Fotografía de Tununa Mercado. Extraído de Frickr

Si en su primer libro, “delgado como ostia”, como gusta definirlo su autora, Celebrar a la mujer como una Pascua (1967), Tununa Mercado indagaba en la extrañeza del sujeto femenino frente al orden de lo real, produciendo textos que promovían la incertidumbre, aristas de miradas y perspectivas en las cuales también abordaba a el incendio del deseo. en el segundo, escrito en el exilio de México, las cosas cambian. En el siguiente libro, Canon de alcoba (1988), con ese canto/territorio de una voz/toponimia en los cuales se aloja el goce, si bien algún leitmotiv del primero (remoto) puede que sea retomado de modo velado, se introducirá la variable de un fuerte compromiso entre las palabras y los cuerpos (la antesala de la relación entre soma y emoción que proseguiría en el siguiente libro). La palabra literalmente abre el cuerpo, lo prepara para las ceremonias del encuentro no necesariamente amoroso pero sí de juego sensorial. La sexualidad, como es bien sabido, no comprende solo a la genitalidad. Este es el punto más señalado del libro. Pese a acoplamientos y besos, las emulsiones producto de una agitación cada vez más urgentes, producto de las agitaciones y temperaturas que se acrecienta, ávidas por del y del ahora, también la promesa de una concreción que desafía el paso del tiempo, el deterioro de los lazos y los vínculos, el encuentro es fuente de un cierto contacto que se buscará hasta precisamente, en donde el trabajo del deseo se detona, dando lugar a un lenguaje preciso, ajustado en el léxico, con una atmósfera lírica, rigor en las formas y lirismo.

     Llegaría luego En estado de memoria (1990), que conoce varias ediciones (en Argentina, en México, en traducción por lo pronto al inglés EE.UU. y Prólogo de académicaJean Franco). Este libro, que produjo un inusitado impacto en los lectores de varias generaciones, ancla en el territorio del dolor producto de dos exilios, vicisitudes que abarcan también la necesidad urgente para una primera  asimilación a estilos de vida).  La partida por violencia de persecución política llega en una primera y más breve estancia a Francia, a continuación de un paréntesis, el antecedente que daría lugar luego a otro exilio mucho más extenso, en México. En Francia la situación comunicativa desde lo social comprende la docencia ejercida por el sujeto femenino de clases de literatura en lengua española. El sujeto de la enunciación escribe una letra que luego, más tarde, será la reescritura en nuevos originales para su corpus. Es como si dar clases significara un ejercicio que la preparara para una consolidación de su pluma con vistas a una escritura poco convencional. Este libro, que abarca su estancia en Francia, constituye la arqueología en la que distintas napas logra conquistar satisfactoriamente, una prueba de fuego. El sujeto de la enunciación ha echado a andar por un camino que junto con la lectura y trabajos en torno del exilio, la vuelven activa a esta mujer/sujeto en la producción y emisión de significados sociales. También el aprendizaje de una lengua extranjera, francés para el caso, será una pieza capital en su vida. Ya en México, el segundo capítulo del exilio, esos procesos la volverán con todos los oficios que afectan a alguien perteneciente a esa profesión.  Y luego, cuando el regreso al terruño, el universo sociosemíótico la convierten en una renovadora  inobjetable en el territorio de la prosa atravesada, en diálogo entre la sintaxis creativa con la poesía que no alcanza el límite del verso sino permanece más bien en una prosa con inflexiones creativas en prosa. La prosa de Tununa Mercado penetra el corpus de la lengua española, obstinadamente se lanza al encuentro con un tipo de idiolecto que no se parece a nada. 

