Los seres humanos deberíamos encontrarnos no para imponer sino para inquirir.
William Godwin
El 20 de julio pasado, dentro de las movilizaciones contra la gentrificación que se han dado recientemente en México, un grupo de manifestantes se desvió del contingente principal para realizar su protesta fuera de las instalaciones del Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM (MUAC), como fue muy público y “conocido”; y pongo entre comillas conocido porque, como siempre, la mayoría de medios de comunicación enfocaron sus notas en satanizar la acción directa que los manifestantes ejercieron sobre las instalaciones de dicho espacio cultural, sin, en ningún momento, preguntarse si existe alguna causa por la que las personas involucradas hayan actuado de esa manera.
Este tipo de comportamientos mediáticos, muy comunes, tiene como objetivo invisibilizar las verdaderas razones por las que estos fenómenos, de naturaleza política y no vandálica, ocurren, con la única finalidad de evadir el debate público. Un debate público respecto al aburguesamiento (gentrificación) del arte en general y de la UNAM y su Centro Cultural Universitario en particular que deviene urgente y necesario.
Por tales razones y varias casualidades que se dieron en los días siguientes, busqué al artista e investigador mexicano, egresado de la ENAP, al doctor Pablo Ángel Lugo, quien conoce de cerca como funciona el arte en general y cuáles fueron las necesidades a satisfacer bajo las que se aprobó el proyecto de construcción del MUAC. Información que considero nos puede ayudar a iniciar ese debate que ya no se puede eludir más.
El doctor Pablo Ángel Lugo es un artista e investigador reconocido a nivel internacional, con una sólida formación académica. Su carrera se ha desarrollado tanto en el ámbito artístico como en el de la investigación, destacándose en el arte público. Además de su obra en este campo, ha incursionado en diversas formas de expresión artística, como pinturas, dibujos, esculturas y videos, que ha exhibido en numerosos países como México, Cuba, Estados Unidos, España, Colombia, Francia, Portugal, entre otros. Realizó estudios en México, España y el Reino Unido. El doctor Lugo destaca por su versatilidad, desempeñándose como investigador, artista, experto en arte y economía. Sus investigaciones exploran la relación entre el arte y la sociedad, profundizando en su impacto en la economía, el derecho y la política. Es el único perito judicial en arte público del Consejo de la Judicatura Federal (México).
La entrevista
¿Cuál es la experiencia que te ha dado más satisfacción en tu vida profesional, ya sea como artista o como investigador?
Pablo Ángel Lugo: Pues en general son muchas, pero la que más me ha gustado fue el proyecto Clandestine Citizenship, en Londres, que realizamos entre el 2015 y el 2018.
En tus redes sociales te describes como un auto-exiliado ¿Cuáles fueron las principales razones y circunstancias que te llevaron a tomar la decisión de desarrollar tu arte fuera de México?
Pablo: Es la radicalidad, después de la huelga del 1999-2000 de la UNAM hubo mucha persecución y ademas se negaron fondos para ciertas personas. Incluso hoy, es un tema extenso, pero al poder nunca le ha gustado la gente que promueve el autogobierno y la autogestión. Me considero uno de ellos y la evidencia me hizo darme cuenta de que no había lugar para mi en México, por lo menos no mientras estaba el estado represivo. Hoy sigue siendo el estado represivo, pero después de tantos años fuera de México, no dependo económicamente del Estado mexicano y por ello puedo estar tranquilo dentro de procesos críticos contra el estado y sus instituciones.
¿Por qué decidiste enfocarte en el arte público?
Pablo: Fue uno de mis primeros errores como artista. Creí que el arte público era una herramienta de visibilización de procesos y problemáticas sociales, con el escudo del arte como herramienta de defensa en sistemas autoritarios. Pero estudiar arte público me ayudó a comprender que eso no ocurre en el autoritarismo. Los procesos históricos han cambiado y hay una diferencia pues durante el periodo neoliberal el arte público solo se usó para que el artista canalizara el enfado social y lo privatizara, y todo el beneficio se va a un solo sitio, al artista; es la privatización del capital simbólico colectivo y su transformación en capital económico en un solo individuo.
¿Cuáles son las características más comunes a considerar para valuar una obra de arte?
Pablo: Es extremadamente amplio, pero en general la importancia radica en identificar de que tipo de obra se trata, la antigüedad, si el artista esta vivo, si hay documentación, el due provenance [procedencia] and due dilligence [debida diligencia], que faciliten la relación con el autor, y revisar las piezas del artista dentro de los mercados globales, así como, precios en subastas y ventas últimas realizadas.
