Música (Teatro Juárez)

Imagina que estás en el teatro con la expectativa de que una bomba incendiaria de 250 kilogramos soltada desde un Junker JU-87 puede atravesar el techo de la sala en cualquier momento. Imagina que lo que estás escuchando se está escuchando afuera del teatro cubierto con sacos de arena mediante megáfonos; imagina que el momento en que la orquesta afina sus instrumentos es escuchado en los radios de los camiones y en las líneas de frente por parte de todas las tropas que no abandonan su posición pese a las gélidas brisas del Báltico sobre ellos.

Esto fue precisamente lo que aconteció durante la Segunda Guerra Mundial en el estreno de la Séptima Sinfonía “Leningrado” de Dimitri Shostakovich, y que fue interpretada por la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG), bajo la dirección de Roberto  Beltrán Zavala, llevándonos por un viaje en el tiempo de características épicas.

Previo a la interpretación de la Sinfonía no. 7, los espectadores tuvimos la oportunidad de asistir al estreno de la pieza Estudio sobre el olvido (2018), obra del compositor mexicano David Hernández Ramos, y que acompaño la velada recibiendo la ovación del público congregado en el Teatro Juárez de la capital guanajuatense.

David Hernández Ramos (n. 1975) estudió violín en la Facultad de Música de la UNAM. Con el paso del tiempo ha profundizado sus conocimientos musicales en instituciones de Francia lo que le ha llevado a ganar premios internacionales. Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Creadores.

La Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato ejecutó su interpretación de la sinfonía Leningrado de Shostakovich durante una hora y veinte minutos, tiempo en que mantuvo al auditorio pegado a sus asientos, disfrutando de una interpretación que de tan intensa hacía que los letreros de algunas butacas se despegasen y que los espectadores se conmovieran casi al borde del llanto ante una pieza de una potencia simbólica y melódica colosal. La ejecución de los cuatro movimientos de la sinfonía fueron interpretados con pulcritud, pero el cierre, Allegro non tropo, encendió la ovación eufórica de la sala que, de pie, logró que el director Roberto Beltrán se presentase tres veces frente al público para agradecer su entrega.

Vagabunda se ha complacido en asistir a una de las interpretaciones musicales de excelencia artística en el marco del XLVI Festival Internacional Cervantino que concluyó con este evento su segunda semana de actividades.