Jaime López. Foto: Carlos Miguel Glz.

Jaime López, creador del «tan mentado rap de la chilanga banda» visita la Feria Internacional de Libro de Guadalajara para presentar su libro de poemas: Paramecio y El Cantar de Casimiro (Katakana Editores), un poemario que nos lleva directo al humor, al eros y el tánatos, la infancia y juventud, así como a las reflexiones que propicia el asfalto de la gran ciudad, todo bajo el sello del ecléctico viejo lobo de voz aguardentosa. Les compartimos los que nos contó el día de ayer.

La entrevista

En tu obra, Paramecio y El Cantar de Casimiro, están reunidas dos tradiciones, el haiku y la poesía picaresca del siglo de oro español, ¿cómo surge ese interés tuyo por ambas tradiciones?

Jaime López: Bueno, primero, ese es un gran honor que me hace el editor Omar Villasana, y no es que comience haciendo la promoción, sino es porque yo no etiqueté eso así, sino que él es un gran conocedor de literatura, y según me informan mis informantes protegidos, que cuando recibió el libro se le hizo procaz. Y lo que me gustó fue su actitud, porque dijo, es procaz, pero me interesa publicarlo. Así que el hecho de que para mí ese un ejercicio de libre expresión, y le estoy muy agradecido. Así que cuando estaban haciendo la contraportada, le dije, haz lo que quieras. No sé si algunos que han muerto me pudiera encomendar, me gustaría que Felisberto Hernández dijera algo sobre lo que hago, pero es imposible, entonces, le digo por qué no escribes tú algo. Así que como conocedor, eso fue lo que él señaló.

Que eso me hace recordar a mi maestra, doña Lidia Oceguera, quien allá en el entonces DF (para mí sigue siendo el DF), en la prepa 5, me enseñó por primera vez que el verso tenía medida, que para mí fue como el solfeo, porque yo hacía canciones sin ton ni son, y fue como descubrí que antes que nada es sonido lo que estás haciendo. Entonces ella yo me enseñó a acentuar, a medir, a rimar con santa Teresa de Jesús “muero porque no muero”.

Foto: Carlos Miguel Glz.

En fin, recibo ese comentario de Omar como un homenaje a mi maestra Lidia Oceguera, de modo que si Omar percibió eso en mí es que fue bien educado, aunque no quiero presumir que quería hacer algo así, aunque sea sea una buena influencia querer hacer algo como Jorge Manrique, Góngora. Y es que quien también me educó fue Paco Ibáñez, musicalizando, yo siempre digo que, en rigor, Paco Ibáñez es mi maestro de literatura hispánica, entonces sí, a lo mejor eso lo traigo por formación.

Y sobre los haikú, insisto que aunque estén de moda, que tampoco estoy en contra de las modas ni de las etiquetas, si están bien puestas, bienvenidas. Es como un halago, cuando cae en tiempo, cae muy bien, cuando no, cae muy mal. Así que con a los haikú los conocí desde que era preparatoriano, la respeté mucho hasta que le falté al respeto muchos años después; así que dije, lo más aproximado a esto es es un paramecio, que en términos de biología es un ser unicelular que puede ser expansivo como la síntesis y creo que siempre una canción sobre todo es una labor de síntesis, ya después cómo la derives es cuestión de capacidad o de no capacidad de cómo la desarrollas o la subdesarrollas.

En ‘Paramecio’ es fácil encontrar al Jaime López cantautor, hay pinceladas que nos remiten a tus canciones, ¿hay similitudes entre el proceso creativo de estos poemas y lo que haces cotidianamente para hacer tus letras?

Jaime López: Claro pues es que en el principio yo creo que el principio de la poesía es el campo, ahora, yo no quiero decir que todo canto sea poético y que todo poema realmente sea poético, esa siempre ha sido una pugna, uno lo que pretende como cantautor, que ese término se me hace una especie de palabra altisonante, cantautor se me hace una cacofonía, esa era la palabra que quería encontrar, en fin, más allá de eso, una canción, que es la semilla de todos los géneros literarios, puede estar contenida una novela, un cuento, un poema, la desgracia radica en que un poema no sea cantable o que una canción no sea poética, yo creo que es como to be o no to be, eso es intraducible, es placer o no ser, ese es el riesgo, o vivir o no vivir, ese es el reto.

Siguiendo esta idea tuya de la canción como síntesis de todo género literario, en El Cantar de Casimiro encontramos una trama que combina métrica con humor, con eros, con la experiencia urbana, ¿nos podrías hablar sobre ello?

Jaime López: Sí, bueno, a mí la ciudad siempre se me impone, que yo no soy cronista, respeto a los que hablan de una ciudad, pero en mí la ciudad se me impone, desde la primera gran ciudad que conocí que es Matamoros, la segunda fue San Francisco, desde muy bebé, y luego casi todas las ciudades que conocí en la frontera, en mi infancia, Ciudad Juárez, Nogales, hasta venir a Guadalajara, en el tren, y curiosamente hasta después conocí el DF, que es donde me he anclado, que uno hace tierra donde más pavimento, pero sí, siempre ha ha estado junto con pegado esa parte del eros y el tánatos, que es el andar on the road que ya escribiera mejor Jack Keroac, y que aún sigo experimentando.

Y bueno, al momento de escribir no dejas de cantar. Cuando yo empecé a hacer esto, cuando se volvió realmente mi trabajo, el primer sorprendido fui yo, porque siempre descubrí esa dinámica en la que la música te lleva a la literatura la literatura te lleva a la música la música te lleva a la literatura y así, y si no paras de escribir, mejor, nada más que disculpando mi lenguaje florido, no hay que cagarse fuera de la bacinica, unas cosas corresponden al espacio visual y otras al auditivo, y si logras que en esos espacios haya retroalimentaciones, es lo mejor. Como el rock, que es lo que logró cuando la poesía se estaba volviendo demasiado visual la hizo cantada y después la hizo escrita es que es el origen del booklet, y no solo con Leonard Cohen sino con Yes o con grupos más sofisticados se da ese booklet. Entonces, a mí eso es lo que me gusta del rock, es confluencia de letra y música, la tradición de la poesía en el principio como canto que deriva en lo escrito, ese canto rodado, que es lo que significa rolling stone, a final de cuentas el rock es canto rodado.

El Cantar de Casimiro cuando inicia nos hace pensar que seguirá una secuencia cronológica, y sí lo hace, pero también hay muchas disertaciones, sin embargo, cuando vuelve la trama nos sentimos en esas narraciones iniciáticas que llevan a la  infancia, y que a mí me recordaron demasiado a canciones tuyas como ‘Almanaque’, así que la pregunta es ¿cuánto hay de autobiografía y cuánto de ficción en este cantar?

Jaime López: Ese es el justo medio, por eso no me interesa escribir una autobiografía, quien quiera que lo escriba, pero no cooperaré con ello, mi vida es mejor, pero cosas de mi vida a que parten hacia la ficción y encuentran su justo medio entre eso los extremos que me interesa hacerlos convivir, la locura con la cordura, la ebriedad con la sobriedad, la letra con la música, eso es lo que me interesa al hacer una canción, no es que sea una máxima, si surge soy el primer sorprendido, pero sí tengo en cuenta que no importa tanto el dato biográfico sino la fantasía que haces de ese dato, algo que al final de cuentas tiene que ver con una y otra instancia, que se relaciona con esto que se dice de que la vida es más irreal o más imaginativa que la imaginación misma, eso es lo que me mueve, imaginar lo que ha sido mi vida, no reinventarla en ese rollo de decir esto no me pasó así, sino que en ese momento no lo medí en la justa dimensión.

Es como la música, yo sigo creyendo que viene del pasado, depende mucho del pasado, pero no por nostalgia sino por acervo cultural, la música viene del pasado, se hace en el presente, sobre todo si la ejecutas, como intérprete, y se proyecta al futuro, si tú logras eso, significa que vas bien, a veces en el espacio escrito no siempre lo logras.

Foto: Carlos Miguel Glz.

Sí, es más complejo. Ahora, como lectora este poemario a tus discos que más recordaron fue Nordaka y Desenchufado, no sé si acerté o no.

