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El gran david manning (2000-2001) fue, para un crítico de cine que nunca existió, una de las partidas más hipócritas en la historia de nuestro medio. Para entender plenamente las consecuencias de esta “partida” – es decir, la profunda decepción que tengo con esta figura – a continuación una breve reseña de su vida y obra:
En menos de quince meses de trayectoria, manning (q.e.p.d.) escribió seis reseñas / piezas de opinión (frases promocionales, prácticamente), cada una entre veinte a sesenta caracteres de extensión y todas tan fundamentadas en lo que sería la experiencia del espectador como lo son primitivas en prácticamente todo lo demás – principalmente como resultado tanto de los estándares de la crítica popular en ese momento como de la miope visión de los dos ejecutivos Hollywoodense que lo crearon (tomando el nombre de un conocido real, por cierto – un vendedor de equipo médico también llamado David Manning1 al cual le gustó la idea de ver su nombre en el periódico) para esparcir propaganda de películas de la Sony2 bajo la suposición de que todo el gremio de críticos colectivamente ignoraría un nombre que jamás había oido o conocido.
Sus piezas principales, en orden de importancia, son las siguientes,
“Un viaje terriblemente aterrador”
(sobre Hollow Man, 2000).
“¡El equipo de producción de “Big Daddy” entregó otra ganadora!”
(sobre The Animal, 2001).
“Un viaje emocionante, sexy y aterrador”
(sobre The Forsaken 2001).
Y, por supuesto, su trabajo más reconocido a la fecha:
“¡[…] la nueva estrella más sexy de este año!”
(sobre A Knight’s Tale, 2001, refiriéndose al actor Heath Ledger, q.e.p.d.).
Mi problema, cabe aclarar, no es el aspecto formal de la obra; en realidad su estilo podría considerarse muy adelantado a su tiempo gracias a elementos como su brevedad derivativa, la ostentosa omisión de cualquier tipo de exploración analítica y sus tangentes valiosas a primera instancia pero que comunican absolutamente nada excepto los intereses e ideologías de la personalidad creadora. Tampoco lo es su carrera tan prematura (o que descubrieran la farsa rápido, supongo); Bazin también trabajó relativamente poco en sus menos de quince años como crítico, teórico y fundador de la revista de crítica cinematográfica más respetada en el medio, pero el legado de ambos sigue siendo tan vigentes como el legado de las cientas de personas que empezaron su carrera destruyendo las suyas. Ni siquiera lo es el cómo la mera existencia de su persona desnudó toda pretención de que la industria cinematográfica estadounidense no coerciona toda medio de comunicación a su alcance para propagar la homogenización cultural (era crítico, no activista) o que la audiencia en general presta atención a la crítica popular lejos de una relación antagónica o cesgada a las preconcepciones que cada persona ya tiene y desea validar (era crítico, no profesor de alfabetización mediática).
Mi problema, si se tuviera que resumir, es que manning (q.e.p.d.) fue una de las oportunidades desperdiciadas más decepcionantes del último siglo. Un asiento vacío en una función que lo estaba esperando.
Su obra es propagandista y sin mucho valor, si, pero más importante aún, es reflexiva; un espejo que señala hacia la viñeta de una “vida” que pudo ser mucho más de lo que se planteó originalmente, mucho más impactante que un mal intento de manipulación colectiva o que una anécdota relativamente graciosa que puedes contar para romper el hielo en una muy lamentable primera cita. Pudo ser relevante. Pudo ser el primer paso hacia una nueva forma de comprender el arte para muchas, muchas personas. Pudo ser, en corto, la figura crítica más importante del cine moderno y, prácticamente, lo que él hubiera querido ser.
¿Por qué se desaprovecho semejante oportunidad?