Federico García Lorca decía que para entender a Góngora había que estar iniciado en la poesía, sino el arte del cordobés pasaría desapercibido. ¿Crees que la gente común, es decir, sin ninguna formación artística, necesitamos algún tipo de conocimientos básicos para apreciar de manera correcta el arte? Una iniciación como sugiere Lorca.
Pablo: El arte es un lenguaje abstracto, y como todo lenguaje requiere de conocimiento, de símbolos, de lecturas, de mecanismos de ver y procesos de repensar. Si no poseemos lo básico de un idioma, es difícil poder acercarnos a sus lecturas. Definitivamente, hay relaciones de analfabetismo artístico, y es desde lo más básico, desde el percibir los procesos creativos en el artesano hasta la predicción de una obra de jazz y su complejidad. Cuando fui profesor de la Universidad de la Rioja mucho del trabajo que hacíamos era evidenciar y generar proyectos que promovieran la pedagogía visual, hay que generar una educación visual que sea crítica y descolonizar esa mirada.
Jean Louis Comolli dedicó gran parte de su vida a teorizar el enfrentamiento entre el cine y el espectáculo, haciendo una clara distinción entre uno y otro, una distinción que hoy es menos clara para el público general. El cine propiamente dicho se ve relegado, si tiene suerte, a algún festival especializado (y empieza a ser excluido de estos espacios también). ¿Consideras que, como el cine, el arte en general o alguna de sus ramas o tipos más vulnerables a ello, se encuentran en riesgo de perderse, confundirse con en el espectáculo y en la mercantilización de sus productos?
Pablo: Es un proceso muy común. La idea que existe dentro del neoliberalismo es precisamente que si no hay una cantidad de dinero redituable, entonces, no vale la pena. El espectáculo y la cultura tienen la gran diferencia de relacionarse socialmente de manera diferente. La cultura tiene la tendencia a generar conflicto. Los procesos culturales son relevantes ante la sociedad porque permiten generar conflicto y ese conflicto es posible resolverse de formas diversas. El arte permite eso. El espectáculo lo que hace es reafirmar lo que uno cree, es más un acto de propaganda que una acción de reafirmar un supuesto, y de llevarlo a lo sensible para reafirmarlo dentro del individuo.
¿Es posible el arte en el capitalismo? ¿Qué tan presionado se puede ver un artista en adecuar su obra a las exigencias del mercado?
Pablo: Si deseas vivir del arte como producto, es preciso entonces que tu obra sea vista por el comercio como algo vendible. Sin embargo, hay diferentes mercados del arte. Y esos son los que deberíamos explorar.
¿Cómo que un plátano pegado a una pared es arte y sobre todo por qué no nos habíamos dado cuenta de ello?
Pablo: Debemos entender que existen varios planos del precepto artístico. El mercado es hoy en día lo que define lo que es el arte. El proceso neoliberal es el que ofrece esas directrices; y desde luego, los sometidos al mercado neoliberal, entonces, aceptarán los dogmas del mercado y con ello las directrices estilísticas.
¿Qué opinas de Banksy? ¿Cómo es que nadie sabe a ciencia cierta quién es y a la vez todos sabemos con mucha certeza cuando realiza una de sus obras? Hay una complicidad mediática que no me termina de convencer.
Pablo: Hay gente que sabe quien es Banksy y la forma en que se ha vinculado perfectamente al mercado; por otro lado, no hay nada que deba convencer. El arte de un artista puede gustarte o no, pero de ninguna manera debe tratar de convencerte. El arte no es propaganda para convencernos de algo, es un mecanismo de crítica y como ello debe considerarse.
¿Consideras que el arte es elitista? Desde dos enfoques:
A. ¿Es elitista desde la posibilidad de poder desarrollarse con éxito como creador? Me refiero a si los espacios de formación (escuelas especializadas, universidades) producción (acceso a materiales, espacios adecuados, financiamiento), distribución (espacios para exponer, acceso a los medios especializados, museos, galerías), etc., están de alguna manera cooptados por determinados grupos, élites, apropiándose de ellos de tal forma que para la gente común su acceso es más complicado?
b. Desde el punto de vista de público, ¿por qué pareciera que la masa popular no está interesada en el arte? ¿El sistema se opone a la democratización del arte?