Jaime López: Claro, pues fíjate que puedo decir que no soy muy certero con lo que he hecho, si puedo decir que todo lo que he grabado o escrito no me arrepiento, es decir, no tiro la piedra y escondo la mano, porque para mí la firma es una responsabilidad más que un acto de vanidad, así que me cuesta tiempo volver a contemplar lo que hice, tanto en música como en libro, y es porque me cuesta tiempo poder contemplar lo hecho porque quiero recobrar al lector que fui antes de realizarlo.

Entonces, me sorprende lo que me dices de Nordaka y Desenchufado porque en realidad son un mismo disco, por cuestiones de tiempo se dividieron, pero para mí son un mismo concepto, de hecho si yo los aglutinara van en un mismo disco, y sigo desarrollando eso mismo, insisto que las canciones son materia viva o sea no dejan de estar, al menos como autor, como interprete de lo que hago, disfruto más la dramaturgia, me atormenta mala interpretación, pero el que se ríe se lleva, hay que dar la cara pero, por ejemplo, Nordaka fue para mí todo un concepto porque yo decía si no hago disco de música norteña será de música nordaka, atendiendo al despectivo de los españoles que eres un sudaka, no, discriminan bien, o sea está bien yo no soy sudaka, soy nordaka, no hago música norteña, hago música nordaka, y a partir de eso no dejo de estar recreando esa canción, de hecho pienso volver a grabarla porque creo que ahora sí ya la tengo definida, muchos años después la grabé en el grupo que hice de Hotel Garage, pero creo que puedo desarrollarla más, con ese concepto de nordaka raza que insisto que es el otro lado de chilanga banda, ese juego de identidad una cara es la chilanga banda y la otra es la nordaka raza, quiere decir que soy de aquí y soy de allá, no tanto no soy de aquí ni soy de allá, trato de convivir todavía hasta la fecha el norteño que soy por origen y el chilango que soy también por obviamente habitar y encontrar mucha identidad en la Ciudad de México, entonces, sí es una contradicción pero ahora una vez más volviendo a los polos, yo no creo la polarización, creo en la convergencia.

Así que eso me hace regresar a lo del disco de Desenchufado, recuerdo que una vez llegó un productor que dijo que ahora sí voy hacer a el Jaime López desenchufado, y yo dije, pues yo siempre he estado desenchufado, yo lo que quiero es que me enchufen, así que lo hice como respuesta a eso. Y lo de Nordaka para los que no saben discriminar bien, ahora que se celebra España, quiero decirle a los españoles, y no es xenofobia, que si van a discriminar discriminen bien, no somos sudakas, somos nordakas, el hemisferio norte está del Ecuador para arriba, si no ellos son infrapirinaicos, porque, como usan despectivamente los europeos de arriba, África empieza abajo de los pirineos, entonces son infrapirineas si nos van a decir sudakas. Yo soy orgullosamente nordaka y chilango.

Foto: Carlos Miguel Glz.

A eso iba otra pregunta, porque voy a empezar citándote: “que un norteño achilangado haya hecho el tan mentado rap de la chilanga banda” es como si reforzaras la idea de que el forastero es el mejor para describir lugar.

Jaime López: Sí, desde luego que sí, ahora muchos ofendidos chilangos dicen que los chilangos son los que venimos de fuera no los que son de ahí. Yo les digo, bueno, como los aztecas, los aztecas venían de fuera, de Aztlán, que por Nayarit, según entiendo. Entonces los primeros chilangos son los aztecas, yo no admiro realmente mucho a los aztecas, pero digo, el referente sería ese para quienes admiran al imperio, los aztecas fueron los primeros de fuera que llegaron a la Ciudad de México, o sea, son los primeros chilangos; si un matamorense que poco antes vivió en la huasteca veracruzana, le van a decir porque viene de fuera es el chilango y nosotros no, vaya y chingue a su chilanga madre.

Por último, ¿Jaime López se convierte en forastero de su propia vida al realizar este poemario?

Jaime López: Yo siempre he dicho que soy un fuereño forever, que gracias al barrio de Portales he hecho tierra, ni siquiera soy chilango, soy fuereño forever y portaleño más que nada.

El libro se puede conseguir hoy en la presentación que se hará en la FIL, o directo en la página de Katakana Editores.

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