La cinta, protagonizada por Esmeralda Soto, Ximena Ayala, Juan Daniel García Treviño, Alexia Alexander, Daniela Salinas, Estefanía Inti, Saúl Sanchéz, Imelda Sanchéz, y Esteban de la Isla, forma parte de la selección en competencia de la edición 40 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), dentro de la sección Hecho en Jalisco.

En el mundo cinematográfico, pocas historias logran capturar la esencia de los desafíos personales y las batallas internas que se viven a los 22 años, como lo hace la película No, gracias, ya no fumo. A Nuria (Esmeralda Soto) se le acaba de ponchar la llanta, su ropa está llena de hoyos y la acaban de despedir, pero esos no son sus problemas más grandes: tiene menos de veinticuatro horas para pagar la renta o regresar a vivir con su mamá.

Nuria intentará conseguir el dinero que necesita —y respuestas sobre su vida— en medio de los discursos de sus familiares entrometidos, mirreyes y artistas egocéntricos. Pero lo que encuentra no son las respuestas que esperaba, todo mientras lucha por terminar el día sin fumar.

Diego Toussaint

Director y productor radicado en Guadalajara, México. En 2022 dirigió el cineminuto oficial del mismo festival. Su cortometraje Onán obtuvo el segundo lugar en el concurso Haz un Corto al Estilo Jalisco en 2023. Actualmente produce el cortometraje musical queer tapatío Lucrecia y las Brujas, apoyado por FOCINE en la categoría de Producción de Cortometrajes por Región. El proyecto es dirigido por Eduardo Lecuona (EP de Huesera y productor de Párvulos), y producido por Lecuona, Roland Toledo y Toussaint. La cinta es protagonizada por Sage Skylight.

Diego Toussaint, director de «No, gracias, ya no fumo».

La entrevista

Tu película me evocó una atmósfera muy tapatía, me recordó un poco a Los años azules. ¿Fue parte de tus influencias?

Diego: Sí, claro. Los años azules la vi y me marcó. No es que haya querido tomar directamente cosas del trabajo de Sofía (Gómez Córdova), ni replicar su estilo, pero sí me inspiró profundamente lo que logró con esa película. Para mí fue importante ver que alguien podía contar una historia tan íntima y lo hiciera desde Guadalajara, desde su mirada, con sus recursos y su sensibilidad.
Yo también quise mostrar la ciudad a mi manera, con mi propio caos emocional y visual. Eso fue lo que me llevé: el permiso. Ver que ella lo hizo a su forma me dio permiso a mí de hacerlo con la mía.

Además, hay un cruce bonito: Paloma Camarena, que hizo la dirección de arte en Los años azules, trabajó conmigo también. Y aunque Sofía no estuvo directamente en el proyecto, hablé con ella unos años antes para que me contara cómo produjo su película, cómo le hizo desde la independencia total. Esa charla fue clave para atreverme.

Still de la película: «No, gracias, ya no fumo».

¿Cuál fue el motor real para contar esta historia? ¿Desde qué necesidad nació?

Diego:La neta es que empecé esta película burlándome de mí mismo. Es una comedia ácida, pero también muy honesta. Todo comenzó en 2020: la pandemia, la industria del cine cerrada, sin trabajo, sin dinero. Me fui a vivir otra vez con mi papá a los 23, después de ya haberme independizado. Fue un golpe de realidad muy fuerte. Ahí fue cuando me di cuenta de que quería hablar sobre lo difícil que es aceptar que no todo está resuelto. Sobre cómo crecer duele. Quería capturar ese momento en el que uno está completamente perdido y no tiene herramientas emocionales suficientes para salir del hoyo. De ahí nace el personaje: una joven que es el caos absoluto, porque todo su desmadre viene de ella misma. Cree que lo sabe todo, pero no sabe nada. Y se estrella con esa realidad.

Tu protagonista rechaza todo, se niega incluso a recibir ayuda. ¿Qué querías decir con eso?

Diego: Exacto. Hay una escena que lo representa muy bien: está en el suelo, le ofrecen una mano para levantarse y ella no la toma. No por orgullo, sino porque no se siente lista para salir de ese fondo. Y esa contradicción es muy común: todos decimos “no necesito ayuda”, “yo puedo solo”, pero muchas veces estamos ahí, estancados, con la mano extendida al frente sin atrevernos a agarrarla.

La película tiene un tono muy peculiar: habla de ansiedad, vacío, crisis… pero con humor. ¿Cómo equilibraste eso?

Diego: Porque así veo la vida. Yo no puedo contar una historia que solo sea dramática, me ahogo. Tenía que ponerle comedia, ironía, sarcasmo. El título lo refleja: No, gracias, ya no fumo. Parece algo tonto, ¿no? Pero también dice mucho: es la frase que el personaje repite todo el tiempo, aunque sabemos que está mintiendo. Ella no está bien, pero lo dice como si sí. Para mí, el título es casi un cartel. Yo no puedo escribir una película si no puedo imaginar cómo se vería el póster, cómo sonaría el título. Necesito que desde ahí empiece a tomar forma.

Still de la película: «No, gracias, ya no fumo».

Y en el fondo, ¿qué significa realmente ese título para ti

Diego: Significa “Estoy bien”. Aunque no lo esté. Es esa fachada que todos ponemos. Es una película sobre eso: sobre aprender a respirar, a tomar una pausa, a admitir que no todo tiene que estar claro a los veintitantos. Es también una crítica a la idea de que a cierta edad deberías tener todo resuelto.

¿Cómo ves el panorama del cine mexicano, particularmente para propuestas como la tuya?

Diego: Siento que nos faltan historias en ese punto medio. Tenemos dos extremos: el cine de autor muy contemplativo, que es el que más exportamos, y el cine comercial de comedia ligera, que llena salas. Pero hay todo un universo en medio que está poco explorado. Yo, por ejemplo, quiero ver películas mexicanas de robos, de policías, de ciencia ficción, de cosas que también hablen de nuestra realidad pero desde otros géneros. También creo que muchas veces se hacen películas pensando en los fondos, en lo que va a ganar un estímulo. Y eso puede ser válido, pero si no hay corazón, si no nace de la entraña, se nota. Para mí eso es lo único que importa: que haya entraña.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí