Sinopsis

Una reconocida coreógrafa llamada Olympe, al frente de su propia compañía de danza, se prepara para estrenar una obra inspirada en el mito de Clitia, la ninfa enamorada del dios Sol que termina convertida en girasol tras ser traicionada. En medio del proceso creativo, conoce a Alek, quien encarna a Helios, un bailarín carismático que se integra al proyecto con una energía seductora y aparentemente colaborativa. Lo que comienza como una conexión artística y emocional pronto revela una dinámica de poder más oscura: una traición que trasciende lo personal y se convierte en desplazamiento laboral y simbólico.

Still del cortometraje «El sol de Olympe».

A través de una puesta en escena cargada de simbolismo visual y corporal, El sol de Olympe explora los mecanismos sutiles —y no tanto— con los que las mujeres creativas son socavadas, incluso en espacios que han construido por sí mismas. En una narrativa donde mito y realidad se entrelazan, el corto ofrece un retrato poético, pero brutal, de cómo el deseo y la ambición pueden ocultar pulsiones de control y dominación.

La entrevista

Nos sentamos a platicar con Anne-Sophie Charon la directora del cortometraje «El Sol de Olympe», un proyecto profundamente simbólico y visualmente poderoso que explora las capas de la traición y el empoderamiento femenino. En esta conversación, la directora habla sobre sus procesos creativos, decisiones narrativas y los desafíos detrás del rodaje de su cortometraje.

Anne-Sophie Charon, directora del cortometraje «El Sol de Olympe».

Tu cortometraje El Sol de Olympe se siente muy cargado de capas y significados. ¿Cuál fue el punto de partida de la historia

Sophie: Sí, es un proyecto que tiene muchas capas. Originalmente lo concebí como un largometraje, no con estos personajes exactamente, pero desde hace unos siete años traigo en mente esta historia sobre una traición. Quería dar un papel importante a las mujeres. De hecho, cuando llegó el momento de hacer un proyecto para la titulación, primero pensé que no podía tocar esa idea porque era para un largo, no para un corto. Pero nada más me inspiraba. Entonces se lo conté a Ceci Magaña y me dijo: “Te ayudo a hacerlo corto”. Y así fue como comenzó.

¿Cómo decidiste qué mantener y qué sacrificar de esa versión más larga?

Sophie: Fue difícil. Tuvimos que instalar varias capas narrativas en poco tiempo. Cada personaje tenía su propia historia. Al final, nos quedamos con lo esencial: una traición fuerte. Yo quería que el corto contara un cuento, uno que la protagonista cuenta al principio toda empoderada, sin saber que eso mismo es lo que le va a pasar a ella.

Still del cortometraje «El sol de Olympe».

Cuéntanos un poco más sobre la incorporación del mito…

Sophie: Claro. Clitia era una ninfa enamorada de Helios, el dios sol. Lo observaba todos los días mientras cruzaba el cielo. Helios le corresponde, pero luego la deja por su hermana, Leucótoe. Entonces, Clitia revela el adulterio al padre de Leucótoe y Helios rompe con ella. Clitia entra en duelo, se va marchitando y termina transformándose en un girasol. Por eso los girasoles siguen al sol: es ella, mirándolo eternamente. En el corto, la protagonista quiere montar una obra basada en este mito. Y sin saberlo, lo que le ocurre es exactamente esa historia.

El trabajo visual y coreográfico del corto es muy destacado. ¿Cómo lo concebiste?

Sophie: Desde el inicio tenía claro que quería usar el girasol como símbolo central. Aparece en distintas formas: marchito, radiante, abriéndose y cerrándose. En la coreografía cenital, por ejemplo, se ve claramente ese girasol humano. Le mostré mi visión a la coreógrafa Kendra Miroslava, le pasé referencias y la canción que tenía en mente. Ella conectó muy bien con la idea y se encargó de montar la coreografía con los bailarines. Y claro, todo esto también se hizo posible gracias al trabajo y constante diálogo con el departamento de arte, encabezado por Nicolás Andrew, la diseñadora de producción Stephany de la Peña y el director de fotografía Daniel Nájera Betancourt.

Still del cortometraje «El sol de Olympe».

¿Cómo fue el rodaje y la mezcla de elementos coreográficos con los cinematográficos? Hay planos que se sienten técnicamente complejos.

Sophie: Fue una locura. Grabamos la escena de la coreografía en un estudio, con problemas técnicos como es natural también, como el poco tiempo que se tuvo para montar los rieles y la coreografía que se grabó en aproximadamente 5 o 6 horas. A su vez, tuvimos escenas en playa, lo cual implicó gastos de transporte, comida, alojamiento… El presupuesto fue un gran reto. Y luego está la lluvia. En el estudio fue un obstáculo porque contaminaba el audio, pero en una escena de flashback en el exterior llovió de forma imprevista y le dio un toque precioso. Esa escena originalmente no tenía lluvia, pero le aportó una atmósfera que nos encantó.

¿Este es tu primer corto? ¿Cómo te ves creciendo como directora?

Sophie: Sí, es mi primer corto de esta duración. Había hecho dos antes, uno codirigido y otro experimental. Creo que empiezo a notar ciertas cosas que me gustaría seguir explorando: historias centradas en mujeres, una apuesta fuerte por lo visual, la música como hilo conductor y una conexión con lo mítico o lo simbólico. Pero no quiero encasillarme. De hecho, mi próximo proyecto tiene como protagonista a un hombre.

¿Ya tienes planeada la distribución del corto?

Sophie: Sí. Tengo una lista de festivales a los que quiero enviar. Sé que no es fácil porque el corto tiene una duración “híbrida”: es largo para ser corto. Muchos festivales prefieren piezas de 15-20 minutos. El mío dura más de 20, y eso limita las posibilidades, aunque hay otros que sí aceptan hasta 30 o que tienen categoría de mediometraje.

Still del cortometraje «El sol de Olympe».

El tema de la traición atraviesa toda la obra. ¿Por qué era importante para ti abordarlo así?

Sophie: Porque siento que es algo que muchas mujeres hemos vivido, no solo en el terreno amoroso, sino también en el laboral. La protagonista es una mujer empoderada, coreógrafa, con su propia compañía, y aún así llega alguien que termina desplazándola. No solo es la traición emocional, es una traición estructural. Es una metáfora de cómo muchos hombres aún ven el poder femenino como una amenaza y actúan desde el miedo.

El personaje masculino también está muy bien construido. Tiene esa ambigüedad…

Sophie: ¡Exacto! Queríamos que al inicio sedujera al espectador. Tiene carisma, es encantador. Pero conforme avanza la historia, se va revelando esa manipulación. Es algo muy típico del perfil narcisista: brillantes por fuera, pero con una agenda oculta. Juan Pablo (el actor) y yo trabajamos mucho en eso. Incluso hay una toma donde él corre hacia la cámara como si rompiera el punto de vista de Olympe, para que el espectador conectara con él desde el principio.