Pablo: Personalmente, creo que el enfoque que se da al arte es erróneo. El arte es una facultad humana que se desarrolla como un proceso de cúspide de resolución de las necesidades humanas. Creamos arte porque ya hemos comido. La analogía es que ningún humano ni en lo individual ni en lo colectivo o social dedicará sus esfuerzos materiales o económicos para generar arte si las necesidades básicas de alimentación, techo, y su subsistencia estén garantizadas. En ese sentido, el arte no es una necesidad básica, no es como la alimentación o el techo. El arte no es necesario para el desarrollo de la vida, pero se puede vivir y se vive sin él. Por esa característica básica el arte es alcanzable para aquellos que pueden permitírselo: Los que tiene resueltas dichas necesidades y puede contribuir al gasto de recursos personales y materiales en actividades que procuren otro tipo de desarrollo, más allá de la mera subsistencia. Por esta naturaleza el arte tiene un carácter particular. Y por ello esta vinculado a las clases pudientes, y como todo mercado sometido a las dinámicas de oferta y demanda. En consecuencia, las elites dominan hoy en día por medio del mercado lo que el arte debe ser. Pero, sin duda alguna, hubo épocas en que otros dos factores determinaron lo que era el arte: En algún momento, fue el Estado, la Iglesia y la Academia. Eso se transformó con el tiempo y sobre todo con los procesos económicos neoliberales, en los que tanto el Estado y la Academia perdieron voluntad y poder sobre la toma de decisiones; por ello, al artista le toca como a cualquier obrero, venderse en el sistema capitalista como facturero de objetos deseados por la clase dominante.
En ese sentido, la pregunta sería: ¿Qué es el éxito como artista? ¿Vivir de la obra creada? ¿O vivir holgadamente, sobrevivir? ¿El reconocimiento? ¿O la capacidad de generar obras de arte que conecten con un público amplio? Y usaré estas dudas para responder a la segunda parte de tu pregunta: El arte y su consumo, o su participación, requieren de un nivel de acceso al lenguaje del arte, esa parte de educación artística debería estar vinculado a las escuelas públicas y en ocasiones lo está; pero, como siempre, depende del académico en turno. La masa, la clase trabajadora, no tiene el acceso ni la información ni el tiempo para aproximarse a los fenómenos artísticos públicos. De allí la crítica al gobierno morenista y su confusión entre la generación de cultura y el desarrollo de espectáculos para la clase trabajadora, el espectáculo permite reforzar las ideas que existen en el subconsciente, mientras que el arte opta por ser crítico ante dichas ideas.
En el cine, en algún momento los franceses se dieron cuenta de que las masas no estaban preparadas para ver cine de arte, y empezaron a educar a los niños desde la escuela en cine, no hicieron otra cosa que darles acceso a las películas. Ponen a su disposición en las bibliotecas escolares y públicas y otros espacios películas de arte que difícilmente llegan a las salas de cine debido a su poca demanda en la taquilla. En tu experiencia en el extranjero, ¿has encontrado políticas públicas o experiencias comunitarias que hayan sido exitosas en la tarea de la democratización del arte?
Pablo: Muchas, de hecho, uno de mis principales esfuerzos es vincular dichos conocimientos para beneficio de las políticas culturales de la República Mexicana. Sin embargo, dichos esfuerzos no son eficientes porque la cúpula de la clase política mexicana está vinculada a procesos exclusivos de desarrollo de los propios grupos políticos. ¡Vamos! Que hay otros intereses. Pero por eso nos estamos reorganizando desde abajo, desde la creación de colectivos y cooperativas hasta la IWW [Industrial Workers of the World] en México, un sindicato revolucionario, el más viejo del mundo del cual he sido miembro desde hace muchos años en el Reino Unido. Y esa es la principal encomienda, debemos reorganizarnos, pues el gobierno no está de nuestro lado, no solo como trabajadores de la cultura, tampoco como trabajadores, sigue el problema de la aprobación de la jornada laboral de 40 horas, cuando en algunos países ya se trabajan 36 o hasta 30 con excelentes resultados. En Mexico, el partido de supuesta izquierda no hace esfuerzo alguno por solucionar esta demanda que tiene muchos años.
Hace unos días, dentro de las manifestaciones contra la gentrificación, un sector importante de manifestantes decidieron desviarse de la ruta de la marcha principal con rumbo al Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM. Los medios como siempre satanizaron y banalizaron la cuestión de fondo. La gente en general se dejó llevar por la propaganda mediática y nadie se detuvo a pensar en si existen razones de fondo para que los manifestantes reclamaran la gentrificación del MUAC y a lo mejor del arte en general, porque también fueron contra una librería. ¿Tú qué piensas de lo sucedido, cuál es tu lectura?
Pablo: El MUAC fue un proyecto generado por el colectivo “Pantera Rosa” de la ENAP en el año 2002, se argumentaba que hacia falta un espacio para que los propios miembros de la ENAP tuvieran oportunidad de presentar sus propuestas, pues era la finalidad del Centro Cultural Universitario. La propuesta fue llevada por los Consejeros Universitarios Alumnos y presentada por ellos a los Consejeros Universitarios Profesores, quienes la adoptaron y presentaron a la Directora del momento, y en conjunto se presentó ante el Consejo Universitario en la Comisión de Cultura. Se aprobó la creación en el 2004 en el pleno del consejo. Y una de las bases fundamentales del MUAC era su carácter de universitario, definiéndose como una herramienta para que los estudiantes de arte pudieran tener acceso a plataformas de difusión. El MUAC era para presentar socialmente las actividades y a los artistas que la misma UNAM estaba generando. Un mecanismo de impulso de la propia Universidad a sus egresados (un ejercicio realizado en diferentes escuelas de arte, como la Royal Academy of Arts en Londres).
El MUAC fue tomado por Cuauhtémoc Medina como herramienta personal para promover su ya enorme carrera y después impulsar la de Amanda de la Garza, misma que no tenía el expertise necesaria para dirigir dicha institución y que fue nombrada gracias a los fenómenos sociales feministas que promovieron una salida de Cuauhtémoc de manera estrepitosa.
El MUAC es una herramienta que usa el dinero público para atraer piezas de colecciones y artistas que poca vinculación tienen con la UNAM y sus principios fundamentales de existencia que como institución precisa para el desarrollo de la cultura en México. No cuenta el MUAC con un día de acceso gratuito, lo que no solo violenta la legislación universitaria, también la constitución en su artículo 3o.
Es un proceso mucho más amplio, pero entendemos que el MUAC se ha convertido en una herramienta del mercado para promover sus intereses. Es un mecanismo de privatización de una institución pública. La gentrificación no es únicamente un proceso de despoblación y re-ocupación por población privilegiada, es un mecanismo de colonización, lo que implica que los servicios, bienes e instituciones pierden soberanía para servir a intereses que no benefician a aquellos para los que deberían estar destinadas las instituciones o servicios. Es un proceso de colonización, los impuestos de los pobres, mantienen los privilegios de los que no contribuyen a dichos servicios.
¿Podemos decir que, como todo en México, el MUAC se encuentra secuestrado por una élite?
Pablo: Sí, e igual que todo lo demás, es responsabilidad de todos recuperarlo.
Yo he tenido una mala experiencia en el FICUNAM y me parece que responde un poco a una elitización del festival y con elitización no me refiero al público que asiste, sino a que se ha construido un grupo alrededor del festival que se han apropiado de él. Independientemente del MUAC, has visto tendencias parecidas en algún otro sector cultural de la UNAM y de la UNAM en general. ¿Perdimos la UNAM? Y si es así, ¿cuándo pasó? ¿O siempre estuvo pérdida?
Pablo: México es un país en el que las estructuras de poder siguen siendo procesos de manipulación y de compadrazgo, falta mucho por madurar desde la política. Todo en la UNAM está lleno de compadrazgos y corruptelas, pero es normal, en todo el país ocurre lo mismo. La UNAM no debe o debería creerse especial por su carácter autónomo, es el reflejo de la sociedad en la que vivimos, pero en una expresión más reducida, con los mismos fenómenos devastadores.
¿Es necesario democratizar el arte? Y, si es necesario, ¿cómo lo hacemos, a sabiendas que no contamos con el Estado ni con las universidades públicas ni con nadie, para, desde la comunidad, democratizar el arte?
Pablo: Sólo nos queda la anarquía, es por eso que las comunidades zapatistas siguen creciendo. Han decidido desde hace 30 años que del Estado ni del resto de mexicanos pueden esperar mucho. El arte debe democratizarse, pero desde una perspectiva no capitalista. No tiene ningún sentido recuperarse de la resaca capitalista para volver a reproducir el modelo. Es lo que pasa con muchos colectivos y artistas que vienen de abajo, que reproducen los mismos esquemas sin ser críticos con ellos. Se convierten en herramientas de perpetuación del sistema y mecanismos de extracción de la base para reproducir el sistema.