Hipótesis Revolución
Es optimista, Preciado es optimista: el irrealismo capitalista termina. Después de la caída del muro de Berlín su realismo parece consolidarse ya que la psicología y el marketing fueron las disciplinas que gestionaron el malestar, la resistencia, para poner de moda la “resiliencia” y ya no la lucha de clases.
Pero el covid representa una fractura interna. La que opone a Trump y Putin y el modo de producción petrosexorracial a nuevas prácticas que promueven una transición ecologista, feminista, queer trans y antirracista. El covid se les aparece como una herramienta útil para reprimir lo que parece en vías de estallar.
¿Qué es lo que según PP termina? Visualicemos una estética que sigue el siguiente proceso, épico: extracción-combustión-penetración-apropiación-posesión-destrucción.
Síntesis, poder y placer.
La estética que acompaña y celebra esta conducta consiste en una saturación cognitiva, no mera percepción. Plástico, contaminación, ruido, carne, azúcar, moda rápida. Se fomenta el gusto por lo tóxico, hay placer en la destrucción, en lo descartable.
Es un esquema cognitivo que facilita la regulación política de los sentidos. La masividad y la inmediatez del consumo atrapan.
Una estética es un mundo sensorial compartido pero también una conciencia que pueda decodificarlo y entenderlo.
La virilidad y el carbón rigen desde una pequeña parte del norte hegemónico. Una economía libidinal masculinista, hetero, binaria, jerárquica y carnívora. Y de ahí las guerras, -el petróleo- para obtener un conflictivo modo de dominación.
Conocemos lo que Preciado llama sustancias eternas y zonas de sacrificio. Al tercer mundo va a parar el plástico que tarda vaya a saber uno cuánto en degradarse. Esas zonas reciben los deshechos, las montañas de textil que se descartan les caen a los terráqueos de segunda. Y la tierra y el agua ya no sirven. Una cultura sacrificial la capitalista.
Para Barthes el automóvil es el objeto mítico (en el siglo XX). Se agregan las armas como prótesis de masculinidad. Se suma la violencia a la extracción de sustancias fósiles.
Es el fordismo que ensambla bio-pene con bio-vagina en el acto reproductivo. Un ensamblaje destructivo que no tiene que ver con la potentia gaudendi, la aptitud para el goce. En un paisaje sucio, pestilente, pegajoso, sofocante, caliente, tóxico, los épsilon se reproducen dócilmente. Escena cliché de cualquier distopía audiovisual. Más una dieta alta en glucosa y grasa.
El carnivorismo fordista es nuestra cultura gastronómica. El animal-producto es despiezado en una línea de producción -los mataderos y frigoríficos, que inspiraron a Ford para su línea de montaje.
Y la hamburguesa es el objeto mítico del carnivorismo, junto al auto.
La naturaleza es una ficción romántica europea, pero ni la gasolina ni la carne ni la heterosexualidad son naturales en ese sentido.
La estética dominante naturaliza la percepción de formas que se ofrecen a nuestros sentidos: el humo, el ruido, la contaminación, el plástico, la iluminación innecesaria, la violación, la reproducción obligatoria al ritmo del trabajo y del consumo parecen el estado natural de la realidad.
Cuando vemos las guerras del momento vemos reverdecer los mitos identitarios, los nacionalismos. En medio de un discurso climatonegacionista. Existen partidos verdes-nacionalistas y heteronormativos. Es insuficiente, no pueden ser revolucionarios. La militancia ecologista debería ser transversal, tener posición frente al género, al racismo. Hay feminismos ultra que excluyen a los trans, rechazan a los migrantes, a los homointegracionistas. Y terminan en el nacionalismo. Una brecha cognitiva entre las izquierdas radicales que vienen de la ecología política y excluyen minorías.
Preciado opone una nueva entidad: el simbionte, ya no un colectivo, producto de una asociación provechosa con el fin de la supervivencia. Otra somateca.
Los mutantes relacionales lograrían tranversalizar esos ámbitos y cambiar la taxonomía perimida que produce los sujetos que somos hoy.
Si bien las multinacionales de internet contienen todas las formas de explotación, la red permite cruces liberadores.
El texto nos presenta uno de esos cruces: frente al colapso epistémico irreversible del paradigma petrosexorracial, y con las alianzas tecnopatriarcales a través de la genética, la cibernética y la IA (somateca recargada) es necesario inventar colectivamente tecnologías sociales simbióticas de distribución de energía, e iniciar un serio proceso de descarbonización, descolonización.
No somos sólo testigos, somos los cuerpos a través de los que la mutación opera.
¡Y cómo!
El gobierno chino investiga y encuentra que los adolescentes pasan alrededor de ocho horas diarias frente a sus pantallas.
Es una adicción patológica a una sustancia electrónica.
En 1970 Burroughs, en su delirio psicodélico, siente que el lenguaje nos coloniza y nos domina, estamos en poder de las palabras, jamás las dejamos, nunca nos dejan, ni siquiera en silencio. Somos adictos al lenguaje.
Hoy estamos saturados de dispositivos.
Sigamos esta línea de tiempo: la píldora anticonceptiva – la PC doméstica – la conexión – la reproducción asistida – el porno como cultura de masas – la mutación fármaco – pornográfica que está en curso.
Y llega el covid.
El simbionte del s. XXI tiene un arma de largo alcance para anular o modificar las directrices asociativas de los medios masivos de comunicación.
El del s XX fue un cuerpo analógico. En tiempos de internet el cuerpo es digital. Entre ellos hay un abismo ontológico. Silicio vs carbono. Portamos un telecuerpo. El smartphone nos vuelve cyborgs.
Termina la parte cuatro hilando con Notre Dame de París y la visión del fuego como la explosión de un motor de de propulsión, versión medieval de las Torres Gemelas. Muchas metáforas irreverentes. Entre las nubes de humo, el joven rey Macron, entra en una escena de ópera con una frase “la reconstruiremos”. Y el milagro de las donaciones exorbitantes se produjo. Pero Preciado prefiere la ruina, quemada como monumento punk.
Para leer la primera entrega ir a: Preciado is out of joint… (fuera de quicio) ‘Dysphoria Mundi’ ¿Quién no?
Para leer la tercera entrega: Puntualicemos: ¿Qué es lo que está fuera de quicio? Notas sobre ‘Dysphoria mundi’. Parte 3

























