Daisy Anderson

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La buena gente desconfía de quien dice la verdad cuando la verdad no coincide con las creencias establecidas. Quien miente miente de una forma que la sociedad está acostumbrada a entender. Lo incomprensible para el ser social es la verdad, porque ese hombre que respeta la sociedad está sumido en la falsedad, de forma que, si la verdad se opone a sus creencias, la rechaza, convencido de su razón. De este tipo de situaciones hay muchos ejemplos en las películas, como en El hombre invisible (de Leigh Whannell, de 2020), en la que nadie cree lo que dice Cecilia, la protagonista, sobre la causa de lo que sucede.

Scott Webb

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Un ejemplo del mundo real es el caso de un sapiente que defiende, como definición del arte, que arte es lo que llamamos arte: “Arte es todo aquello que los hombres llaman arte» es una frase de Dino Formaggio, un filósofo italiano de renombre con un extenso currículum académico y una encomiable obra escrita”.

Aunque el hecho pudiera ser cierto ‒pues algunas personan cuestionan que todo el llamado arte contemporáneo sea arte‒, no constituye una definición, pues esta debe explicar el significado de los términos y la expresión de Formaggio no lo hace. De hecho, si esa forma de definir fuera válida, no precisaríamos de diccionarios y al cáncer le llamaríamos refriado y le curaríamos con Aspirinas. Ahora bien, si ese sapiente admite este absurdo como definición es debido a que, como él mismo nos revela, quien la acuñó es un personaje de renombre. Es decir, el valor de esa supuesta definición no se encuentra en el contenido que trasmite sino en algo externo a la definición, en el respeto social al cargo de esa persona, dicho de otra forma, en el respeto que la sociedad debe a los sapientes y esa sociedad exige que los demás nos arrodillemos ante ellos y ante sus sandeces.

Vika Glitter

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Las sandeces teóricas sobre el arte son abundantes: arte es lo que llamamos arte, arte es lo que hay en los museos, arte es lo que hacen los artistas, la definición del arte es abierta o, por el contario, no se puede dar una definición… Una de las más absurdas y que, para vergüenza de los sabios y de su capacitación profesional, que no ha sido refutada ni por teóricos o historiadores del arte ni por psicólogos o por psiquiatras, es la ofrecida por ese famoso psiquiatra llamado Freud.  Este dice que el arte sería una de las maneras de representar un deseo, una pulsión reprimida, de forma sublimada. El psiquiatra puede analizar los motivos de una persona –en este caso, de un artista– para hacer lo que hace, pero no puede analizar ese algo. La psiquiatría conoce de los motivos de los actos humanos pero no de las cosas, porque las cosas carecen de motivos. La construcción de barcos no pude ser considera la expresión de un deseo reprimido y el arte tampoco. Entonces ¿Por qué nadie lo ha cuestionado? Pues porque el señor Freud goza, como Formaggio, de un gran prestigio social y nadie va a decir nada en su contra, aunque eso suponga mantener semejante falacia.

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