La película Goya es la ópera prima del cineasta de Pablo Orta, también es el primer largometraje creado por el Departamento de Imagen y Sonido (DIS), del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD) y el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine). Llegará a salas de cines de México a partir del 3 de abril.
Sinopsis: Una perra (Goya) vive amarrada en el sombrío patio del edificio. Dos hermanos de los pisos superiores la alimentan con trozo de carne y cereales. La perra enferma. Los hermanos viven en un limbo de cervezas y videojuegos mientras sobreviven el duelo de su madre. Hay que rescatar a la perra. Hay que rescatar a los hermanos.
La entrevista
¿Qué papel tiene la ciudad en la película y la arquitectura del edificio vecinal que reiteradamente aparece a cuadro?
Pablo Orta: La arquitectura desempeñó un papel crucial desde el comienzo; fue uno de los elementos más cuidadosamente considerados. Decidimos que aproximadamente el 80% de la película debía grabarse en barrios históricos de Guadalajara. Sin embargo, optamos por lugares que, aunque no suelen ser los más icónicos o turísticos de la ciudad, tienen una belleza y un encanto intrínsecos que los hace especiales. Este enfoque buscaba retratar realidades menos visibles, esas que no suelen aparecer en las páginas de turismo pero que poseen una identidad única.
Uno de los mayores retos fue encontrar el edificio adecuado. Recuerdo que quería evocar esa sensación que aparece al ver los típicos pisos azulejados de Guadalajara, con los característicos colores blanco y rojo, que inmediatamente despiertan recuerdos nostálgicos. Mi intención era capturar esa esencia que remite a los patios de las casas en las que crecí o que visité, transportando al espectador a esos momentos íntimos de la ciudad.

Tras una extensa búsqueda, un día, mientras paseaba por Analco, encontré el edificio perfecto. En ese instante supe que ese debía ser. Convencer al equipo no fue fácil, pero al final todos estuvimos de acuerdo en que esa elección complementaba perfectamente la visión de la película. El lugar no solo aportó autenticidad, sino que también añadió un profundo significado al relato visual.
Sí, definitivamente es algo que se queda mucho en en la memoria del espectador y lo mismo pasa con el personaje de Goya, ¿simboliza algo respecto a las relaciones humanas o de las infancias con los animales?
Pablo: Hay algo profundamente hermoso en la forma en que nos relacionamos con los animales, una dinámica que se distingue notablemente de nuestras interacciones con los seres humanos. Establecemos un vínculo único con ellos, pues no podemos saber lo que están pensando ni imaginar su perspectiva del mundo, y tenemos la certeza de que no nos juzgan. Esta conexión tiene la capacidad de revelar aspectos esenciales de nuestra propia naturaleza, especialmente a través de la manera en que tratamos a los animales, en particular cuando no estamos bajo la mirada de otros.
Una escena que tengo muy presente es aquella en la que César, el personaje interpretado por Eutimio, se encuentra a solas con ella. A lo largo de la película, César se opone constantemente al rescate; no quiere comprometerse ni involucrarse en esa misión. Sin embargo, cuando se queda solo, algo cambia: a pesar de su resistencia inicial, la cuida. Ese momento encapsula una verdad profundamente humana. Nos muestra cómo, en ausencia de juicio externo, nuestras interacciones con los animales adquieren una libertad especial, una sinceridad que trasciende las barreras impuestas por las expectativas sociales. Es un instante cargado de autenticidad, en el que las emociones y los actos se expresan de manera genuina, sin filtros ni presiones.
Ahora pasemos al peso que tienen los objetos en la película, que adquieren una carga simbólica muy relevante, el más fuerte es la tetera, que tiene toda una narrativa o un hilo narrativo dentro de la cinta, ¿cómo fue que crearon en el guion esta vinculación entre ausencia de una madre y lo que quedó de ella en un objeto que se ve siempre, que es protagónico?
Pablo: Retratar la ausencia siempre es un desafío, pero es también una oportunidad para explorar temas profundamente humanos. Cuando comencé a escribir esta película, atravesaba un duelo personal, y fue entonces cuando me di cuenta de la relevancia que los objetos adquieren en esos momentos. Los objetos no solo son elementos tangibles; tienen el poder de evocar recuerdos, significados y emociones que van más allá de su presencia física. En el caso de esta historia, ese objeto se convierte en un último regalo, un mensaje final de la madre, como una especie de comunicación desde el más allá, con algo que los personajes necesitan escuchar. Creo que es una realidad común; los objetos se transforman en portadores de mensajes que nos conectan con quienes ya no están.

