Corría el cuarto día de proyecciones en el Festival de Málaga, los días anteriores habían sido bastante decepcionantes por lo que a la Selección Oficial de cine español se refiere. Habíamos estado llenos de comedias estilo Hollywood —la nueva escuela gringa de comedia— superficiales y vacías, llenas de estereotipos y chistes malos y algunas hasta inmorales; cuando apareció en la programación la película Nina de Andrea Jaurrieta como un oasis en el desierto que vino a traer esperanzas respecto a lo que nos restaba de festival.

Todo mundo dice que Nina es un western o un western contemporáneo, yo lo veo más bien como un anti-western que, si bien sigue ciertas reglas o parámetros estéticos, técnicos y cinematográficos del western, existen cambios o diferencias fundamentales respecto a la narrativa, contenido y doctrina que el western predica (de la supremacía del hombre blanco bueno y heterosexual) que vuelven a Nina, desde mi punto de vista, más un anti-western, que un western.

Parecen nimiedades, pero creo que el western es un género pernicioso y vergonzoso que debería desaparecer, sepultarlo junto a John Wayne y los miembros de KKK en el cementerio de la ignominia, de lo que nunca debió ser. Ninguna buena película puede ser un western por una simple cuestión de ética. Y me parece que Nina es una buena película, por eso me sabe tan mal que la llamen western.

El filme trata de la historia de Nina (Patricia López Arnaiz), una mujer de cuarenta y tantos años que regresa a su pueblo natal, después de muchos años de ausencia, alrededor de 30, en busca del hombre que le arruinó la vida.

Patricia López Arnaiz durante el Festival de Málaga, 2024. Foto: Eduardo Aragón

Nina es como un fantasma atormentado que deambula por el pueblo mientras su memoria trabaja y nos empieza a mostrar cómo era la Nina adolescente, de tal forma que nos acerca a los motivos de su desgracia, que el espectador irá descubriendo poco a poco.

A través de una serie de “flashbacks” —dicen los gringos—, escenas retrospectivas, la directora llevará de la mano al espectador por un recorrido sobre la vida de Nina en el pueblo y con aquel hombre misterioso que ha venido a cazar. No se puede hablar mucho de la trama porque una de las cuestiones más atractivas de la película es la forma en que se irán revelando los secretos que el pueblo que vio nacer a Nina guarda infamemente.

La película está llena de símbolos y alusiones al cine clásico, hay un rojo intenso tipo Almodóvar que gobierna la paleta de colores de la pantalla, hay elementos propios del western clásico como el pueblo; el vaquero solitario, que no es vaquero, sino vaquera; la escopeta; el escudero, que no es un indio “domesticado”; el pañuelo rojo de Johnny Guitar (¿un western?, quizás, cuya narrativa también se sale del western clásico); y algunos otros elementos que efectivamente, en principio, la encuadran en el casillero del pernicioso western, pero con notables diferencias intencionales, planeadas, así pensadas, que lejos de confirmarla como western, mí me parece que la colocan como todo lo contrario.

Otra diferencia es que los indios apaches, desplazados por los vaqueros blancos heterosexuales buenos, no son los malos, es más, ni siquiera se trata de esquematizar un clásico cuadro de buenos y malos, blanco y negro sin matices, como un western clásico, que trata de reivindicar el despojo, lo haría. A pesar de los terribles y condenables sucesos que destruyeron la vida de Nina treinta años atrás, Andrea Jaurrieta trata de meter al espectador en la cabeza de aquel hombre responsable de tan terribles actos, no da su versión o una sola versión de los hechos y por sobre todas las cosas no condena sumariamente a nadie.

Andrea Jaurrieta durante el Festival de Málaga, 2024. Foto: Eduardo Aragón

Pero la fundamental diferencia con el western clásico y, de hecho, la razón por la que creo que en todo caso se trata de un anti-western, es que el héroe de la película no es el hombre blanco heterosexual redentor que baja de su caballo a hacer justicia en nombre de la mujer indefensa ofendida. No, en Nina, es la propia mujer “indefensa”, para el western clásico, la que tomará la escopeta para hacer justicia, cualquiera que sea la forma en la que entienda la justicia, y que nadie le podrá reprochar. Nina va a cambiar los pantalones vaqueros por un vestido largo y el sombrero por un pañuelo a tono, para enfrentar a su victimario.

El pueblo no será ese lugar ausente lleno de borrachos que solo decoran la escenografía del western, el pueblo ahora juega un papel, con su silencio es cómplice de la injusticia. A la iglesia por fin se le pone en el sillón de los acusados. Nina no es la más popular del pueblo, en cambio su victimario sí. Ni la Ley, ni el pueblo, ni la autoridad están con Nina. Y estas cosas tampoco pasan en el western, el hombre heterosexual blanco y bueno siempre estuvo de lado de Dios y la Ley.