Pudo ser, por ejemplo, un “performance” – un acto de “vandalismo” mediático à la Banksy que pudo utilizarse desde adentro para satirizar todo el medio de la crítica cinematográfica comercial y señalar hacia las hipocresías todavía presentes en la industria Hollywoodense (lo cual ya hizo incidentalmente, supongo – pero tan solo imagina las posibilidades si una pluma con el filo de, por ejemplo, un Joyce hubiera hecho semejante tarea).
Pudo ser, similarmente, una pieza satírica a modo de “chivo expiatorio” o hipérbole moral – solo su nombre hace volar la imaginación a todo lo que puede deconstruir de un solo jalón, “david” englobando toda la ideología occidental contemporánea hasta sus raíces más fundamentales (Miguel Ángel, la iglesia católica apostólica romana, el canon estético europeo, colonización, imperialismo, puedo seguir por un rato) y “man” / “manning” englobando prácticamente la mayor parte de la historia de la industria cinematográfica y de la humanidad patriarcal con tal veracidad que todas las ramas del feminismo contemporáneo se unirían para seguir deconstruyéndolo con la misma severidad que un usuario de Letterboxd con medio porro encima, un minuto libre y muchas ganas de impresionar puede tener (cierto, esto también ya podría ser una realidad por mera incidencia, pero el punto es el mismo).
Inclusive pudo ser, en el peor de los casos, una personalidad disidente – alguien utilizando su posición de privilegio sistemático, especialmente con la mano protectora de Hollywood de por medio, para exponer nuevas perspectivas sobre las películas en cuestión con impacto considerable en comparación a sus contemporánexs (lo cual, correcto también, personas como Sontag, Godard, Kael, Ayala Blanco, Solórzano, Ebert, Truffaut y muchísimas personas más ya llevaban haciendo por décadas, pero él al menos pudo haber mordido la mano que le dió de comer con tal fuerza que el mundo le habría prestado especial atención, llevando discursos más interesantes sobre cine y sus retóricas a las masas).
En su lugar, a manning (q.e.p.d.) no le bastó con ser ficticio, también se conformó con ser un aburrido y opinionado anónimo, quizá el primer gran exponente en esta ola contemporánea de gente anónima, opinionada y aburrida – lo que hoy llamamos “mamadorxs” (incluyéndome, por supuesto); persona hecha opinión; individuos que utilizan los medios sociales para compartir sus discursos de opinión (“reseñas”) que en su mayoría propagan el alardeo moral, elitismo, cinismo, de todo un poco siempre y cuando el fin sean sus valores, sus ópticas, todo sobre él / ella / elle excepto la película en cuestión.
Detrás de la mentira pudo existir, si hubiera sido una persona real, un individuo cuya perspectiva, intereses y predilecciones podrían haber dirigido millones a sus propias perspectivas, intereses y predilecciones de formas más activa.
En su lugar, solo nos queda – como el puesto falso del que el protagonista de “A Knight’s Tale” se apropia denota – una ausencia trágica dentro de una realidad cada vez más ajena, más desperdiciada, más decepcionante en un medio que lo necesita ahora más que nunca.
1Artículo original: https://www.nytimes.com/2002/03/24/style/a-critic-speaks-really-dave-manning-s-oscars.html
2Artículo original: https://www.newsweek.com/reviewer-who-wasnt-there-153387
2
A las tres de la mañana de un día cualquiera, en una silla de su estudio viejo en un edificio todavía más viejo, david (en paz descanse) sigue despierto.
El lugar parece frío; el viento golpeando el ventanal y el vacío entre cada uno de los pocos muebles seminuevos lo acentúan. Exhala, quizá en frustración, quizá como ritual de iniciación para los pensamientos que seguramente vendrán (¿le vendrán seguido, o solo los días antes de realizar entregas? No debería, ninguna reseña que hace es buena).
