1

Todo el mundo se indigna cuando ve el mal que causa un tercero, pero, luego, se deleita con el que él mismo provoca. Si Felipe González nos enseñó que “verdad” es lo que la gente cree que es “verdad”, por su parte, Pedro Sánchez nos ha demostrado que “legal” es aquello que el poderoso decide que sea “legal”.

El poderoso ejerce su poder para buscar un beneficio. Pero, garantizado este, ese ejercicio se convierte en un valor y el poderoso hará cualquier cosa que le garantice poder ejercerlo, incluso, delinquir.

Contra la doctrina extendida que dice que, para alcanzar la santidad, hay que perdonar al delincuente y poner la otra mejilla ‒que solo es una forma de convencer a los buenos de verdad de cumplir la ley, dejando que solo los otros buenos, los malos, la incumplan‒, se opone el concepto filosófico de voluntad, de forma que, si la voluntad de alguien ha obtenido un beneficio por el perjuicio causado a la voluntad de un tercero, ese desequilibrio debe subsanarse, y de ahí proviene, en segundo lugar, la justicia objetiva, después de la venganza, nombre inadecuado para la reparación de la voluntad que persigue quien la ejerce. Pero, anulada esta por ley, solo le queda al perjudicado recurrir a la justicia de las instituciones, las cuales tienen a su favor el prejuicio ingenuo del pueblo de que obrarán con ecuanimidad, prejuicio que no es otra cosa que agarrase a un clavo ardiendo, en vista de que no se puede hacer nada más.

Decimos esto porque el poderoso que juzga –y no solo en los tribunales– puede resolver con justicia o, si mejor le conviene, sin ella, pues la justicia oficial tiene unas exigencias formales y unos límites de actuación, por lo que la forma con la que se hubiere resuelto la reclamación, pudiera ocurrir que no se hubiese desarrollado hasta que se hubiera descubierto la verdad, sino hasta que los posibles trámites se agotan, por lo que, por el rigor del proceso, nada puede hacerse contra una resolución injusta, y la resolución del caso perjudica, nuevamente, a quien ya había sido perjudicado, que ni puede vengarse ni obtiene justicia.

Las instituciones pueden ser cómplices de los delincuentes y los mayores delincuentes, pues un daño a una persona, puede soportarle la comunidad –que viene a decir: que fulano se “fastidie” por “el bien común” –, pero, cuando fallan las instituciones, que son los pilares de la sociedad, si esos pilares están podridos, entonces, la comunidad se   resquebraja, pues, si las instituciones sociales no respetan la justicia ni la verdad ¿qué justificación le queda a la sociedad? Y ¿qué obligación tendrían de hacerlo los demás?

La realidad nos responde a esa duda: solo pueden incumplir la ley los poderosos y los amigos de los poderosos, que, al quebrantar la ley, son los “malos” por mucha capacidad que tengan de catalogarse como “buenos”. Y esa realidad nos dice algo más, que el derecho del individuo carece de valor en esta sociedad que solo aprecia el valor del “bien común”.

Eventualmente, podemos encontrar algún caso, como veremos, donde la racionalidad o el sentido común de los poderosos, se impone a la ciega defensa de los intereses de los miembros de una institución, una mala costumbre muy extendida que acaba por convertir cualquier institución fundamental en una organización de delincuentes.

2

Este ejercicio del poder como derecho del cargo social, o de la superior posición social o personal relativa de una persona respecto de otra, le vemos incluso en los casos de los profesionales de la salud sobre sus víctimas.

Uno de esos terribles ejemplos de la injusticia social es el del trato que reciben las víctimas de la psiquiatría, y, uno de los artículos sobre esta cuestión, dice [1]:

“…un tema queda siempre fuera de foco: la vulneración de derechos en psiquiatría«.

No obstante, la pandemia puso algunos asuntos sobre la mesa: por ejemplo, por comparación, para restringir el derecho de la ciudadanía, se tuvo que decretar un estado de alarma; en cambio, para ingresar a una persona contra su voluntad en una planta de salud mental y limitarle su derecho a la circulación solo se necesita que un psiquiatra determine que existe peligro para sí mismo o para los demás.

(…)

No se habla de las personas psiquiatrizadas, que llevan años sobremedicadas, sobrediagnosticadas e institucionalizadas. No se habla de la absoluta falta de respeto a los derechos de las personas psiquiatrizadas, no se habla de la absoluta indefensión y torturas que padecen.