La película está basada en la obra de teatro del mismo nombre de José Ramón Fernández y en la Gaviota de Chejov, la directora comentó en la rueda de prensa, que se llevó a cabo después de la proyección, que en ambas referencias no le gustaba que Nina vuelve al pueblo con el alma destrozada, le han hecho de todo, pero dice que se enamoró y perdona a esta persona porque le quiere “y yo leía eso y decía no, no, no esta vuelve con una escopeta jajaja…”

Darío Grandinetti durante el Festival de Málaga, 2024. Foto: Eduardo Aragón

El guion es muy bueno, sólido, claro, no deja cabos sueltos ni temas a medio recorrer, es redondo. Además, tiene la virtud de irle mostrando al espectador poco a poco la razón de las cosas en un juego presente – pasado muy bien llevado. Muchas veces los guiones que tratan de sorprender al espectador, dejando alguna sorpresa o la razón de la trama para el final o ya avanzada la película, cometen errores de coherencia, Andrea Jaurrieta tiene la no muy común habilidad de poder mantener el suspenso hasta el final, sin llevarse por delante la congruencia y la coherencia del guion, y eso es algo de aplaudir porque muy pocos lo consiguen.

Destaca el vestuario y el uso del color rojo como pinceladas artísticas de alta calidad en la película; la música y los efectos sonoros también le aportan al drama, la fotografía es buena y las actuaciones cumplen con creces lo que la historia demandaba, especialmente la de Nina adulta. Patricia López Arnaiz solventa con creces los requerimientos del personaje.

Nina ganó el Premio de la Crítica en Málaga, llegará a los cines españoles el próximo 10 de mayo y no tengo la menor duda que será visible en México de alguna forma (cine o plataforma) en algún momento del año. Después de Nina la calidad de las películas españolas programadas en la Selección Oficial del Festival de Málaga mejoró considerablemente, convirtiéndose en un parteaguas en ese sentido. Hay un Festival de Málaga antes de Nina y otro después de su proyección.

Iñigo Aranburu durante el Festival de Málaga, 2024. Foto: Eduardo Aragón

Anécdota

A pesar de que hubo muchas preguntas en la rueda de prensa que se ofreció al finalizar la proyección, tuve la oportunidad de hacerle un par a la directora Andrea Jaurrieta que a continuación les dejó con sus respectivas respuestas:

Yo: Creo que el mundo de las subjetividades y de las percepciones es tanto maravilloso como peligroso y una película llena de simbolismos como hemos concluido que es la que ustedes nos ofrecen hoy, que se agradece porque permite hacer interpretaciones y jugar con los significados, me gusta, es algo que me gusta mucho y en ese sentido yo quería hacer dos preguntas: la primera respecto al vestuario de Nina adulta en los días que está en el pueblo, y obviamente en la escena final también, quería saber si tiene alguna razón metafórica o alguna intención; y la segunda es: me llama la atención también la presencia de la religión en la película y la metáfora, o yo encuentro una metáfora, que nace de la historia que le da origen a la a la Virgen en el faro y este faro como sede de un chorro de circunstancias.

Andrea: Me gustan mucho tus preguntas porque es como: ¡qué bien! se ha entendido bien la película y eso me pone muy feliz. Sobre el vestuario de Nina, de nuevo, con estas referencias al cine clásico, yo le decía a Saioa Lara, que es la vestuarista, que tenía que venir vestida para matar en plan como la película de Brian de Palma, entonces nuestra referencia era… era absolutamente absurdo que se pusiera un vestido para venir a matar, pero… lo tenía clarísimo; entonces de nuevo jugando con los rojos, jugando con el pañuelo, que ese mismo pañuelo es el que lleva la niña de pequeña, es el pañuelo rojo que también lleva Johnny Guitar, con esos colores construimos todo.

Hubo un momento de dudas que no sabíamos iba a ir de amarillo, porque era muy Johnny Guitar, pero a mí me pareció que era demasiado, el rojo era el color… básicamente, sí el juego con el vestuario principal es ese, construir algo más de heroína icónica cinematográfica, aunque también ella es un personaje muy peliculero ¿no?… entonces me pegaba que ella viniera como de película a matar. Y luego el vestuario que iba durante el día pues, yo tengo la broma que es que Saioa la vistió de mí porque yo visto así, entonces dijo “esto le va a gustar” ¿qué te parece? Y digo: Ah perfecto, maravilloso, entonces vestida de mí; pero siempre con esos looks con ese rollo un poquito que lo que hablaba ella de salirnos del naturalismo que se nos presupone a las directoras y hacerlo un poco más cinematográfico con el naranja, la chupa, el no sé qué y esos guiños al western.

Rueda de prensa durante el Festival de Málaga, 2024. Foto: Eduardo Aragón

Y sobre el simbolismo que has hablado de la Virgen y del faro pues exactamente era eso ¿no? Jugar con eso también, porque creo que la religión, bueno yo soy Navarra, la religión tiene mucho peso en Navarra, toda la procesión todo ese mundo que sale, es el mundo en el que yo he crecido, entonces para mí sí que hay un silencio de la Iglesia muy fuerte y una hipocresía muy grande y creo que tenía que estar todo impregnado de esto también con el simbolismo de la Virgen del faro… Así que sí, qué guay, muchísimas gracias porque me alegro mucho de que se haya entendido; bueno que supongo que no es tan difícil, ¿no? Quizá, pero que podría hacer que dijeran y esta, ¿de que está hablando aquí? O sea que gracias.

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