Tuviste más de un siglo para comprobar que la Tierra se recuperará en un millón de años, que somos nosotros los que desaparecemos. Tú, quien nos advertiste:

la poesía fue

el paraíso del tonto solemne.

Hasta que vine yo

y me instalé con mi montaña rusa.  Suban, si les parece.

Claro que yo no respondo si bajan  echando sangre por boca y narices.

Nos ha dejado uno más; las constelaciones van perdiendo sus puntos luminosos, nos van dejando en esta gris orfandad. Se están apagando las voces que rigieron la literatura del siglo pasado, también la música. Siempre ha sido difícil que nazcan verdaderos poetas o antipoetas, Nicanor. Y al final de tu siglo habrás notado que encima ahora hay tantas redes que los peces están quedando atrapados.

Tú tan previsor nos preparaste las palabras sobre las que te vas:

EPITAFIO

De estatura mediana,

Con una voz ni delgada ni gruesa

Hijo mayor de un profesor primario

Y de una modista de trastienda;

Flaco de nacimiento

Aunque devoto de la buena mesa;

De mejillas escuálidas

Y de más bien abundantes orejas;

Con un rostro cuadrado

En que los ojos se abren apenas

Y una nariz de boxeador mulato

Baja a la boca del ídolo azteca

-Todo esto bañado

Por una luz entre irónica y pérfida-

Ni muy listo de tonto de remate

Fui lo que fui: una mezcla

De vinagre y aceite de comer

¡Un embutido de ángel y bestia!

Nicanor en su época de estudiante
Violeta y Nicanor. Fotografía del Archivo de la Fundación Violeta Parra.
Fuente: http://www.terram.cl/2017/04/ecopoemas-de-nicanor-parra/