Imagen cortesía Oscar López Carrillo

Una búsqueda muy sencilla en el Google Maps nos indicaría que del centro del municipio de Guadalajara al malecón de Chapala existen 50 kilómetros de distancia; no hay una exactitud de tiempo para llegar al lago de Chapala, igual pueden ser 45 minutos, igual pueden ser dos horas, todo dependerá de la velocidad con la que manejes y el tráfico que puedas encontrar en las cercanías del aeropuerto. Eso, sin embargo, nunca ha sido un impedimento para la consolidación de lazos entre bandas oriundas de la ribera de Chapala y las existentes en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG). La más representativa de esas bandas, sin ningún tipo de duda, eran los Charales-k.

Describir a esta agrupación es bastante complicado, porque más que una banda de ska-punk, en un sentido conservador del género, era una banda de mestizaje que evidentemente abordaba esos ritmos, ellos no tienen empacho en pasar de la cumbia al reggae, del surf al hardcore. En cuanto a las letras, siempre me ha llamado la atención la capacidad para hacer coros pegadizados que pueden ser repetidos durante casi toda la canción sin que puedan mostrar el mínimo ápice de enfado o cansancio; su sección de metales y los arreglos que esta hace siempre me han parecido muy buenos; y el contenido de sus canciones va desde la promoción de la unidad, los cánticos sobre el baile y, por supuesto, sobre la defensa del medio ambiente, en específico del lago de Chapala.

Aunado a eso, Charales-k tiene una propuesta escénica bastante sólida, creo que ellos son creadores de una de las postales más emblemáticas de la escena ska del estado de Jalisco, todos recordamos a su carismático vocalista, El Churro, arriba de una tabla de surf mientras hace trucos encima de la gente; para ellos, para Charales, el escenario y el público eran uno sólo. Retando a la memoria, yo recuerdo que fue la primera banda a la que le miré ese performance de que el vocalista se bajara a bailar con el público. A la postre, eso fue imitado a más no poder por otras bandas, el Cuellar (La Mugrosa Ska) o yo con No Hay Fianza solíamos cantar desde la barrera de protección, Mariguas (La Minerva) solía sacar una lancha inflable, subirse a ella y aventarse al público; era un performance que todos quisimos imitar, pero el impacto de la primera vez es imborrable, y los primeros en hacerlo fueron ellos: los Charales-k.

En su página dicen que comenzaron a tocar en el año 2002, sin embargo, mis recuerdos primarios de ellos datan de mitades de esa década, eran invitados frecuentes a los festivales organizados por Rebelión 1010 y poco a poco se convirtieron en una de las bandas más queridas por las y los participantes de la escena, en relativamente poco tiempo se colocaron en el mismo pedestal que la Oveja Negra, los Gargajos o los Inadaptados, y si me permiten decirlo una temporada en la que posiblemente tuvieron mejor cartel que ellos.

Tocamos juntos muchas veces, pero tengo clara una tocada donde los contratamos para tocar en el IX aniversario de No Hay Fianza en noviembre del año 2014. Ellos ya eran una banda taquillera, el boom del ska en Jalisco ya había pasado y aun así llenamos el recinto. Ellos fueron muy amables y pese al nombre que tenían aceptaron las precarias condiciones que ofrecíamos. La historia de Charales-k y No Hay Fianza también se encuentran cruzadas por uno de sus integrantes, Abraham su actual bajista, junto con la madre de su hijo Malena, fueron integrantes de No Hay Fianza por alguna temporada.

Siempre pensé que Charales-K estaba preparado para los grandes escenarios. Nada me hubiera gustado más que eso se hubiera cumplido y que hubiesen llegado a tocar para las grandes masas. Aunque ellos ya no estaban para participar en concursos de bandas, una vez ganaron uno y abrieron un concierto para El Gran Silencio en el Auditorio Benito Juárez hace algunos años. Mientras me encontraba haciendo la investigación para la escritura de este libro, a principios del año 2024 me tocó verlos en vivo ante un foro que lucía desolado para la magnitud de la banda que estaba tocando. Siguen siendo uno de los grandes consentidos de la escena, pero creo que la escena ya no es lo que era. No eran ellos, es la escena.

La semana pasada por invitación de mi amigo Alan de la Poronga Ska, tuve la oportunidad de ir al festival Meskala, en el poblado de Mezcala, en la Riviera de Chapala. Y fui testigo de algo, los Charales-K no han perdido el toque, aún tienen el mechero con el que pueden prender al público más apático, aún tienen la magia, aún tienen ese toque para hacer bailar a todos; presenciar eso fue como vivir una escena de la película de Interestelar, ver pasar 20 años delante tuyos y decir “no mames, ¿cómo le hacen? ¿Cómo le hacen para prender tanto?”. Subieron a unos a niños a bailar y decir improperios, “¿qué le vamos a decir a los que nos quieren contaminar nuestra laguna de Chapala”, los niños al unísono decían “que chinguen a su madre”. El Churro promovió un slam de puras mujeres en una canción que habla sobre el acoso callejero y el tradicional abrazo grupal entre banda y público se hizo presente. Mi compañera Graciela quedó impresionada con el performance. Después de ellos vimos algunas canciones del grupo Azul Flamingo, banda de ska sonorense integrado por puras mujeres, fue una pesada loza, pocas bandas pueden mantener lo que Charales-k hace, era una labor titánica.

Me dio gusto ver a Abraham, le tengo mucho aprecio a ese carnal, quedamos para una entrevista que será publicada en la versión final del libro. Es cierto que en la banda ya no está el Lobo, uno de sus líderes y fundadores, también es cierto que media banda son nuevos integrantes, eso no les impide sonar bien y duro. Ver al Churro entregar todo lo que tiene, aunque esté tocando para apenas una centena de personas, es algo digno de reconocer. Charales-k es un acto anacrónico, es estar atorado en un bucle temporal en el que tienes 18 años todavía, en el que no tienes hijos, en el que no tienes trabajo formal y en el que tu principal preocupación es ir a Las Bíaz a bailar ska. Como dijo el Churro en su concierto en Mezcala: “ya estamos viejos, antes la fumaba [la marihuana], ahora me la unto”.

Imágenes proporcionadas por Oscar López Carrillo

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí