Aunque estamos, apenas, terminando el primer trimestre del año, y quizás es muy  pronto (prematuro), y sobre todo aventurado, para hacer balances generales anuales, el largometraje Sorda de Eva Libertad está más que perfilada para ser la mejor película española del 2025, con nominación al Oscar incluida.

El filme se presentó, premier mundial, en la 75 edición del Festival Internacional de Cine de Berlín, donde ganó dos premios: El Premio del público en la sección Panorama y el premio CICAE de la Asociación de Cine Artístico. Su estreno en España se llevó a cabo en la 28 edición del Festival de Málaga de cine español, en el que arrasó y se hizo acreedora al premio más importante del certamen: la Biznaga de Oro. Además del Premio del Público, el Premio Feroz Puerta Oscura y el Premio Asecan ópera prima, así como dos Biznagas de Plata a la Mejor Interpretación, para Álvaro Cervantes y para Miriam Garlo.

La opera prima de Eva Libertad cuenta la historia de Ángela (Miriam Garlo, hermana de la directora) y Héctor (Álvaro Cervantes) una pareja que espera la llegada de su hijo en la que Ángela es sorda y Héctor oyente. 

La película la podemos dividir en dos partes: Una, la primera, antes del nacimiento de la bebé, en donde vemos como se construye una burbuja en donde la pareja convive de manera casi perfecta, ideal; a pesar de la condición diversa de ella en un mundo que los invisibiliza. Esto sucede gracias a que, por un lado, él pone toda su voluntad para integrarse a la situación, renuncia a sus relaciones sociales, y empatiza y se abre a la comunidad sorda. 

Miriam Garlo durante el Festival de Málaga 2025. Foto: Eduardo Aragón

Y por el otro, la pareja, a lo mejor sin buscarlo, se rodea de personas que se encuentran en las mismas circunstancias o que tienen consciencia y empatizan con esta diversidad. De tal forma, que se demuestra que la integración de la comunidad sorda sería posible si hubiese voluntad y consciencia de parte del resto de la sociedad.

La segunda parte, igual o quizás más interesante porque la burbuja revienta y la pareja se enfrenta a una cruda realidad, se empieza a desarrollar con el nacimiento de Ona, una niña que, ante la expectativa de toda la familia, nace oyente. Este momento y circunstancia crea un parteaguas, un punto de inflexión en la relación entre la pareja y de la pareja con el resto del mundo, ya que la llegada de Ona trae consigo nuevas necesidades en general y de convivencia social en particular, que ya no caben en la burbuja.

La escena del parto donde nace Ona es muy buena, por las actuaciones, pero también porque la secuencia muestra finamente, y pone en evidencia, la falta de preparación en la atención a personas sordas, de un sector público tan básico y fundamental como es el sanitario, para atender algo tan común como es un parto.

Durante la primera parte de la historia se muestra cómo si es posible la integración de estos mundos, el sordo y el oyente. Pero claro, esto es gracias fundamentalmente a que Héctor renuncia, casi en absoluto, al mundo oyente y se encierra con Ángela en el mundo sordo, en la burbuja. Sólo así se puede entender que exista esta total integración, porque de otra forma el desconocimiento, quizás egoísmo, quizás falta de empatía, del mundo oyente hace casi imposible la integración.

Álvaro Cervantes durante el Festival de Málaga 2025. Foto: Eduardo Aragón

Esta es la parte romántica del largometraje —que no por eso no debe dejar de ser el dibujo de un objetivo que como sociedad tenemos que alcanzar—. Hay un par de secuencias que me gustan mucho. Una de ellas es una cena en un restaurante donde la pareja comparte la mesa con puras personas sordas o que están conscientes de la situación diferente que viven porque de alguna manera relacionadas con personas sordas. Todos hablan lengua de señas y la magia del momento cinematográfico se da cuando Eva Libertad te traslada a ese restaurante y puedes ver y sentir como los integrantes de esa mesa, en su mayoría sordos, disfrutan de una sobremesa, tanto o más que las personas oyentes, se crea el mismo ambiente en el que sin hablar con la boca todos participan de una entretenida tertulia, se interrumpen, arrebatan la palabra, se ríen del mismo chiste, disfrutan de una conversación colectiva y hasta sientes que están haciendo demasiado ruido. 

La segunda secuencia también es mágica y mi favorita del largometraje, una secuencia que quedará guardada en los anales del buen cine español. En esta escena, y no abundaré mucho porque tienen que verla, espero que la vean. Ángela llega de su trabajo cansada y Héctor prepara la cena en la cocina oyendo música a un volumen importante. Mientras la música va tomando protagonismo Ángela abraza por la espalda a Héctor y la pareja empieza a bailar, poco a poco se dejan llevar por la música y el momento, es el cenit de la burbuja de integración entre el mundo sordo y el mundo oyente. 

Pregunté, en la rueda de prensa posterior a la proyección para el gremio periodístico, por esta escena y esto fue lo que me dijo la directora:

“Esa secuencia, en realidad, surgió viendo otra película que era Un amor intranquilo de Joachim Lafosse donde hay un momento en el que la pareja bailaba y de repente vi que  algo así, algo parecido, en Sorda, en esta película, podía contar muchas cosas, muchas más cosas de las que significarían simplemente una pareja bailando. 

Eva Libertad, directora, durante el Festival de Málaga 2025. Foto: Eduardo Aragón

La música vino conectada a la misma vez que empezó a surgir la escena, porque era una canción que a mí me encantaba de Verde Prato, que yo pensaba que casi nadie conocía y luego cuando empezaron a leerse el guion, a todo el mundo le gustaba esa canción. Necesitamos que fuese una canción con fuertes bajos, para que de alguna manera Angela pudiese seguir a Héctor, la letra de la canción tiene algo misterioso que a mí me evoca algo que tiene que ver con lo que está pasando ahí, cuando habla de la boca, de  cuando me miras la boca… y la idea era que esa escena contase más cosas y estamos en un momento de la película en la que todavía la burbuja está en su máximo esplendor, y ver cómo ese vínculo y esa unión entre el mundo oyente y el mundo sordo puede ser bonito, puede ser rico, puede ser una comunicación hermosa, entonces en esa escena confluía todo eso. Y luego ya, magia, que es lo que hacen los actores que en esa escena, hablamos de ella, pero casi no ensayamos… si ensayamos un poco, porque yo tengo vídeos muy bonitos que fue… pero muy poco, y bueno fue… que todo lo que habíamos trabajado del vínculo de la pareja, en los ensayos anteriores y con improvisaciones, que aflorase en ese momento y afloró. Y es cierto que es una de las escenas que a mí también me parecían han quedado más… más bonitas de la película.”

La segunda parte de la película muestra la realidad: la poca disposición, consideración, consciencia y el desconocimiento del mundo oyente para posibilitar la integración del mundo sordo. Cuando la bebé nace, la armonía construida entre la pareja cambia, primero porque Héctor sale de la burbuja y la pareja empieza a frecuentar o ser frecuentada por otras personas oyentes; y después, porque la existencia de la bebé mete a la pareja en otra dinámica y amplia el espectro de convivencia social y de actividades, tareas y responsabilidades. De tal forma que Ángela empieza a ser excluida y a sentirse excluida, lo que la va alejando más de la bebé y de Héctor, lo que la angustia y la lleva a la incertidumbre y desesperación.

Creo que el gran valor de la película, dejando de lado la parte artística y el cúmulo de detalles cinematográficos que contiene, es la manera tan eficiente y eficaz en que Eva Libertad y los actores nos inmergen en la situación, en especial en la situación de Ángela, sin romanticismos ni sensacionalismos. La directora no victimiza a Ángela y eso es fabuloso narrativamente hablando, muestra una Ángela con virtudes y defectos, con aciertos y fallas, sin que ello merme o nos haga dejar de sentir empatía con su situación diferente y la responsabilidad de la sociedad en general.

En la última parte de la película vamos a vivir en carne propia, por un momento, lo que Ángela vive y vamos a comprender muchas cosas que de otra forma, con nuestro egoísmo infinito, no entenderíamos. Dicen que para empatizar hay que ponerse en el lugar del otro, de la otra. Sorda lo hace y, efectivamente, lo que se genera es empatía. 

Conferencia de prensa durante el Festival de Málaga 2025. Foto: Eduardo Aragón

La pantalla se queda sorda, no es que se dé un silencio o un silencio absoluto, simplemente Libertad logra que la pantalla se quede sorda que no es lo mismo que el silencio total, porque vemos y sentimos cosas —aveces las oímos—, que no están en silencio, entonces comprendemos que es un falso silencio y un falso silencio no es lo mismo que el silencio.

La directora también nos pone en la situación de usar audífonos para mejorar la audición. Qué fácil se nos hace a los demás, casi exigir a la otra persona, sobre todo a las personas mayores que han perdido parcialmente la capacidad de oír, que usen audífonos, sin, otra vez, en nuestro enorme egoísmo, entender lo que ello significa para la otra persona. La experiencia te hace plantearte otras opciones, como aprender lengua de señas, por lo menos las cuestiones más elementales. La tecnología no siempre va a ser la mejor opción y no debemos de renunciar a otros métodos menos modernos para lograr la integración de la sociedad en su totalidad. 

Las actuaciones son magnificas, no es gratis ni casualidad que tanto Miriam Garlo como Álvaro Cervantes se hayan llevado (compartiendo ambos el premio con otra y otro actor en cada categoría) el premio a mejor interpretación. La pareja logra conectar con el público como pareja y en lo individual, un doble trabajo no fácil de lograr.

Eva Libertad, directora, durante el Festival de Málaga 2025. Foto: Eduardo Aragón

El guion está muy bien trabajado, se nota que fue construido desde el conocimiento que solo se puede obtener con una buena investigación, la honestidad y la sensatez. Es una historia completa de principio a fin, no tiene vacíos, ni carencias argumentativas, no hay sensacionalismo ni un dramatismo exacerbado y la directora sabe terminar la película, que muchas veces es un problema enorme para los realizadores cinematográficos uq e no saben como terminar sus obras. 

Pero aún con ese gran guion, la película no sería la misma sin las actuaciones de los dos protagonistas y, el otro detalle fundamental para el gran éxito que ha tenido, muy merecidamente, es el diseño de sonido, el diseño de sonido es fantástico y juega su propio rol en la trama, tiene sus propios objetivos narrativos, difíciles, pero que los cumple a la perfección y es parte de la clave de la característica inmersiva del largometraje.  

Ojalá haya la oportunidad de ver Sorda de Eva Libertad, en México. De momento podemos adelantar que se estrena en salas de cine en España este 4 de abril.

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