Mejor conocida por su título en inglés, We believe you de Arnaud Dufeys y Charlotte Devillers es una película dramática belga que tuvo su estreno mundial en el pasado Festival Internacional de Cine de Berlín (Berlinale) en su nueva sección, estrenada este año: Perspectivas, que selecciona los primeros trabajos cinematográficos de ficción de diversos creadores de todo el mundo, en donde recibió una Mención Especial. Esta nueva categoría, por cierto, la ganó en su primera edición la película mexicana El diablo fuma… (y tira las cabezas de los cerillos quemados en la misma caja) de Ernesto Martínez Bucio, de la que ya hice un esquizofrénico y extenso análisis aquí en la Vagabunda.

Pero si el paso por Berlín de We believe you fue exitoso, lo que sucedió en el Festival de Sevilla de cine europeo fue de ensueño, ya que el largometraje, además de ganar el premio más importantes del certamen: el Giraldillo de Oro, ganó los premios a Mejor Guion y Mejor Actriz, por el extraordinario trabajo de Myriem Akeddiou.

El filme sigue la angustiante historia de Alicia (Myriem Akeddiou), madre de dos niños (una adolescente y un niño) que pasan por una terrible situación de violencia intrafamiliar, que por si fuera poco se repite o se reactiva en el proceso judicial que, para alejar al padre o terminar de concretar un divorcio, llevan ante la justicia belga, revictimizando a los más vulnerables.

La historia se desarrolla toda casi en tiempo real, sino es que en tiempo real, y transcurre desde que Alicia trata de llegar al juzgado donde se llevara un tipo de audiencia con el victimario, padre de las criaturas, hasta el fin de la misma. La película muestra la revictimización y sufrimiento que las víctimas mujeres de violencia intrafamiliar, incluso grave como puede ser abuso a un menor, sufren por parte de las autoridades, poniendo siempre en tela de juicio su dicho, por más claro y verosímil que parezca, frente al del hombre.

En un principio, me costó mucho entender como es que la película había ganado el premio a Mejor Guion, porque se me hacía poco creíble, un tanto forzado, mañoso y con vacíos argumentativos. Fue hasta mucho después que, leyendo información respecto de la película, es que comprendí que el guion trata de llevar las cosas al absurdo para ilustrar eso, la absurda realidad. Lo absurdo que puede ser la actuación de las autoridades, en este caso judiciales, debido a su vocación o inclinación patriarcal. 

Yo no podía entender cómo tanto la jueza como un perito o especialista en menores, que asesoraba a la jueza para tomar algunas decisiones en el juicio, tan trascendentes como la custodia de los infantes, y que los había entrevistado para establecer su condición sicológica, dudaban, una y otra vez del dicho de la madre, pero sobre todo de los menores, cuando era evidente que no querían, por ningún motivo, estar con el padre y que, por lo tanto, algo no estaba nada bien. Lo que estaban haciendo, independientemente de revictimizarlos, era defender a un monstruo. Todo era tan absurdo que sentí que eran fallas narrativas. Ahora entiendo que sí, que sí que el guion es absurdo, pero no por una falla técnica o por falta de habilidades de los guionistas, sino porque quieren transmitir lo absurdo de una situación que se da en la vida real.

No obstante todo lo anterior, el caso que se presenta es ambiguo, me atrevo a decir que mañosamente ambiguo. Realmente el espectador nunca sabe a ciencia cierta que está pasando, y no va a tener completamente claro nada hasta, quizás, el final de la película. Información que los personajes si tienen y simplemente no es compartida con la audiencia, lo cual no pone en una clara desventaja frente a la historia. Independientemente de las intenciones de reflejar precisamente lo absurdo de la vida, existen lagunas narrativas que bien pudieron ser solventadas de mejor manera y que invitan a pensar que no fue así para poder meter a la audiencia en la trama, aun siendo ese el caso, no dejan de ser deficiencias narrativas.

Con esto, de ninguna manera quiero decir que el largometraje sea malo, ni mucho menos. Está muy bien actuado, el premio a Myriem Akeddiou está más que justificada, a pesar de la gran competencia que existia por las excelentes actuaciones que se dieron en otras películas de la misma categoría en el Festival de Sevilla. La fotografía, en un predominante blanco que llega a ser hasta recalcitrante y que contrasta con la oscuridad de la historia, está muy bien cuidado y estoy seguro que tiene un objetivo narrativo que no he alcanzado a descifrar, ya que es muy marcada la intención de pulcritud que se busca transmitir.

No obstante, aunque la película, insisto, es muy buena, considero que fue sobrevalorada, quizás por lo sensible del caso que aborda que, entendiblemente, tocó los corazones del jurado. Pero, desde mi punto de vista, hubo, por lo menos, un par de películas que estaban en mejor posición para ganar el Giraldillo de Oro e incluso el premio a Mejor Guion.

Esperemos que puedan ver la película, no tengan duda que merece la pena ser vista.   

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