Sam Peckinpah (1925-1984), US film director, wearing a paisley pattern bandana as he puts his eye to a movie camera during filming, circa 1980. (Photo by Silver Screen Collection/Getty Images)

“… nos pide ver más allá del horror y la sangre del triste poema que está tratando de escribir sobre la condición humana…”
Roger Ebert; agosto, 1974

En 2023 se cumplen 40 años del último largometraje de Sam Peckinpah, director estadounidense cuyas películas, varias de ellas, pasaron desapercibidas sin pena y sin gloria, otras, en cambio, quedan inscritas en el catálogo imprescindible de la filmoteca universal. Sin excepción, cada película fue objeto de conflicto y controversia, desde la producción, el guion, el set, la edición, la música…, hasta en su vida personal.

El cine de Peckinpah es catártico, es un tobogán, un carrusel de emociones y situaciones, con personajes y escenarios complejos; la ley y el orden, el deseo y desazón, la libertad o destierro, vivir o morir. Cada escena es verosímil, la escenografía precisa, las locaciones selectas, el espectador logra adentrar el aquí y ahora; para el director, no hay tiempo para el mañana, la salvación es ahora, los mitos nacen hoy.

La filmografía de Peckinpah consta de catorce películas en las que dirigió a grandes actores; Charlton Heston, William Holden, Steve McQueen, Dustin Hoffman, James Coburn, Chris Kristofferson, James Caan. De 1961 a 1974, filmaría ocho películas Western (o Neo-Western) –etiqueta que nunca asumió para sus películas –; de éstas ocho, cuatro se filmarían en México, país del que estudió su historia y costumbres.

Sam Peckinpah - Turner Classic Movies

Oriundo de California, de joven abrigó la libertad y la rebeldía que representaba el “mundo” vaquero. Perdería escuela para visitar el rancho de su abuelo para ir a montar, marcar ganado, practicar tiro y lanzar el cuchillo; el abuelo era juez y un hombre de leyes, por lo que “aplicar la justicia” cobraba significado especial para Peckinpah. Descendiente de mineros, madereros y aserraderos; debido a su explosivo carácter, fue enrolado al ejército y sirvió a su país en China tras la segunda guerra mundial; aunque no vio combate, presenció el horror de la violencia, algo que le dejaría marca, al menos desde una perspectiva artística.

De vuelta en casa, temprano en su carrera, cursó teatro y le fascinó la improvisación escénica, después comenzó a escribir y lentamente osciló del teatro a la televisión, donde obtuvo éxito y reconocimiento por su guion y dirección del giro “vaquero”. En 1965, tras dos películas de triunfo modesto, llegaría su primer largometraje a gran escala, Major Dundee, filmada en Durango, Saltillo, Monterrey, Guerrero. Filmar al sur de la frontera significó un incremento del presupuesto y esto enfureció a la productora y al estudio, queriendo adueñarse del proyecto; las disputas y despidos por parte del director fueron a cantaros; llegarían a Charlton Heston, guionistas, extras y técnicos. La entrega final fue ajena a la voluntad de Peckinpah y la película no logró, como pretendía, ser un “clásico” del western.

Sin embargo, la película más controversial del director vendría cuatro años después con La Pandilla Salvaje (The Wild Bunch); esta cambiaría la manera de hacer cine, rodar cámara y visualizar (y entender) la violencia en la pantalla. “Si se mueven, mátalos” advierten las primeras líneas de la película, dando muestra a lo que depara al espectador. La fotografía se rodó en México (Hacienda Ciénaga del Carmen, Coahuila) y en Río Nazas; durante la filmación, el ejército mexicano contribuyó con cientos de soldados como extras. La historia trata de una pandilla de pistoleros en el ocaso de la vida, atrapados entre la justicia de su país y las injusticias del México prerrevolucionario, asolados por las tropas villistas en las líneas fronterizas. Para el director, el objetivo de la película fue “disectar el tumor de la violencia a través de la violencia”[1]. Años después, admitiría “equivocarse” en su aseveración.

Grupo Salvaje, de Sam Peckinpah - Crítica - Tarde de Perros
La Pandilla Salvaje (The Wild Bunch)

En 1969, mientras Peckinpah estrenaba su obra pictórica con Pandilla Salvaje, un año antes, el estadounidense Stanley Kubrick hacía lo propio con 2001: Odisea en el Espacio; véase a ambos directores en los extremos. Curioso pensar que la siguiente entrega de Kubrick sería la Naranja Mecánica con su “ultra violencia”.