Además, hay un componente importante relacionado con la masculinidad en la dinámica de los dos hermanos. Ellos viven solos, juegan videojuegos, descuidan tareas domésticas, y parece que nada les importa. Sin embargo, el cuidado que requiere este objeto aporta un contraste significativo. Es un cuidado que evoca una sensibilidad asociada al recuerdo de su madre, casi como un acto de ternura que contrabalancea la carga de testosterona en su mundo cotidiano. Ese detalle no solo aporta profundidad a los personajes, sino que también refuerza el simbolismo del objeto y su papel en la trama. Es una hermosa manera de tejer emociones y significados en el tejido narrativo.
Esta pregunta si ya la empezaré a vincular también para Eutimio, para ambos. Conocimos la la película de Goya en en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara hace ya un par de ediciones, donde ganó el Premio del Público y luego ha sido una larga trayectoria hasta su llegada a las salas comerciales, me gustaría que nos platicaran cómo la han vivido.
Eutimio Fuentes: Para mí, esta experiencia ha sido una larga espera, una auténtica odisea desde el principio. Recuerdo que Goya tardó en encontrar su camino en el circuito de festivales, pero su estreno en el FICG marcó un momento clave. Fue impactante ver la sala Plácido Domingo completamente llena, con más de 1,600 personas presenciando el estreno. Fue un instante inolvidable, porque, personalmente, no había visto absolutamente nada de la película hasta ese momento. Recuerdo claramente la emoción y la sorpresa de finalmente experimentar todo el trabajo en pantalla, una sensación indescriptible.
Ese evento marcó el inicio de un recorrido muy especial. Desde entonces, la película ha tenido un trayecto increíble. Por ejemplo, en Oklahoma, logramos premios a Mejor Dirección, Mejor Guion y Mejor Fotografía; los tres estábamos nominados en las categorías de Mejor Actor: Ruth, Mateo y yo. Más adelante, recibir el reconocimiento en Los Ángeles como la Mejor Película del Año fue extraordinario. Incluso apareció en el boletín de México, y todo eso me hizo pensar: «Guau, esta película tiene algo muy especial».
Cada vez que hablo de ella, me gusta describirla como una mirada con lupa a una cotidianidad compleja, algo que la hace profundamente humana y universal al mismo tiempo. Ahora, después de casi cinco años de espera, siento una felicidad tan grande que apenas sé cómo procesarla. Este es un momento que guardaré para siempre.

Esta pregunta es para Eutimio, tu personaje atraviesa una fuerte transformación en la cinta, como espectadores sabemos que atraviesa un duelo, una pérdida, además de hacerse cargo de un hermano menor, así que me gustaría que nos hables de cómo fue trabajar este personaje.
Eutimio: Cuando Pablo empezó a mostrarme todo lo relacionado con el personaje de César, yo tenía una percepción inicial muy clara: una angustia profunda mezclada con un sentimiento de culpa. Recuerdo haberle dicho a Pablo que quería construir al personaje desde esa emoción, desde la culpa, y que incluso si lo veíamos sonreír en la película, esa sensación debía seguir presente en el espectador. Fue un proceso en el que comenzamos a edificar todo a partir de ese sentimiento como base.
Pablo es, sin duda, un gran director. La comunicación que logramos desarrollar se sintió casi telepática; pasamos mucho tiempo trabajando en los detalles del personaje, y todo se construyó con un cuidado minucioso, diálogo por diálogo. Cada escena requería un análisis profundo: qué estás pensando, cómo lo estás haciendo, cuál es la intención detrás. Recuerdo que en varias ocasiones le decía: «Para esta escena, quiero llegar a través de una canción. ¿Tienes alguna canción en mente? ¿Alguna melodía que sientas que represente a César?» Incluso aún guardo en mi celular una playlist de César, escena por escena, que usamos como referencia para construir su mundo emocional.
Algo que siempre admiré de Pablo es que, aunque fue un director muy generoso y abierto a mis necesidades como actor, supo dirigir de manera firme y eficaz. Siempre llegaba antes de cada escena y me decía: «Aquí está pasando esto y esto; quiero que pienses en lo que discutimos.» Eso me ayudaba a situarme completamente en el momento. Si algo no cuadraba, él se acercaba y me preguntaba: «¿Qué estás pensando?» Y si hacía falta, cambiábamos alguna palabra del diálogo, y el cambio generaba una reacción completamente diferente. Fue un proceso de adaptación constante y de colaboración creativa.
César es, sin duda, un personaje complejo. Vive en un estado constante de angustia y culpa. Incluso en un día que podría ser feliz o que parece ser el último, esa culpa lo acompaña siempre, como un peso del que no puede escapar. Lo que más desea en el fondo es salvar a Mateo, pero siente que no puede lograrlo. A pesar de ello, está dispuesto a enfrentar sus miedos por él. Cuando Goya aparece y abre la posibilidad de salvar a Mateo, ese momento pone en jaque a César, lo complica aún más emocionalmente, intensificando la lucha interna que vive.
Además, la película le otorga a César una especie de paternidad que él no pidió, pero que al final asume por amor a su hermano. Todo esto sucede dentro de un guion magistralmente diseñado, que aborda temas como el duelo y el maltrato animal sin necesidad de hacerlo de manera explícita. Nunca se dice directamente que su madre ha muerto o lo que pasó con ella; es algo impregnado en los personajes, en sus emociones y en sus actos. Se percibe en cada escena, en el duelo que atraviesan todos.
No puedo esperar a que más personas conozcan a César y a esta historia.

Por último, la manera en que la precariedad económica se vio tan bien plasmada en una situación ya de por sí tan complicada, mezcla de duelo, responsabilidad adquirida por parte del hermano mayor, de las masculinidades que ellos representan como jóvenes y niños, ¿cómo se llegó a ello?
Pablo: Creo que esto tiene que ver profundamente con una realidad que forma parte de los escenarios de Guadalajara que mencionábamos anteriormente. Es importante destacar que no todas las historias tienen que centrarse explícitamente en temas como el estatus socioeconómico de las personas. Sin embargo, reconozco que esta dimensión afecta de manera profunda a las realidades de todas las personas del país, siendo algo que no puede ignorarse por completo. Aun así, considero que la realidad es muchísimo más compleja y rica.
A pesar de las luchas cotidianas que muchos enfrentan día a día, hay una cantidad increíble de personas trabajadoras que intentan mantenerse a flote. Más allá de esas luchas, existen aspectos en sus vidas que también son valiosos y dignos de ser narrados. Esas otras facetas tienen una relevancia que no debería ser opacada por los problemas que enfrentan. Por ello, tratamos de integrar este contexto de manera eficiente y significativa en la película, pero sin hacerlo el eje central.
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