Naief Yeyha llega a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara con nuevo libro bajo el brazo: El planeta de los hongos (Anagrama). Esta obra hace un recorrido alucinante, crítico y muy bien documentado por la historia del hongo en nuestra civilización, así como por sus características tan particulares que los hacen unos entes de inteligencia prodigiosa, como los define Naief. El libro es más que recomendable, así como la lectura de esta entrevista que tuvimos con el autor.
La entrevista
En tu libro El planeta de los hongos, así como en la presentación del lunes que hiciste con Jis y Trino, planteas el recelo del cristianismo, en realidad de cualquier religión, por las experiencias psicotrópicas que no requieren intervención de la curia, ¿al poder no le gustan los tratos directos donde no hay ganancias para ellos?
Naief Yeyha: Exactamente, una relación con dios sin intermediario es inaceptable para las religiones organizadas, necesitan ser los portadores de su palabra y los que traen la palabra. Entonces, la idea de tener un organismo, una sustancia, un vehículo, un dispositivo, lo que sea, que te puede conectar con lo divino es extremadamente perturbador, transgresor, al punto que una de las grandes misiones de la Inquisición fue destruir los cultos de los hongos. No solo de los hongos, de todas las sustancias mágicas. Vamos, todos los vehículos que tenían esta función para acercarte a lo sagrado.
Así que mí me parece muy interesante el concepto, porque las religiones dependen de la fe, es decir, la idea de la fe es central, la fe no recompensada, tú tienes que tener fe por algo que nunca vas a ver; y esa era la idea, es cierto que por ahí queda la idea de un milagrito, pero es algo muy poco probable, en cambio la fe es lo más importante, el reconocimiento de que yo voy a sacrificar todo porque creo en esto, y con los hongos o con el peyote o cualquiera de las otras sustancias, no, los consumes y eso es todo lo que necesitas para comunicarte con lo divino.
También hay otra relación que señalas entre los padres de internet y su modelaje por sustancias psicotrópicas, eso me recordó a The Game, de Baricco, que también hace una vinculación entre las ideas que rigieron el mayo parisino del 68 con estos famosos eslogan de “la imaginación al poder” y que también influyeron mucho en esos precursores de internet, ¿cómo explicarías que lo que se planteó como una apuesta de que otro mundo es posible, libre, ahora sea el más cortado, el más ha cercado de todos?
Naief: Es impresionante. De la única manera que me lo explico es con la idea de que nuestra relación con los organismos, en este caso, los hongos, pero tú podrías sustituirlo por cualquier otra, es una consecución de vínculos, el primero, curiosidad, incluso hambre; luego, la sorpresa, el azoro; de ahí viene la experiencia de salirte del cuerpo, que de ahí viene el ritual; después la religión, todo está unido de una u otra manera a diferentes fases de cómo nos hemos relacionado con estas sustancias, de manera individual o de manera grupal o en comunidad, como sea, tras ello, eventualmente llega el prohibicionismo y una ruptura y otra vez vuelve a empezar.
Entonces, más o menos es como lo explicaría, pasamos del interés, del descubrimiento o re-descubrimiento a nuevos rituales y estos nuevos rituales, ¿qué hacen? Pues incorporar los mecanismos del capitalismo voraz contemporáneo, con cierta libertad, y así sustituimos el miedo por la ambición; es interesante porque ahora tú tienes todos estos chamanes o neo-chamanes, que son psicoterapeutas o médicos o simplemente gente que se creen guías, así que me parece interesante cómo se van concatenando los fenómenos, y por ello, invariablemente creo que vamos a llegar a un nuevo prohibicionismo.
Ahora, respecto del mayo parisino, de estos slogas y esta gran idea de la libertad y de cómo el consumo de estas sustancias y de cómo llegamos, al menos yo llegué a ellas, como algo transgresor, de la contracultura, del atrevimiento a burlar las convenciones, y ahora es lo contrario, las corporaciones llegan y te dicen, mira, los miércoles son de microdosis, los viernes de peyote. A mí me pareció sorprendente que, hace como un año que entré a investigar a fondo, hablé con gente que estaba empezando con microdosis, ya sea con psicoterapeutas o chamanes o solos, y en ese periodo de tiempo realmente microscópico ya vi un gran cambio, ya me encontré ahora gente que dice, “tuve que dejar a mi terapeuta porque a forzosamente quiere que coma hongos y yo tengo miedo”. Eso fue algo que me llamó muchísimo la atención, que ya hay gente que está absolutamente entregada a esa idea y que es si no vas a hacer eso estamos perdiendo el tiempo.
Todo esto que señalas, también se puede relacionar con otro libro, La música. Una historia subversiva, donde Ted Gioia formula la tesis de que los géneros musicales siempre van a surgir de la periferia, de las comunidades marginales, y cómo después la cultura hegemónica se adueña de ello, lo legitimiza y luego lo comercializa: es algo de lo que también está pasando a los hongos.
Naief: Sí, exactamente. Aquí tardó en suceder y fueron varios tropiezos, pero fue así. Después del gran prohibicionismo que empieza en los años 60, empieza antes, pero en los 60 se vuelve un instrumento represor muy claro. Tú tienes en México casos de prohibicionismo desde los años 40, hasta quizá más, no tengo muy clara la historia del prohibicionismo en México, sería un ensayo interesante de escribir, pero tienes que en los años 60, los hippies y todo esto, luego estaba la CIA y el FBI como mecanismos de represión y persecución y, por otro lado, estaban los instigadores que utilizaban esas mismas sustancias para sus propios fines, para promover ciertas sustancias.
Y lo de la música me parece una perfecta metáfora. Tenemos que la idea de los hongos es que eran salvajes, y ahora se cultivan, se han domesticado. Así que de lo salvaje pasamos a lo doméstico y luego a la actual corporativización de las sustancias, que quiere decir, el uso del instrumento más importante del mercantilismo que es la medición preciosa. Yo soy ingeniero, entonces, para mí, cuando piensas en la medición piensas que ya un fenómeno se convirtió en otra cosa, porque ya te permite medirlo, evaluarlo; y también ya se vuelve algo explotable, algo que puedes vender en paquetitos.
Y pensando en tu obra de manera más general, tenemos que la apropiación, el lucro, la prohibición que siempre hay en torno a las pulsiones humanas más intensas, como las drogas, los hongos, la pornografía, todo eso es lo que ha gestado varias de tus obras, no solo esta, ¿por qué?
Naief: Sí, y no lo sé, y no lo hice a propósito, todo fue conectando orgánicamente conforme fueron dándose mis intereses. Yo siempre he visto mi búsqueda como la búsqueda de fenómenos tecno-culturales, es decir, cómo la tecnología influye en la cultura, cómo la mide, cómo la estructura, cómo la tecnología nos permite llegar a experiencias, y cuando hablaba, por ejemplo, del cyborg, que fue mi primer tema, era el cuerpo al que de repente ya tenías mecanismos para transformarlo quirúrgicamente, químicamente, fisicamente, biológicamente, y ya podías cada vez más volverlo algo comercial, cuyo ejemplo, que no existía cuando yo escribí esa obra, es ozempic, es una droga para la diabetes pero que te hace adelgazar de manera impresionante, así que Hollywood se volvió ozempic, ahora ya todos ahí se meten esta droga y de repente ya están súper esbeltos; la gordura ya pasó a ser patrimonio de los pobres. Entonces, esta manera cibercultural de transformar el cuerpo ya se volvió un producto a comercializar.
Y la pornografía era eso, cómo hacer que la experiencia sexual sea algo comercializable, primero escribiendo de ella, después fotografiándola, grabándola, en fin, así que son experiencias que de repente pasan en lo salvaje, en lo ocasional, a volverse algo que puedes obtener a cambio de dinero. Y lo de los hongos también se volvió así.
Ahora, cuando yo empecé a escribir sobre los hongos, a mí me interesada cómo un hongo, (aunque, insisto, el hongo es como un comodín), cómo las sustancias psicotrópicas, psicodélicas cambiaron, modelaron, influyeron en la creación de internet, cómo nuestras experiencias digitales de hoy se deben a que unos tipos se metieron estas sustancias. Así que todo se conecta de esta manera.
Como experiencia psicodélica, yo lo pensaba también como una manera de hackear la mente. Tú tienes terminales en el cerebro para ciertas proteínas y de repente las moléculas de psilocibina se insertan ahí como si fueran productos animales, que no lo son, es decir, son moléculas que pueden engañar al cerebro, hackear, manipularlo, desprogramarlo, re-programarlo, con una facilidad impresionante, para mí eso es lo fascinante y así es como se conectan mis fenómenos.
Esto nos lleva a lo que comentabas en tu presentación pasada y al título tan evocativo de tu libro: el planeta es de los hongos y el humano es solo el medio para potenciar su existencia, ¿no?
Naief: Sí, lo que comentaba ese día. La idea es es que el hongo llegó hace millones, nos acompaña en este viaje que tenemos en la Tierra, lo que duremos aquí, que no me parece que durará mucho más, pero el hongo seguirá aquí. Una vez que caigan las bombas atómicas yo pensaba, bueno, pues el mundo será de las cucarachas, y ahora digo, no, el mundo va a ser de los hongos. Ellos van a seguir aunque caiga esas bombas, porque difícilmente eso podría erradicarlos. El poder de los hongos es mayor.
Y es que nos hemos el cuento a lo largo de la historia de que, por ejemplo, la psilocibina es algo que el hongo produce para atraer a incluso al a los hombres porque de esa manera nosotros vamos a distribuir las esporas, y puede ser, pero a lo largo de millones de años a los hongos no les preocupó en lo más mínimo que el humano quien distribuyera esas esporas, ni los renos ni las ranas, nada, a ellos les importa poco porque tienen su propia manera de existir y reproducirse, teniendo esa inteligencia tan prodigiosa, que cuando los estás estudiando sientes que te están observando, que te miran, así como nosotros vemos a las vacas cuando vamos en auto como unos animalitos curiosos, y el cómo nosotros llegamos y alteramos su medio, rompemos todo, los hongos parecen decir, ah mira, yo también puedo hacerlo en tu mundo. Así que somos compañeros de viaje, y compañeros ocasionales.