Jaime López. Imagen publicada originalmente en la revista Dónde ir. Versión del autor.

Jaime López es un referente para el rock mexicano. Con su voz aguardentosa y ojeras características, nos ha entregado cantidad de canciones que nos llevan a una trova urbana que atraviesa más de cinco décadas.

Todos hemos escuchado la Chilanga banda, la canción más famosa de Jaime López (Tamaulipas, 1954), que fue popularizada por Café Tacvba; pero su repertorio va más allá de esta canción, de hecho, va más allá de un género musical, pues aunque de alma rockera, sus canciones han pasado por el corte tropical, ranchero, blues y bolero.

En 1989 creó el disco que lleva su nombre y que todo él es un clásico para sus fans, pero del que sobresale una de sus canciones más reconocidas: Sácalo, interpretada también por Cecilia Toussaint; así como A la orilla de la carretera o El hombre de Wall Street.

El compositor tamaulipeco ha mostrado su influencia y predilección por los ritmos norteños, entregándonos aquel entrañable Nordaka (1999), donde de vez en vez hace su aparición El Piporro, como en su clásica Por cigarros a Hong Kong. También aparece esa canción espléndida que le hace a su madre: Angelita o esa oda al mundo «pocho», de los que no son de aquí ni son de allá: ¿Qué onda ese?

Hace años, junto a José Manuel Aguilera, nos entregaron aquel disco titulado No más héroes por favor (2006), plagado de sus voces a la par de oscuras y deliciosas, con canciones que son parte de las preferidas como ¿Qué fue de la gran Betty Boop?

Tenemos también Desenchufado (2008), donde canciones como Del calor a lo frío, Tres metros bajo tierra o Tu Maldición se fueron colando como la humedad. Y ese mismo año, llega uno de los discos que más coreamos sus seguidores: Por los arrabales, una obra que nos lleva a imaginarnos al mismo Doroteo Arango, para después llevarnos a las azoteas de la Ciudad de México con Castillos en el viento, y ya antes haber hecho homenaje a las princesas de la noche con la canción que da nombre al álbum, una canción que está emparentada en su fuente de inspiración con Aves de paso, de Joaquín Sabina. Y como el toque romántico, cierra con La dosis de tu amor.

Quienes hemos podido verlo en distintas ocasiones podemos dar fe del histrionismo y fuerza de cada una de sus presentaciones. Este juglar contemporáneo, tan ecléctico que le ha valido ser relegado de reconocimientos, hace de cada canción un himno a esos mundos llenos de calle, arrabal, épicas urbanas que nos llevan por un México sabor a asfalto, alcohol y amor nubarroso, cargando de rimas o estrofas pegajosas que en su voz adquieren el toque de quien transmite lo mucho que ha vivido.

En entrevista con Carlos Meraz (2021), comparte: “Quienes me dicen que el rock ha muerto, les digo: ¡Tú estás muerto para el rock! Yo nací con el rock & roll en el 54, tengo su edad y para mí no es un género sino mi cultura, a través de él conocí el jazz, flamenco, blues, la literatura y a muchas mujeres”.