“Balada de un migrante con memoria” es el décimo cortometraje del joven cineasta mexicano Sergio Muñoz Esquer, con el cual debuta en el Festival de Cine de Nueva Orleans, calificador para el premio Oscar. Originario de Delicias, Chihuahua, el director estará presente en el estreno mundial de su película, en la que retrata una historia conmovedora y original sobre la migración, los miedos, sueños y la nostalgia que invade a los connacionales que cruzan la frontera.
En su cortometraje, Sergio nos muestra el viaje surreal de Alberto, un mexicano que extraña su casa mientras se sumerge en un plato de menudo, buscando el rosario que le dio su madre antes de irse de su hogar. Ahí, el protagonista recorrerá los lugares más importantes de su pasado, desde el polvoroso campo de fútbol hasta la iglesia de su infancia y la camioneta que lo cruzó por la frontera, y se da cuenta de que esta podría ser la última oportunidad para hablar con su madre. Pero, para llegar a ella deberá enfrentar sus miedos más profundos, incluyendo un oficial de inmigración que lo persigue en este mundo onírico.

La película cuenta con la actuación protagónica de Omar Leyva, conocido por “Bardo” y “Frutos del Viento”. También cuenta con la participación de la ganadora del Premio Ariel y pilar del mundo de la actuación en México Mercedes Hernández (Sin Señas Particulares, Huesera), y con Fernando Monroy, actor emergente de Chihuahua. Juntos logran un destacado ensamble bajo la dirección del novel Sergio Muñoz, quien comenta:
“Nací y crecí en México, pero durante los últimos ocho años he vivido en Estados Unidos, siempre empacando, siempre cruzando, sin llegar nunca del todo. Cada vez que regreso a mi ciudad natal, me siento como un turista en mi propia casa, y EE. UU…. Bueno, no tengo ciudadanía ni residencia, así que tampoco puedo llamarlo hogar. Entonces, ¿dónde está mi hogar? ¿A dónde pertenezco? El viaje de Alberto es el mío y también el de innumerables personas que desarraigan sus vidas. Sin embargo, no quería hacer una película triste. Quería convertir una historia trágica en algo divertido y emocionante, así que incorporé elementos de fantasía, realismo mágico e incluso terror para dar forma al viaje de Alberto. Nuestras historias no deberían ser solo tragedias, deberían ser una celebración de lo que somos”. Sergio Muñoz Esquer.

La cinta es una coproducción entre México y Estados Unidos, producida por Karla Armendáriz (Ciudad Juárez) y Pepe González (Monterrey), con el apoyo de Austin Film Society, Santa Fe Film Institute, la Universidad de Texas en Austin y Estacionómetros de Ciudad Delicias, Chihuahua.
Este es el décimo cortometraje del joven director, quien ya cuenta con una amplia carrera en su filmografía: “Hora de irnos” (2024), “Simple Lies” (2024), “Cuando los regalos llegan” (2024), “Liz y Karla” (2022), “Grilled queso” (2022), “Josefina” (2022), “Brown Eyes, Light Skin, Brown Hair” (2021), “Buenos días, mi amor” (2021) y “Ayúdame, por favor” (2020). Actualmente ya se encuentra trabajando en su primer largometraje.
La entrevista
Sergio, tu cortometraje Balada de un migrante con memoria construye una relación muy poética entre migración y memoria. ¿Cómo surgió esa conexión como eje narrativo?
Sergio: Este año cumplo nueve años viviendo en Estados Unidos. Soy originario de Delicias, Chihuahua, y desde hace tiempo quería explorar el tema de la memoria, pero no como algo que simplemente pasó, sino como algo que se siente. Extrañar espacios, personas, aromas… eso es lo que realmente nos conecta con el pasado. En el cortometraje, Alberto, el protagonista, revive su infancia a través de elementos como la comida —el Menudo, por ejemplo— o el aspecto religioso, como ir a misa con sus padres. Para mí, migrar es también aprender a convivir con esa nostalgia, y aunque Alberto es un inmigrante indocumentado, creo que ese sentimiento lo puede vivir cualquiera que se haya movido de un lugar a otro. No importa si es de Chihuahua a Monterrey o de Florida a Texas: el movimiento conlleva dejar algo atrás, y siempre está esa pregunta de “¿volveré a verlos de nuevo?”.
Me parece muy potente que abordes esta temática desde la ficción poética, cuando muchas veces se espera un enfoque documental. ¿Por qué decidiste contarlo así?
Sergio: Justo eso me preguntaron cuando presenté el corto como parte de mi tesis de maestría. La inspiración vino de algo muy curioso: hace tres años estaba escribiendo mientras veía una maratón de Misión Imposible. Pensé: “Quiero hacer algo así, donde el protagonista corre, donde se sienta la aventura.” Quería que el público sintiera que corría junto con él. Aunque la historia es trágica, no quería tratarla como una tragedia. Preferí usar tintes más ligeros, incluso humor. El antagonista tiene momentos caricaturescos, y eso fue algo que gustó mucho a Mercedes y Omar cuando les conté el proyecto. No queríamos caer en explotar el sufrimiento para hacer llorar. Para mí, era más sobre el viaje, sobre conseguir el rosario. Esa era la misión del personaje, y todo lo demás se construyó alrededor de eso.

La voz en tu cortometraje también funciona como un personaje que guía y sumerge. ¿Cómo trabajaste este aspecto?
Sergio: La voz fue clave. No quería que fuera solo una narración, sino una presencia que acompañara al espectador, que lo guiara sin imponer. Es como un segundo personaje que te lleva por la memoria, por el viaje. Me interesaba que la voz tuviera esa dualidad: íntima pero también narrativa.
Hay una escena en la que el personaje se sumerge en un plato de Menudo, es visualmente muy potente y nos conecta de si o si con otros clásicos del cine. ¿Cómo llegaste a esa decisión estética?
Sergio: Originalmente, la idea era que el personaje atravesara una puerta, pero eso me parecía muy obvio. Ya lo hemos visto desde El Mago de Oz. Entonces entró Isabel Labrador, mi guionista, y me dijo: “¿Y si es como en Harry Potter, cuando se sumergen en un tazón para ver memorias?” Yo traía puesta una playera de Trainspotting, y ella me dijo: “¿Y si es como la escena del baño?” Pero no quería usar un baño como locación. Entonces surgió la idea del Menudo. Es un elemento cultural, emocional, y visualmente más interesante. Fue una forma de hacer algo más creativo, aunque nos costara más en producción. Ese fue nuestro valor de producción: arriesgar para contar mejor.

¿Qué esperas de tu participación en el Festival de Nueva Orleans?
Sergio: Es mi primera vez en Nueva Orleans. Es un festival que atrae a muchos directores emergentes, y mi objetivo es claro: quiero filmar un largometraje el próximo año. Ya estoy trabajando en un documental largo. Los festivales son el mejor lugar para conocer gente, para mostrar tu trabajo y, sobre todo, para hablar de lo que viene. Me han dicho que cuando presentas un proyecto, lo que realmente interesa es el siguiente. Así que voy preparado para eso. Quiero colaborar, conectar, y seguir creando.