Santosh, de la directora británica-hindú Sandhya Suri, es otra de las grandes películas europeas del 2024 —aunque si alguien dijera que es hindú, no lo corregiría—. Se estrenó mundialmente en el Un Certain Regard del Festival de Cine de Cannes el 20 de mayo pasado. Yo tuve oportunidad de verla hasta noviembre en el Festival de Sevilla de Cine Europeo, en el que ganó, muy merecidamente, el premio a Mejor Guion.

Aunque Santosh es “oficialmente”, como les venía diciendo, una película europea, coproducida por Reino Unido (Good Chaos), Francia, Alemania e India (siendo la productora hindú, al parecer, una mera gestora gubernamental, que además no estoy seguro si es realmente hindú o es sólo una corporación francesa con domicilio fiscal en India), la directora es de ascendencia hindú y todo el resto del talento artístico y de producción (mano de obra) es hindú, es decir, los ingleses solo pusieron el dinero, así que realmente, artísticamente estamos hablando de una película hindú.

En este contexto, no deja de sorprender, como el caso de Brasil para la Abya Yala, que en el año que recién termina, India haya sorprendido con dos grandísimas producciones: Todo lo que imaginamos como luz (All We Imagine as Light) de Payal Kapadia y ésta, Santosh; ambas estuvieron presentes en Cannes, la de Kapadia en la Sección Oficial, compitiendo por la Palma de Oro, también estuvo en Sevilla y en el FIC-UNAM, de hecho sigo sin entender como Kapadia no ganó, por lo menos, el premio a mejor dirección en la sección de películas internacionales del festival mexicano.

Hay otra película hindú, una comedia negra, Sister Midnight de Karan Kandhari, que también entró en Cannes (Directors’ Quinthink), que no he visto, así que no la considero. De igual forma, en una sección para estudiantes de cine (La Cinef) se encuentra Sunflowers Were the First Ones To Know.

India no estaba en Cannes compitiendo por la Palma de Oro desde 1994, treinta años tuvieron que pasar. Este ascenso del cine hindú quizás se deba a una serie de políticas públicas como programas de financiamiento, incentivos económicos (reembolsos), facilidades y flexibilidad administrativa (ventana única para permisos) y circunstancias económico-sociales como la popular mano de obra barata y una gruesa y veterana industria cinematográficas (Bollywood) con técnicos experimentados en todas las áreas del proceso de producción fílmica. Como sea, es una buena noticia, dados los resultados tangibles.

Secreto de un crimen cuenta la historia de una mujer policía: Santosh Saini (Shahana Goswami) que después de quedar viuda, gracias a un programa gubernamental, puede heredar la plaza de policía de su difunto marido. Incursionando con ello, en un mundo completamente nuevo, el oscuro mundo policial, del que pocos conocen lo profundamente retorcido que puede llegar a ser, ya que a los poderosos no les conviene mostrar la suciedad de su brazo armado.

Santosh forma parte del equipo, lidereado por Geeta Sharma (Sunita Rajwar) una perspicaz jefa policial, que investigan la terrible violación y muerte de Devika, una chica pertenenciente a una casta inferior.

Sandhya Suri se inspiró, de alguna manera, para escribir el guion, en el terrible caso de una violación colectiva conocido como: Nirbhaya, que significa valiente o sin miedo, sucedido en 2012 en la India y en el que una chica fue bestialmente atacada sexualmente por 6 “hombres” en un autobús. Cuando regresaba con un amigo del cine, por mala suerte, tomaron un autobús equivocado donde 6 enfermos los golpearon salvajemente, violándola después a ella.  Cuando se cansaron los tiraron del autobús en movimiento, quizás pensando que ya habían muerto. La chica de 23 años fue hospitalizada y murió una semana después debido a la gravedad de sus lesiones.

El caso fue tan terrible que despertó la ira popular y una serie de manifestaciones en la India, un país que se encuentra muy mal en la protección de las mujeres contra la violencia. Tomó tal relevancia que hubo algunas reformas legales procurando (o simulando) mayor protección. Además, 4 de los 6 responsables fueron condenados a la horca, el otro fue misteriosamente muerto (suicidado) en la cárcel y el que resta, un menor de edad, por tal motivo, solo estuvo 3 años en un correccional de menores. Se dice que dicho menor fue el peor, o más violento, de los agresores.

La directora dijo, en alguna entrevista, que al ver las manifestaciones, por alguna razón, le llamó especialmente la atención un grupo de mujeres policía que trataba de contener o enfrentar a los manifestantes. En particular, se concentró en el rostro de una de ellas y su gesticulación. Se trató de imaginar cómo sería ser ella, una mujer policía en un sistema y ambiente totalmente patriarcal. De allí empezó una ardua investigación en la que basó su guion.

La película toca muchos temas importantes como la intolerancia y discriminación religiosa, la corrupción, el machismo, la desigualdad y la organización por castas de la sociedad hindú, los prejuicios, la justicia, la venganza y la pena de muerte; de los que prefiero no hablar y sólo mencionaré porque la gran virtud de esta película es el guion y como la directora va desarrollando la historia con gran maestría, metiendo al espectador paciente en una fabulosa trama que no dejará de sorprenderlo hasta el final, jugando con los prejuicios de todos.

Una gran historia trasladada extraordinariamente al lenguaje cinematográfico y que la hacen una gran película. Hablar de los temas tan interesantes que aborda, de alguna manera, predispondrá a los lectores a esperar determinadas cosas de la película.

Sandhya Suri viene del mundo de los documentales, igual que Marianna Brennand, la directora de Manas —la película brasileña de la que ya hemos hablado—, creadora con la que guarda otras similitudes, además de estrenarse exitosamente en el mundo de la ficción con sus obras este 2024, después de algunos documentales exitosos:

En los dos casos, pareciera que pasar del documental a la ficción tuvo como elemento común, quizás por su convicción investigadora propia de las buenas documentalistas, que las dos realizadoras hicieron sendas investigaciones previas antes de lanzarse a hacer su ficción correspondiente. Lo cual les ha garantizado mucha solidez en el argumento y seguridad a la hora de desarrollar sus historias. Ambas hablan de la precariedad legal a la que se enfrentan las mujeres en ambos países sede de las historias; del impune machismo; de problemas en la estructura del Estado; de niñas abusadas; de marginación, pobreza y desigualdad.

La ambientación y escenografía de Santosh es inigualable, Suri se preocupó por ir a rodar en lugares reales o lo más apegados a la realidad, como estaciones de policía y la utilización de trenes, que aparecen en alguna escena, reales; lo que hace a la trama mucho más convincente y le da una gran fuerza narrativa. De hecho, la película se desarrolla en una ciudad ficticia, ya que el gobierno hindú puso trabas, o pegas, a utilizar el nombre de una ciudad real, por miedo a que el público pudiese etiquetarla de corrupta o trasladar a la vida real la descripción y crítica que se hace de las instituciones sociales y policiales de la ciudad que prestase su nombre.

El espectador nunca verá venir todas las sorpresas que se van desenvolviendo de muy cuidada manera en la trama. Una historia bien estructurada y mejor desarrollada, donde todos seremos engañados, gracias al gran guion que sostiene el filme.  

Santosh va a contender por el Oscar, y aunque para mí eso no es referencia de calidad, ni mucho menos, si es una garantía de que muy posiblemente será bendecida por los padrinos de la distribución y llegue a los cines de su preferencia. De ser así, no dude en dejarse sorprender por esta gran historia oscura a una distancia segura, donde las audiencias sensibles quizás solo tengan que cerrar los ojos en un par de secuencias.

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