto quedó de cabeza. “La pista es un infierno”[6], según declaró. El trazado le resultaba particularmente complicado. Se dice que sus continuas quejas al circuito, el desnivel de la pista y mala calidad del asfalto, motivaron retirar el circuito del campeonato hasta su regreso en 2015.

«Nada podrá separarme del amor de Dios», lee en su cripta. Ayrton Senna; la velocidad fue su vida, su pasión, y su muerte.


Notas

[1] https://en.wikipedia.org/wiki/Death_of_Ayrton_Senna

[2] https://www.formula1.com/en/racing/2024/Monaco/Circuit.html

[3] https://japanesenostalgiccar.com/motorsport-why-ayrton-senna-is-a-japanese-hero/

[4] https://es.wikipedia.org/wiki/Muerte_de_Ayrton_Senna

[5] https://www.huffpost.com/entry/ayrton-senna_b_909096

[6] https://www.clarin.com/deportes/gp-mexico-circuito-ayrton-senna-odiaba-pista-infierno-_0_9B_KiFyak.html

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