    Desde allí la autora conocerá las prácticas concebidas para la resistencia desde el extranjero mismo, con marchas delante de la embajada de Argentina en repudio de la dictadura militar argentina, reducto de los depredadores. El padecimiento patologiza zonas del cuerpo o de su funcionamiento que ponen en movimiento y desatan la maquinaria del sufrimiento. Al dolor se le suman las pérdidas afectivas, al abandono de patria, que tiene su correlato en el soma (he aquí el punto). Tratamientos, terapias, médicos, medicamentos. Y la transitoriedad tanto de borradores hasta por fin adoptar la forma de libro. Las tentativas para alcanzar el fuego de la prosa que arde con llamaradas moderados pero la suficientes vigorosa capacidad de un impacto emocionante. El fuego es ahora brasa en combustión. Hay también en la etapa de México, visitas perturbadoras recurrentes con su familia a la casa de Trostsky, como otra forma de resistencia, política pero también cultural. Esa casa aloja a un arquetipo tan antiguo como las epopeyas o las tragedias de la literatura grecolatina. Ya en esas protoformas literarias, existen en su seno asesinatos, persecuciones, destierro, aflicción, duelos, reyertas, de piezas. En este libro de Mercado, un asesinato es reconstruido de modo recurrente. reconstruido. Hasta llegar a ese final fantasmal del regreso a un Buenos Aires casi irreconocible. Las calles que antes eran familiares, ahora carecen de todo contacto con su pasado. La fisonomía de la ciudad de Buenos Aires de pronto la transporta a una suerte de laberinto o bien de espacio que por extenso no resulta familiar. En efecto, el espacio de la ciudad se ha desfamiliarizado.  Los lugares son los mismos y no lo son al mismo tiempo. El rostro de ese espacio ahora está cubierto por  otra cosmética, en el sentido de que su fisonomía fantasmal por cuyas calles caminar es recordar a amigos o colegas, instituciones o bien reuniones o citas. Pero el sujeto mujer  de la enunciación no alcanza a vislumbrar (nuevamente el extrañamiento) el espacio que antes se habitó. Esos espacios se ven azotados por una carga emotivamente electrizante. Regresan jirones de escenas del pasado. Personas que la violencia del Estado burocrático/autoritario de la última dictadura militar ha arrancado. Y con ellos se ha llevado el lazo que la unía a tales escenas, que se esfuman. La escena deviene momento con profundas heridas. El encuentro con freaks o vagabundos, indigentes en la calle, que ejercen particular fascinación o empatía sobre la autora/narradora (un sujeto mujer imaginario que coincide con la temporalidad/espacialidad de la autora), llaman su atención porque encuentra en ellos, como en un espejo, su rostro desordenado, o bien un rostro afectando por la angustia.

     Ya en su casa de Buenos Aires, cuando sale a tender y destender la ropa, una cucaracha que como en un texto de Clarice Lispector funciona como el intertexto explícito con Kafka se mantenía encubierta entre las sábanas tendidas en la soga de la terraza. Experimenta repulsión, asco, miedo, la necesidad de retirarse abruptamente de ese estadio todavía en su propia terraza. El asco se proyecta en terror hasta la decisión desesperada de cerrar puertas y ventanas para mantenerse a salvo de ese insecto. El semema de la invasión la asalta. La sensación de sentirse inerme, una extranjera en ese universo de crispaciones, agresiones y violencias físicas y simbólicas desapacibles. El insecto llama al encierro, al confinamiento, producto de esa misma atmósfera. La letra, bajo la forma de una escritura que siempre había sido provisoria, por fin hace acto de presencia, se abre paso, enuncia, pero siempre con la condición de ejercerla con astucias, reparo y también los espectros que nacen de su pluma la mantienen en estado de alerta, de la cual  no llega incluso a ejercer la torsión de la ironía o la burla, el desvío sobre su significado unívoco. La letra se hace propia. Hasta que es por fin enunciada en un departamento a solas.

