Imagen: Zeus y Ganímedes, de Wikypedia.

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Si bien no nos interesa, al menos en este espacio, entrar a considerar el origen de la tragedia griega, resulta interesante el análisis que de ello hace Nietzsche, porque la explicación “divina” es útil para explicar ciertas formas del arte,  refrendada, la explicación, por la auctoritas que se concede a ese autor pero no siempre a los argumentos razonados de otros.

En principio, Nietzsche considera que la tragedia nace de la unión de lo dionisíaco, la música, y lo apolíneo, la bella apariencia. Pero, luego, reconoce que lo socrático, cuyo valor, inicialmente, rechaza en las obras de Eurípides, ha de tener su lugar y que, de hecho, lo socrático habría sido anterior a Sócrates. Lo socrático no sería otra cosa que la exposición de argumentos racionales, cuya existencia podremos suponer en cualquier cultura, pues la razón solo es el orden en el pensamiento. Aunque, como es sabido, la razón es fácil de manipular y, si nos puede llevar a la verdad, también, a la falsedad, al error o la fantasía, motivo de la desconfianza que produce la lógica en el hombre sabio, a diferencia de lo que ocurre con los hechos, irrefutables, o con las ideas, perfectas y eternas.

Imagen: Dioniso al triclinio – Fresco of Dionysus from triclinium ceiling of home incorporated into Baths of Caracalla, de Wikypedia.

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En la tragedia, se mostraría la racionalidad, socrática; la emoción, dionisíaca; y la realidad, apolínea. Pero faltaría algo, las ideas. Estas quedarían escondidas en el texto y confundidas con la argumentación racional o intuidas por las acciones del héroe. Ya decía Nietzsche que los héroes más gloriosos revelaban una mayor profundidad con sus acciones de la que podían expresar con sus palabras.  El dios griego que mejor representa ese mundo ideal es Zeus. Por su parte, Dionisos supone la irracionalidad, completamente opuesta a los otros tres principios, como negación del mundo externo y reafirmación del mundo interno y emocional. Dionisos representaría la subjetividad del individuo.

Imagen: La muerte de Sócrates. Óleo de Jacques-Louis David de 1787, de wikypedia

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Pero las formas de las tragedias, que es a lo que íbamos, se pueden explicar con estos principios, que siendo cuestión distinta producirán resultados diferentes.

De las tragedias griegas conocemos a sus autores más sobresalientes y, en cada uno de ellos veremos uno de los principios citados, y, de hecho, constituye una verdad más o menos ya reconocida, pues Esquilo vive y defiende el mundo de las ideas, Sófocles el mundo material y Eurípides el mundo lógico.

Faltaría, de nuevo, una última posición, que la ocuparían las obras satíricas. Tanto las comedias como las sátiras suponen abandonar la percepción de la vida de la humanidad y considerarla una tragedia, para presentar la vida individual, que sería una comedia. Una interpretación que explica que muchos hechos de nuestra existencia no sepamos si clasificarlos como comedías o tragedias.

Imagen: Gary Cooper and Mary Brian in The Virginian, 1929, de Wikypedia.

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En el cine estadounidense, Gary Cooper es el primer gran héroe de la pantalla y, por ello, debe representar el primer principio, el del ideal. El papel de Cooper es el del hombre de mirada profunda que ve más allá de las apariencias. Su posición variará para mostrar algunas de las que vamos a ver. A John Wayne, que, según el mismo decía, quería representar al hombre real,  y que ve la vida real, se le identificaba más con el hombre corriente. Ambos son héroes pero Wayne se parece más al espectador que Cooper, de ahí su éxito en la pantalla. James Stewart es el paciente reflexivo. Observa, toma nota, analiza y, al final, llega a una conclusión.

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Cuestión distinta es el caso de Clint Eastwood. Decíamos que, en la tragedia, veíamos cuatro principios y que el último era el de la interpretación subjetiva, a la cual habíamos dado una forma, pero hay otra manera de explicar lo mismo. El origen de lo trágico en la obra de los autores griegos, entresacando de lo que dicen unos y otros, lo podemos reducir a cuatro cuestiones: la maldad, el azar, el error y las posiciones enfrentadas. Y vemos que esos  orígenes, como no podría ser de otra forma, tienen su razón de ser en los cuatro principios que venimos defendiendo.

Imagen: Clint Eastwood, de Wikypedia

La comedia y la sátira constituyen un enfrentamiento con la persona a costa de a quien se realizan, por ello, el enfrentamiento entre personas con posiciones diferentes en una determinada cuestión (uno se burla de otro que procurará defenderse) y la sátira son equivalentes, ya que emplear la sátira o la comedia solo nos indica de qué forma concreta se produce el choque.  En ese caso se encuentra Cint Eastwood, pues este, como director, parece defender cuestiones personales opuestas a las normas generales.

La oposición entre individuo y sociedad está clara y, mientras la sociedad prefiera la paz social a la justicia, será cuestión de difícil solución, y eso es lo que hace el cine de Eastwood, defender intereses personales negados por la comunidad. Películas como Mystic RiverEl jurado nº 2, plantean el derecho del individuo a cometer impunemente injusticias. Los hechos narrados, en la primera de las citadas, carecen de justificación alguna. En la otra, no se pretende conculcar la ley sino que, con un sentido práctico, nos dice qué haría cualquiera por evitarse un perjuicio. No es una postura tan ignominiosa como la anterior, salvo por el hecho de que mucha gente lo interpreta como un derecho, cuando, si fueran ellos la víctima del delito, clamarían justicia. Lo que parece es que el público, ante la pantalla, se coloca en el lugar del delincuente, cosa que no haría en el mundo real.

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