Para entonces, Peckinpah era conocido como el “sangriento Sam” y su vida personal comenzaba a irse en picada; su alcoholismo desmedido y consumo de drogas hacían merma en su talento y salud; “era un genio por tres horas al día” [2] diría el actor James Coburn, quien trabajó con Peckinpah en tres películas. A la vez, su vida amorosa era un torbellino, se casó tres ocasiones con la misma mujer, la actriz mexicana Begoña Palacios, con quien tuvo una hija, Lupita Peckinpah; “eran dos personas que no podían estar juntas, pero no podían estar separadas”[3], diría de sus padres. Era secreto a voces los deslices con otras mujeres durante sus escapadas a Juárez, Tijuana y otros sitios al sur de la frontera.

La Vida y El Triste Final de Begoña Palacios - YouTube
Begoña Palacios

La tercera entrega en territorio mexicano se daría con Pat Garret y Billy The Kid; obra poética y minimalista que muestra al héroe ser cazado por el Sheriff en Nuevo México a fines del Siglo 19. Peckinpah logra mostrar como la cooperación judicial de la justicia estadounidense logra, a como dé lugar, acabar con el forajido numero uno de la ley. Filmada en Durango, estuvo plagada de problemas y dificultades entre el director y el estudio, quien alteró el producto final y recortó el presupuesto y el tiempo de filmación. Esta sería la última entrega del cineasta dentro de su catálogo del “viejo oeste”.

En Tráiganme la Cabeza de Alfredo García (Bring me the Head of Alfredo Garcia), Peckinpah se expresa de una forma libre, bizarra y oscura; presenta un anti héroe con algunas semejanzas al director; dirían que el filme es autobiográfico a su manera. Lejos del western convencional, la cinta muestra a pistoleros y renegados que buscan el oro, una cabeza humana. Filmada en México, es la única película donde a primera vista puede identificarse una locación: el zócalo capitalino, el hotel Camino Real, Plaza Garibaldi. Sería la tercera ocasión que Emilio El Indio Fernández trabajaría con el director; por su lado, la actriz Isela Vega daría cátedra de su personaje el cual no abandonaría fuera del plató.

Tráiganme la cabeza de Alfredo García
Fotograma de Tráiganme la Cabeza de Alfredo García

Las cuatro películas de Peckinpah filmadas en México muestran una tierra seca y árida, de población humilde, con rancherías y caciques, autoridades corruptas, lindas señoritas y licor para beber a plenitud; “la mejor cerveza del mundo es mexicana”, asegura en Alfredo García.

Para Peckinpah, México es tierra sin ley y de forajidos libres de persecución. En Mayor Dundee son los estadounidenses quienes organizan una expedición ilegal a territorio mexicano para saciar venganza, sin importar las tropas de Maximiliano ni de Napoleón III. En Pandilla Salvaje, disfrutar el botín y vivir en retiro significa estar en México. En Pat Garret, es el mismo Bob Dylan quien sugiere a Billy The Kid irse a vivir a México. En Alfredo García, México será el paraíso después de cobrar la recompensa. Más aun, incluso en La Huida, protagonizada por Steve McQueen, cruzar a territorio mexicano representa llegar a la libertad.

Sobre Sam Peckinpah podrá decirse y escribirse mucho, dentro del set como fuera de éste; sin embargo, la voz auténtica puede escucharse en sus películas, detrás de la cámara, tras la silla del director; lugar donde llevó la verdad escénica al límite, a explorar la máxima circunstancia actoral; a la redención efímera de los personajes. Su verdadera pasión fue el cine, contar historias, mostrar una visión a costa de toda adversidad, fue un revolucionario nato; “no creo que haya ninguna diferencia entre el Sam real y la leyenda de Sam”[4], diría su hija Lupita.

Los años de exceso cobrarían factura en 1984; su talento, sus deseos, quedarían truncados tras un colapso coronario. Al igual que sus protagonistas, Peckinpah representa un símbolo, un forajido, una leyenda. En México, Sam Peckinpah ha sido objeto de homenajes y muestras fílmicas, goza de reputación y aclamación en el artístico mexicano; no obstante, después de cuarenta años, corresponde a la nueva generación de cineastas y académicos del cine mexicano estudiar y perdurar la obra que representa el México de Peckinpah.

“Por lo menos seré recordado”, dice un moribundo aguacil tras caer en duelo con Billy The Kid mientras se escucha en el fondo la canción Knocking on Heavens Door; … pareciera una voz profética de Peckinpah donde se dedica la propia canción.


[1] https://www.youtube.com/watch?v=dNIcjQF4wDQ

[2] https://www.youtube.com/watch?v=2w4m22S9pFk

[3] http://www.money-into-light.com/2012/09/lupita-peckinpah-talks-about-her-father.html?m=1

[4] Ídem

3 COMENTARIOS

  1. Muy interesante y claro, muy bueno saber lo que se hace filma en mexico y que durante años está ahí sin que nadie lo da a conocer y explicar hasta este tipo de artículos 👍🏻

  2. Excelente artículo, una excelente explicacón y clara sobre lo infravalorado que fue Sam Peckipah pero a su vez, lo grande que fue dentro del cine y para México.

Los comentarios están cerrados.