     En La madriguera (1996) podríamos hablar de un rescate de la infancia de una niña de clase media ilustrada de provincias. Con un padre abogado penal, un político al que ella asiste en las tareas de la letra de sus alegatos tanto en la cámara como en los juicios. Mercado, nuevamente en este juego entre identidad  bajo la forma de narradora/autora, refiere episodios entrañables y otros de un alto voltaje político. Un maestro de inglés, Sarmiento, que hace alusión también a la figura del prócer, presidente y escritor argentino en su doble acepción docente y de padre (pater) de patria. ¿Padre de la escritura? El idioma inglés es la clave remota del juego de toda ficción para poder existir en ruptura con la cultura normativa. Pero también el eje para subvertir el estado de cosas. Y en su obra mayor, la más ambiciosa, Yo nunca te prometí la eternidad (2005), se retoma un cabo de En estado de memoria. Un exiliado le confía un diario de su madre, Sonia, quien en plena Segunda Guerra Mundial es perseguida por los nazis con su hijo. A partir de allí se dispara la maquinaria de la ¿ficción? entre la verosimilitud y la referencialidad. El diario íntimo de Sonia, la protagonista junto con su hijo, los vuelve sujetos frágiles, sometidos a una persecución. Un territorio lábil, en el cual la producción simbólica se une a una cierta tradición política, una estética al compromiso sin incurrir en el vasto discurso mimético de lo testimonial. Se siguen los pasos de Sonia, la madre del exiliado tras su hijo, a quien se ha extraviado en esa desesperada carrera, según el relato y la descripción de un texto en el que dos iniciales, WB, trazan el imaginario de otro perseguido, Walter Benjamin, como se recordará escritor, crítico literario y cultural, filósofo. De un diario escueto en el que es más lo que debe ser repuesto que de lo puede extraerse de él como fuente de significados. Luego del encuentro entre madre e hijo, providencial, por fin un  cierto orden parece alcanzar una suerte de cosmos que adquiere una formal no tan brutal. Tal vez será la propia Mercado la que concentre en ese punto exasperado, el cabo suelto que supuso la apertura de su ciclo narrativo, a esta reconciliación con la ficción. Hasta que un nuevo ciclo, nuevamente dé comienzo. Esta novela ambiciosa es escrita por Mercado como como la fuente de una arrobada y lírica dicción. Para cualquiera que la conozca, sabemos que está incubando (tal vez) con responsabilidad reflexiva, respeto hacia la poética y hacia sus lectores y colegas, un nuevo retorno de modo concienzudo.

Artículo anteriorExposicisión virtual: ‘La ciudad y sus movilidades’ en la Ciudad de México
Artículo siguienteEl hermetismo como confidencia: una lectura de «Habría de abrir», de Rolando Revagliatti
Nació en La Plata, Argentina, en 1970. Es Dr. en Letras por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Es escritor, crítico literario y ejerce el periodismo cultural. Publicó libros de narrativa breve, poesía, investigación, una compilación temática de narrativa y prosas argentinas contemporáneas en carácter de editor, Desplazamientos. Viajes, exilios y dictadura (2015). En 2017 se editó su libro Sigilosas. Entrevistas a escritoras argentinas contemporáneas, diálogos con 30 autoras que fue seleccionado por concurso por el Ministerio de Cultura de la Nación de Argentina para su publicación. De 2023 data su libro, Melancolía (2023), una nouvelle para adolescentes, publicada en Venezuela. Y de ese mismo año en México el libro de poesía Reloj de arena (variaciones sobre el silencio). Cuentos suyos aparecieron en revistas académicas de EE.UU., en revistas culturales y en libro en traducción al inglés en ese mismo país. En México se dieron a conocer cuentos, crónicas, series de poemas y artículos críticos o ensayos. Escribió reseñas de films latinoamericanos para revistas académicas o culturales de EE.UU. También en México y EE.UU. se dieron a conocer trabajos interdisciplinarios, con fotógrafos profesionales o bien artistas plásticos. Trabajos de investigación de su autoría se editaron en Universidades de México, Chile, Israel, España, Venezuela y Argentina. Escribe cuentos para niños. Obtuvo tres becas bianuales sucesivas de investigación de la UNLP y un Subsidio para Jóvenes Investigadores, también de la UNLP, todos ellos por concurso. Artículos académicos de su autoría fueron editados en Francia, Alemania, EE.UU., España, Israel, Brasil y Chile en revistas especializadas. Se desempeñó como docente universitario en dos Facultades de la UNLP durante diez y tres años, respectivamente. Participó en carácter de expositor en numerosos congresos académicos en Argentina y Francia. Realizó cinco audiotextos y dos videos en colaboración. Integró dos colectivos de arte de su ciudad, Turkestán (poética y poesía) y Diagonautas donde se dieron a conocer autores de distintas partes de Argentina en formato digital. Realizó dos libros interdisciplinarios entre fotografía y textos con sendos fotógrafos profesionales, que permanecen inéditos. Obtuvo premios y distinciones internacionales y nacionales.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí