En discurso la autonomía y la autogestión son palabras muy bonitas, lo difícil es llevarlas al término de lo práctico. ¿Cómo hacemos práctico lo discursivo? La columna del día de hoy versa sobre una de las bandas más importantes de Jalisco, una banda que ha hecho todo a su manera, por supuesto que vamos a hablar de La Minerva.
La Minerva pertenece a lo que se podría decir que es la segunda generación de bandas de ska-punk de la ciudad de Guadalajara, ellos salieron a la escena pública en el mismo tiempo en el que salieron proyectos como No Hay Fianza, The Donatellos, Misterio A La Orden, La Proleska y la Zonora Alkoholika, solo por poner algunos. Su primer nombre fue Ke La Chupe Minerva, nunca he sabido el origen del mismo (y creo que tampoco me gustaría saberlo), ni por qué se lo cambiaron; tampoco recuerdo cuándo fue la primera vez que los vi, sólo recuerdo que poco a poco comenzamos a tocar juntos en muchos lados. Retando a la memoria, es que también recuerdo a otra alineación, aunque Palomo, Tony y Ricardo (Mariguas) han estado la gran mayoría del tiempo en la banda, por ésta también han pasado otros integrantes como Chemo, creador del ChemoFest el festival de cochera más importante del occidente del país, Omar Bazookas y la Vaquita, hoy trompetista de la Orquesta Etilika.
La Minerva en sus casi veinte años de existencia ha contribuido de gran manera para el desarrollo de la escena ska-punk de la ciudad de Guadalajara. ¿No me creen? Los hechos hablan por sí mismos, desde tener una radio por Internet, La Radio Pirata, hasta tener un estudio de grabación, Pirata Records, por el que han pasado La Cuadra Vaga, La Chichona Ska o Conflicto Social. Ya ni hablemos de que ellos auto-gestionan sus propios eventos y venden sus discos de mano en mano.
En ese mismo sentido, La Minerva es una de las bandas más importantes de la ciudad. Con tres materiales auto-editados, “Peor es nada” del año 2006, “Odio a quien odio merece” del año 2011 y su más reciente material “Moriré bailando Ska”; con cientos de conciertos dentro y fuera de la ciudad en casi dos décadas de existencia, creo que nadie tiene las bolas para poder regatearles lo que han logrado, mucho menos por cómo lo han hecho. Pueden gustarte o no, pueden caerte bien o no, pero las cosas como son. Ellos son el reflejo de la actualidad de la escena ska-punk y con el perdón de las bandas más longevas, La Minerva en la última década ha cargado con el peso de la escena.
La Minerva siempre ha seguido su camino, mientras que una buena parte de la escena de Guadalajara se distrajo y peleaba en redes sociales por presumir quién era el mejor músico, por hacer complicadísimos arreglos de metales, por llevar el ska-punk a “otros estándares”, ellos, La Minerva, dijeron que la chupen, agarraron sus instrumentos, tres tonos y vámonos, punk cuando debe de ser punk, ska cuando debe de ser ska y un puñado de letras incendiarias son la receta de este coctel. No sé usted, mi apreciado lector (o lectora), pero siempre que escucho a La Minerva me rememora un poco a los Rude Boys de la Ciudad de México, hay algo ahí que me hace match entre ambos grupos.
De hecho, al candor de la auto-etnografía, puedo admitir que yo mismo era un férreo crítico de La Minerva; dejando de lado la envidia juvenil que en aquel entonces me cegaba, un día decidí escucharlos detenidamente y observar su acto, por más que lo reflexionaba no comprendía el éxito de La Minerva. La epifanía vino cuando en una de sus canciones, “el caballo marihuano”, los asistentes comenzaban a subirse encima de otros y galopaban hacía el centro del recinto para hacer un slam. Sé que muchos de la escena musical local ya estarán acostumbrados a ver esto en sus conciertos, pero esto de lejos no es normal, he observado la cara atónita de integrantes de grupos foráneos cuando ven esta escena y créanme que la conexión que La Minerva tiene con su público es una maldita locura.
A Mariguas desde hace algunos años ya no le digo Mariguas, me dirijo hacia él como Ricardo. Se ha ganado todo mi respeto. No sólo por su proyecto musical, sino por la actividad política que ejerce. No quisiera sacar el “rebeldometro”, y quien soy yo para poner falta o asistencia en algún evento, pero para una escena donde la gran mayoría de las bandas cantan sobre la solidaridad y la resistencia, son muy pocos los que se paran a una manifestación; este para nada es su caso, marcha que se convoca, marcha en la que él está, ya sea prestando su sonido para que los partidos comunistas de la localidad puedan hacer sus ferias marxistas o yendo a poner el cuerpo frente a la policía. Ya me lo encuentro más en la calle que en los conciertos; de hecho, en una de sus últimas presentaciones tuvo el gran detalle de mandarme una camisa para mi hija Ale Viktoria, ¿ven lo paradójico de esto? ¡La hija del vocalista de No Hay Fianza usando una camisa de La Minerva!
Por último, madurar es aceptar la importancia de La Minerva para la escena rebelde de la ciudad de Guadalajara; porque cuando todos caímos en el canto de la sirena de las productoras que nos prometían convertirnos en la nueva banda revelación de Jalisco, los únicos que estuvieron al margen de eso fueron ellos; porque cuando muchos nos fuimos, algunos para volver y otros para siempre, ellos estuvieron aquí tocando para las nuevas generaciones y acercando nuevo público a la escena; picaron y picaron piedra, hasta que hicieron del Tianguis Cultural una sucursal del manicomio; tocaron y tocaron hasta que se hicieron uno con el séquito de fanáticos que les siguen. Aunque tengamos concepciones musicales diferentes, respeto muchísimo lo que han hecho como banda, porque Ricardo, Palomo, Tony, Elián y Juan, jugaron el juego en el modo más difícil, con una sola ficha y jamás se echaron para atrás. Se fueron por el camino de la autogestión y la autonomía.
Todas las fotografías han sido tomadas del Facebook de La Minerva.