Con motivo del 80 aniversario de la muerte de Liev Davídovich, mejor conocido como León Trotski, figura clave de la Revolución Rusa, traemos a nuestras reseñas vagabundas El hombre que amaba a los perros (2009), obra monumental de Leonardo Padura, tan asombrosa como son los hechos y los personajes históricos que recrea; como atrapante, al más puro estilo de la novela negra a la que nos tiene acostumbrados el escritor cubano con su serie de novelas del detective Mario Conde.
Mezclar la historia de inicios del siglo XX de Rusia a través de la vida de León Trotski y parte de la historia de España a manos de Ramón Mercader, el famoso asesino de Trotski; es una mezcla que ya promete ser potente. Si además le agregamos la historia y devenir cotidiano de Cuba a cuenta de Iván, un aspirante a escritor que mientras tanto atiende un gabinete de veterinaria de La Habana, quien será el encargado de relatarnos sus encuentros con un enigmático personaje que solía pasear por la playa en compañía de dos galgos, la suma tan fascinante como el grueso libro de más de setecientas páginas que nos ofrece su autor.
El retrato que Padura hace de Trotski es deslumbrante justo porque a través de él, y del propio perfil de Ramón Mercader, nos lega, como él mismo lo dice, una reflexión sobre la perversión de la gran utopía del siglo XX: el comunismo, ese proceso en el que muchos invirtieron sus esperanzas y tanto hemos perdido sueños, años y hasta sangre y vida. Padura le confiere claridad a los lados siniestros de la Historia, de personalidades como la de Stalin, de las utopías, de la realidad a ras de suelo, de las luchas en el plano de las ideas y de las batallas campales.
Ese cúmulo de procesos históricos que parecieran más resultado de operaciones mecánicas, que de movimientos provenientes tanto del raciocinio como de la entraña, adquieren en la novela un hálito de cotidianidad que nos vuelven explicable lo que los libros de historia no logran, al menos no con la palpitación que sentimos al seguir la trama de El hombre que amaba a los perros, donde su autor echa mano de la ficción para cubrir los huecos históricos y hacernos cercanos a personajes, espacios y sucesos que fueron clave de ese siglo impresionante e incalificable como lo fue el siglo XX.