Todas las personas estamos a favor de los derechos humanos excepto cuando llegamos al sistema de salud mental. 

(…)

“Como nos dice Laing (Ortiz Lobo y Huertas, 2018): “La psiquiatría es la única rama de la medicina que trata a las personas en contra de su voluntad. (…) Es la única rama de la medicina que encarcela a sus pacientes si lo ve necesario”.

(…)

2… como nos explica Ana Elúa (2016):

Al igual que en los años sesenta y setenta del siglo XX, Basaglia (1968) y el resto del movimiento de antipsiquiatría, llegaron a la conclusión de que el loco enfermaba por el manicomio (Rendueles, 2016),”

3

Pero más terrible es la aplicación del electrochoque, como denuncia el psiquiatra Peter Breggin [2]:

“Les encanta dar electrochoque, es extremadamente remunerativa y, según las escasas estadísticas de las que disponemos -pues los médicos ocultan los datos-, la gran mayoría de terapia electroconvulsiva, actualmente, se está dando a mujeres mayores. ¿Por qué mujeres mayores? Bueno, son vulnerables, no tienen a nadie que las proteja y Medicare lo sufraga. No es muy complicado. Una máquina de electrochoque mantendrá la Unidad psiquiátrica típica de un hospital general haciendo dinero y a los médicos haciendo dinero.

¿Qué es la terapia electroconvulsiva? La terapia electroconvulsiva se inventó en 1938, durante una época en la que los psiquiatras estaban buscando nuevas y mejores formas de infligir daños cerebrales en las personas. No era, como hoy en día, que mienten y dicen que el tratamiento es inofensivo. Era parte, francamente, de la búsqueda generalizada de lobotomización y electrochoque. Cerlettti y Bine, en Italia, descubrieron que los cerdos eran noqueados [3] mediante sacudidas eléctricas aplicadas sobre su cabeza, que les provocaban una convulsión, caían al suelo y, sino eran sacrificados, se levantaban y se alejaban temblando. Esto les dio la idea de que sería una buena manera de administrar el electrochoque a los seres humanos usando electricidad.”

(…)

“Ello provoca una enorme convulsión, mucho más fuerte peligrosa y dañina, que la convulsión ordinaria espontánea que sufren los epilépticos (…). De hecho, las convulsiones son tan  intensas que ocurren cosas que no ocurren a los epilépticos. En animales, se producen daños cerebrales, muerte celular, hemorragias pequeñas por todo el cerebro. Y, de hecho son tan intensas físicamente ‒más que las convulsiones ordinarias‒ que antes de que empezaran a paralizar los músculos, la gente se rompía la columna, si se les sujetaba, la gente se rompía las extremidades, a causa de la avasalladora intensidad de las convulsiones.”

4

Según la web de Medlineplus:

“La terapia electroconvulsiva (TEC) utiliza una corriente eléctrica para tratar la depresión y oras enfermedades mentales”  [4]:

Así que cuidado con decir que uno está deprimido, porque le fríen el cerebro antes de que se dé cuenta, y ello a pesar de lo que dice Robert Whitaker (2015) [2]: 

“Durante los últimos veinticinco años, el orden establecido psiquiátrico nos ha contado una historia falsa. Nos dijo que la esquizofrenia, la depresión y la enfermedad bipolar se sabe que son enfermedades cerebrales, a pesar de que no puede indicar ningún estudio científico que documente esa pretensión.”

Notas:

1ª.- 08-09-2021, Revista Viento Sur, Psiquiatrización, pandemia y Orgullo Loco, de Fátima Masoud Salazar, https://vientosur.info/psiquiatrizacion-pandemia-y-orgullo-loco/

2ª.- Vídeo de Youtube: Simple Thruths about Psychiatry.

El psiquiatra Peter Breggin denuncia el Electrochoque como Daño por lucro y crueldad fraudulenta; https://www.youtube.com/watch?v=qZW1qKCcTZU

3ª.- Eran “noqueados”, pero no morían, y la muerte les llegaba ‒y les llega‒, cuando el matarife les abre en canal con una sierra eléctrica.

4ª.- Medline Plus, Terapia electroconvulsiva:

https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/007474.htm

Medline Plus es La Biblioteca Nacional de Medicina de los EE. UU.

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