James Douglas Morrison, o mejor conocido mundialmente como Jim Morrison, publicaría en el año 68 un libro de autor titulado Los Señores: Notas sobre la Visión, abordonando temas pensativos sobre la percepción del mundo, el cine, la psicología humana, el ensayo y la poesía. Un tiraje o volumen especialmente para ser compartido entre sus amistades y círculos cercanos. Ya situados en abril del 69, editaría Los Señores y Las Nuevas Criaturas; libro que contiene poemas de la primera obra en mención y de esta nueva entrega. Mencionemos que, un año antes de fallecer en París, Francia, se publicó en el 70 el impreso privado Una Noche Americana.
Controversial, desenfadado y altamente sensible, el ex frontman de la legendaria banda norteamericana de rock The Doors, mostraría, en reflejo de espejo, una serie de poesías que exhibían su particular mirada hacía el grito exterior. Pero profundicemos y centrémonos un poco más en la impronta lírica del ‘Rey Lagarto’ basados en la edición bilingüe Una Oración Americana a cargo del ensayista, poeta y traductor mexicano José Vicente Anaya. Publicación hecha por la editorial Laberinto Ediciones en la primavera del 2009.

Con un sello suscrito al estilo expresionista, su firma era tan clara que exteriorizaba lo oculto, anunciaba los períodos de la realidad para transformarlos en historias basadas en confesiones y revelaciones para luego admitir casi un todo, menos la culpa. El expresionismo poético tiene un compromiso ante cualquier manifiesto literario, olvidándose de tres palabras: control, razón y límite; pero creo que sumaremos una cuarta más: la irrealidad. Ahora concretemos en esta última. Encontramos en sus textos, líneas que se acentúan también a un cuadro surrealista, sin olvidar que, los elementos de este movimiento artístico, son sustraídos donde descansa la imagen en más de una interpretación múltiple; paralelamente en la abstracción de la propia realidad, es decir, el verso y la metáfora del autor Morrison evidentemente están compuestas por un aparente lenguaje quimérico, pero galvanizadas por la existencia, testimonio y experiencias figurativamente personales, políticas y/o sociales.

Una Oración Americana provoca una antagonía con la idealización sobre el concepto tradicional o divinizado de la poesía. Encontramos en la obra un cambio de ritmo constante, diluye lo lineal para ejercitar una comunicación inalterable proveniente del alma. No importa ese cambio de armonía y la forma de lograrlo; si es transportado con sangre de ficciones, pieles de otras vidas, o señuelos de la propia empatía.
A 54 años de su fallecimiento, la poesía de Jim Morrison sigue abierta; persiste y corre en la ruta ajena de la imaginación con la licencia de un claroscuro simbolismo. Es la combinación y el contrapunto de lo atemporal y lo expresivo. Es conocida no sólo por sus fieles lectores, también por quienes lo escuchan constantemente a modo reinante, y asimismo por aquellos seres esperanzadores los cuales tienen un vínculo con la lectura y que tratan de evitar la predecibilidad no sólo de cualquier vanguardia literaria o manifestación artística, también de la propia existencia moderna.
“Bueno, el futuro es incierto y el final siempre tan cerca” (Jim Morrison, Una oración americana, edición bilingüe, editorial Laberinto Ediciones, abril de 2009).