Pareciera como si no quisiera salir de su departamento, pero en unas cuantas horas él definitivamente saldrá de su departamento para ver una película junto a otro par de críticos, escribir de ella durante cinco minutos (a veces horas, lo cual es extraño por que sus reseñas no son extensas), perder tiempo por un par de horas (a veces buscando algo bueno en la televisión, a veces fingiendo que ve televisión, quizá perdido en los pensamientos sobre qué quiere comer hoy), entregar lo que escribió directamente en las oficinas, esperar hasta que le avisen de la siguiente entrega. Repetir. Van tres meses desde que se mudó. Su rutina siempre es la misma (¿no le molesta?).
Exhala más fuerte que antes. Ahora se queda viendo fijamente hacia arriba. Se ve triste. Frágil, pero demasiado tenso como para percibirse patético.
¿Qué estará pensando? Quizá que no puede dormir. Probablemente esté buscando soluciones a esta problemática – por ejemplo, un listado lo más inhumanamente tedioso posible sobre todas las cosas que podrían contribuir a que él esté sentado silla fea por la madrugada, intentando ganar sueño (nunca parece funcionar). La lista de esa noche particular podría ser la siguiente:
- La cena congelada de anoche que compró por estar en rebaja (mucha grasa, mucho sodio, podría ser una señal de su cuerpo que debe tomarse la vida más en serio – o que está viejo – o que simplemente no le importa su vida, lo cual ya sería otro problema completamente diferente).
- Las fechas de entrega tan amplias y la carga de trabajo tan ínfima (aunque honestamente no debería quejarse ni sentirse culpable, puede hacer lo que quiera con su tiempo y deberían envidiarlo por ello).
- Las guerras al otro lado del mundo (especialmente sobe cómo pueden acabar con todo lo que conoce y todo lo que podrá ser con tan solo un par muy selecto de personas tomando un par de decisiones incalculablemente estúpidas – es decir, lo que las noticias del periódico donde publica detallan todos los días, las cuales lee siempre que sus reseñas salen en primera plana).
- La paranoia de haber sido observado por alguien en algún momento de su vida y haber sido juzgado sin misericordia (quizá piensa en la mujer mecánica por el parque, sin saber porqué, y sobre cómo ella lo mira muy fijamente mientras trabaja cada vez que pasa por el parque – como la película de Heath Ledger que verá por la tarde, con el personaje que también es trabajadora, pobre y mujer).
- ((o bueno, tampoco es que la mujer mecánica sea notoriamente, solo es una declaración relativamente bien informada sobre las condiciones socioeconómicas de la mayoría de las masas que comparten su profesión, además de que las manchas diarias en su ropa y la pobreza “masculina” asociada con el típico “herrero medieval” lleva la menta en esa dirección al ver al personaje de le pelicula que, incidentalmente, aunque es una herrera representada como alguien independiente y valiosa por si sola, irónicamente no pasa la prueba de Bechdel))
- (((y todo esto, naturalmente, no significa que una mujer no puede trabajar en labores principalmente pesados que impliquen mano de obra, ni que tampoco pueden ser pobre, mucho menos herreras, solo que un pensamiento llevó al otro naturalmente por el contexto histórico y social – lo cual no implica que el cerebro haya ido tan directamente ahí porque el pensamiento sea genuino o nada por el estil-)))
- ((o bueno, tampoco es que la mujer mecánica sea notoriamente, solo es una declaración relativamente bien informada sobre las condiciones socioeconómicas de la mayoría de las masas que comparten su profesión, además de que las manchas diarias en su ropa y la pobreza “masculina” asociada con el típico “herrero medieval” lleva la menta en esa dirección al ver al personaje de le pelicula que, incidentalmente, aunque es una herrera representada como alguien independiente y valiosa por si sola, irónicamente no pasa la prueba de Bechdel))
- Lo que sea que haya pasado en los tres puntos anteriores.
- La insoportable realidad de que definitivamente parece que no quiere salir de su estudio.
- El hecho de que Bazin haya muerto tan, tan joven…
- El frío (se ve que hace frío).
- Que quizá se siente muy, muy solo.
- Que quizá no quiere estar solo.
- Que quizá no quiere estar ahí.
- Seguramente todo. Posiblemente la mayoría.
Se recuesta un poco (claramente el listado no funcionó – de nuevo). Puede que esté pensando en la película que verá. Se ve menos tenso cuando ve películas en las que sale Heath Ledger (en paz descanse), curiosamente. Quizá está intentando pensar en gente atractiva o en él. Quizá en ambas. Puede que pensar en ambas lo calme un poco. Puede que él o las mujeres, o ambas, o nadie, le parezca atractivo (¿acaso pensará, genuinamente, cómo se sentirá ser una mujer?).
De repente – como si el mero atrevimiento de insinuar estas posibilidades le hubieran llegado a su cabeza (¿eran ciertas?), se levanta inmediatamente, cubierto solo por la ropa interior que compró hace tres días en una rebaja, y se dirige al muy pequeño baño detrás de él, prende la luz y se mira al espejo.
No se mueve. Apenas parpadea. Solo mira, fijamente, hacia algo.
¿Por qué? ¿Qué está mirando? ¿Estará entrenando para ver una de esas películas larguísimas que se quejan del imperialismo yanqui y que quizá no quiere ver porque saben que tienen razón pero no tiene la paciencia ni interés ni capacidad de autorreflexión para verlas? ¿Desea encontrar algo en su rostro? ¿Motivación, compasión, la tensión que aún no se va desde que llegó? ¿Le gusta lo que ve? ¿Qué quiere encontrar? Quizá no está mirando a nada en particular y solo necesitaba cambiar de espacio. ¿No tiene frio? ¿Quiere tener frio? Su rostro se sigue tensando. ¿Qué siente? ¿Qué quiere sentir? ¿Por qué no expresa nada con la excepción de la misma cansada, decepcionada expresión?
¿Creerá que es un fracaso? ¿Por qué? Está vivo. Puede hacer lo que sea (su privilegio sistemático lo confirma – ¿o acaso por eso no puede dormir?, ¿acaso la culpa de sentir culpa por ser beneficiado del problema y no hacer nada al respecto no lo deja dormir?). Tiene donde dormir y qué comer y películas que ver (le gustaban mucho las películas) y de las cuales compartir a todas las personas que conoce (cierto, sus frases promocionales solo son eso, además de malas e insustanciales, y la productora y el periódico que representa escogen las películas y ninguna de las dos quiere divagaciones extensas o personales sino un par de palabras positivas y ya, pero eso implicaría menos trabajo y más tiempo y más vida y menos tiempo peleándose con el mismo ciclo vicioso que él seguramente llama vida).
¿Se odia? ¿Por qué?
Parece que si. Peor aún, parece que no le importa nada (quizá las películas un poco). Tres meses de intentar levantarse, comer, trabajar, intentar hacer algo (quizá ver una peli o reseñarla o ver otra peli), cenar, no dormir, intentar levantarse, comer, trabajar, intentar hacer algo (quizá ver una peli o reseñarla o ver otra peli), cenar, no dormir, intentar levantarse, comer, trabajar, intentar hacer algo (quizá ver una peli o reseñarla o ver otra peli), cenar y no dormir pero no ha hecho ni una sola cosa para cambiar su forma tan dolorosamente plana de llevar su vida. Nada.
Excepto esta madrugada. Esta madrugada en particular, solo se mira al espejo. Como la persona que solo conoce la respuesta a un problema pero no el problema en sí ni porqué la respuesta es importante; como un mantra que se dice tan seguido que solo se vuelve letras, fonemas, voluntad pura, y nada más; como un deseo sin nada que desear; como alguien muriendo de hambre que no se decide qué comer.
En este momento en particular, ¿qué está sintiendo david (en paz descanse) y por qué no lo expresa? ¿Qué pasará por su mente cada vez que escribe y que se publican sus pequeñas, insignificantes reseñas? ¿Sus opiniones eran suyas, o eran las que quería tener?
Quizá nada de eso importa, porque tres días después se publicaría la siguiente pieza en el periódico:
“Heath Ledger (en paz descanse) es la nueva estrella más sexy de este año!”.
(sobre A Knight’s Tale, 2001).
Ese mismo día, regresando de su oficina, él volverá a pasar por donde trabaja la mecánica – pero esta vez, por razones que jamás le quedarán claras al mundo, él la mirará. Ella volteará la mirada de inmediato y, después de unos momentos, corresponderá con sus ojos. Del otro lado estará david (en paz descanse), mirando todavía.
Ella sonreirá. Él, por primera vez en mucho tiempo, sonreirá.
Ese mismo día, poco antes de llegar a su estudio, un hombre con un traje muy caro lo empujó mientras pasaba por la acera, perdido en una llamada, tanto así que no se dió cuenta que david (en paz descanse) perdió el equilibrio y se fué directamente hacia las boyas metálicas, cayendo diréctamente sobre su cuello y muriendo al instante.
¿Que habría pensado antes de caer? ¿Acaso, momentos antes de tocar el metal, él se consideraba, por fin, feliz?3

3 Estimado ####:
Un conocido mutuo, el cual no mencionaré, me hizo llegar este artículo antes de su publicación (las razones, me imagino, son claras). Deseo aclarar que no sabía que el nombre que me dió no era tu seudónimo, entonces siento si esto termina siendo más incómodo de lo que inevitablemente corresponder contigo ya lo es.
Seré breve. No entendí tu trabajo del todo. Al principio creí que la “primera parte” que era una rabieta legítima, y me preocupó que no desarrollaras con mayor detalles la importancia de las perspectivas y ópticas al analizar el arte (por cierto, y para aclarar, aunque comprendo las críticas a las frases promocionales, me parecen injustas, pero ya no tengo problemas con eso). La segunda parte no me pareció tan ofensiva, curiosamente – esa fue la sección sobre la que nuestro conocido me advirtió especialmente. Me recuerda un poco a Virginia Woolf (todo mundo asocia el flujo de pensamiento con Joyce, o Fuentes acá en Latinoamérica, pero Woolf lo hacía mejor – mala idea compararte con Joyce, por cierto, pocos salen ganando).
Sin embargo, me gustó mucho la referencia a Corazón de Caballero que hiciste al final – o al menos, creo que fue una referencia al climax de la película. Cuando el Conde (el gran Rufus Sewell, con uno de los rostros más malos en la historia de lo malo) tiene el duelo final con el inigualable William Thatcher (el igual de grande Heath Ledger, que en paz descanse haha). No entiendo la referencia como tal, pero me gustó. Me hizo recordar la película. Fuí a la función de estreno con quien salía en ese momento. La sala estaba llena y la proyección empezó un poco tarde (yo era de los que chiflaba, desafortunadamente). Todo mundo se emocionaba cuando Ledger aparecía – y aunque si que principalmente eran las chicas, creo que te sorprenderías de cuantos hombres y demás se notaban claramente agradecidos de su presencia en pantalla. Feo nunca fue, ergo, la reseña. No soy cinefílico, o como sea que se digan ustedes estos días, pero veo de todo un poco, y no sé por qué esa película en particular me levantó tantas emociones que no sabía que tenía. Creo que eso hace el buen arte (no sé cómo es que la crítica más “propia” habla de esta película, pero yo diría que es muy buena).
En fin. El punto es que no te juzgo por tu trabajo. No te conozco, pero creo que eres alguien con quien conversar nunca sería aburrido. Nadie lo es, realmente, pero preferimos escuchar para encajar en lugar de conocer. Quizá deberíamos ir a tomar algo si, en algún momento de la vida, nos topamos. Me gustaría conocerte y, por supuesto, que por fin me conozcas.
Bonito día. Y que las películas que vienen sean las mejores.
d.m