Es bonito para los que aprecian el arte ver una película sin tener la mínima información respecto de lo que trata y dejarse sorprender, para bien o para mal. Toda expectativa destruye la genuina apreciación.

Este es un riesgo que dado el valor o el plusvalor que el capital le ha dado al tiempo, no hay tiempo para vivir sino tiempo para seguir trabajando, así que cuando tenemos tiempo para vivir hay que aprovecharlo y ya casi nadie quiere tomar el riesgo de equivocarse de película.

Hoy en día las audiencias quieren casi una garantía de que la película que verán va a satisfacer sus necesidades de ocio —la mayoría de las veces extraordinariamente superficiales, nadie quiere ver una película que no cumpla con su hambre de entretenimiento—, es allí, donde el mainstream triunfó sobre el arte. Efectos indirectos de la influencia del capital en nuestras vidas y de nuestras vidas en el arte, en la forma de hacer arte.

Pero cuando uno ve el cartel de Animal/Humano la película de Alessandro Pugno es muy difícil no imaginar, con cierta seguridad, de qué va, aun así, contrario a esta conclusión prematura, la película no dejará de sorprender a propios y extraños, ya que en su afán de eludir una controversia ineludible (la cuestión política), la película sorprende.

Fotograma de la película

La sorpresa radica, en que efectivamente, aunque podíamos imaginarnos de que iba el filme, al final nunca sabremos si se trata de una denuncia o una apología o cuál era la intención de todo el andamiaje argumentativo desplegado, dejando un vacío que se convierte en la inesperada sorpresa del largometraje.

Animal/Humano narra la historia de un niño (humano) y un becerro (animal) que tienen el mismo destino, el primero por elección, el segundo por imposición —el ser humano en su afán de jugar de Dios—. Este destino es el ruedo y en consecuencia la muerte, lo más probable del animal (toro), aunque nadie exenta al otro animal (al humano), el que supuestamente piensa y distingue entre el bien y el mal, a morir: “No se puede matar lo que ya está muerto”.

Cuando vi la película me llamó la atención que el director, a pesar de la larga tradición de tauromaquia que caracteriza a España, hubiese escogido como nacionalidades de sus personajes principales: La italiana de Mateo, un chico italiano que crece en un ambiente fúnebre, por lo que se familiariza con la muerte y quizás por ello decide y lucha por ser matador de toros. Y la mexicana tanto de César, compañero en la escuela taurina de Mateo y Tejeda, padre de César, un ficticio exitoso matador de toros, autoritario y sin escrúpulos —al principio pensé que por eso había escogido a un mexicano, luego me traté de convencer de que no iba por allí la peculiar situación, aunque no lo logré del todo—. 

Con esta situación, utilizar nacionalidades no españolas para un tema tradicionalmente español, el director pretendía sacar todo conflicto moral (o reclamo) de la sociedad española. Pero que difícil sacar el conflicto moral (social) de un tema tan polémico como el que habla la película, de hecho, es imposible, tal y como resulta al final de cuentas.

Foto: Eduardo Aragón

El director dijo que quería que la película se llevara “fuera de lo social”, por eso escogió a un italiano —como protagonista— y a dos mexicanos en los siguientes papeles relevantes. Escogió México, porque en México existe una gran tradición taurina también, mencionó. Pero al final por salvar a los españoles termina perjudicando a los mexicanos y a los italianos, quizás sin una consigna particular, simplemente para salir del paso. La verdad es que la película está mal planteada desde la construcción de los personajes.

Una de las grandes “virtudes” creativas de la película es como lleva el coming age del toro, dándole un seguimiento muy bueno a un becerro desde que es muy pequeño hasta que está listo para ser sacrificado —aunque no me queda claro que haya sido el mismo animal—. De ahí que muchas de las personas que vimos la película sacamos como conclusión de que se trataba de una justificación (apología) de la tauromaquia, situación que tanto director como guionista, dicen, trataron de evitar.

El director nos comentó que para hacer este seguimiento del toro se asesoró de un veterinario que acompañó todo el proceso de producción, además de que el personaje que hace de mayoral, es realmente un mayoral; circunstancias que ayudaron a lograr el magnífico resultado que obtuvo la construcción del personaje del toro, que por cierto, a este no fue necesario cambiarle la nacionalidad.

Pugno nos dice que no quería mostrar al toro como en un safari, como un objeto de zoológico, pero tampoco quería humanizarlo demasiado de tal forma que tomara un protagonismo que descontextualizara la historia —o quizás que la contextualizara— o le diera un sentido que no le quería dar.

Preguntamos también a Alessandro Pugno en una rueda de prensa que se dio después del estreno en el marco del Festival de cine europeo de Sevilla, del que la película formó parte en su Sección Oficial, si en este afán de evitar el conflicto social habían dejado de mostrar algo, si se había autocensurado, a lo que nos respondió categóricamente que no, no se ocultó nada, todo lo que vieron o investigaron está en la película. El director menciona que su principal intención era que fuese el espectador quien, con los elementos proporcionados por la película, se cuestionara, hiciera un ejercicio de reflexión sobre el asunto.

Más que entrar en el conflicto social que ha llevado a la cancelación de la denominada Fiesta Brava en diversas plazas del mundo, lo que director y guionista querían era vincular la película con la muerte —Mateo crece en una funeraria ya que su madre vende ataúdes—, pero de una manera simbólica, mística, superando la política, lo terrenal, ir más allá de ello, sublimar la muerte, mostrar la búsqueda o el encuentro de un fallecimiento glorioso, pero no contemplaron la cuestión moral.

Al finalizar la rueda de prensa tuve oportunidad de intercambiar opiniones con la guionista Natacha Kucic y profundizamos en este tema, la idea fue siempre trascender a lo político/social e insertar la película en lo simbólico, en la mística de la muerte a la que ni el ser humano y ningún ser (vivo) podrá eludir. La búsqueda de una muerte gloriosa era el objetivo de Mateo, más allá de la tauromaquia y toda la controversia que rodea a este evento.

Pero la verdad es que es muy difícil, imposible, glorificar una muerte, a costa del sufrimiento de otro (la cuestión moral), sin que la audiencia se despoje de los argumentos que condenan a la fiesta brava a la categoría de barbarie e incluso crimen; con lo que la película fácilmente se puede interpretar como una apología de la tauromaquia, aunque nadie involucrado en la película hubiese tenido honestamente esa intención. “Yo nunca vi una película sobre tauromaquia” dijo en algún momento el productor, algo un poco más difícil de creer, porque como hemos dicho con sólo ver el título y la foto del cartel, sabemos que la película va de tauromaquia.

El filme resulta entretenido, como es obvio, no logra eludir el conflicto moral, pero ello era imposible. Sólo escuchando los argumentos del director y guionista se puede entender que la película quería trascender la controversia. Pero al tratar de eludir el conflicto, tampoco lo aborda y deja un vacío narrativo y argumentativo enorme que crea otro vacío en el espectador al terminar de ver la película.

Otra de las cosas valiosas de la película es su montaje, edición y estructura final: dividen la película en 7 partes conforme a una definición de humano, lo cual hace su desarrollo más interesante; aunque claro, nos lleva a donde, según sus creadores, no nos querían llevar, a la situación política. La estructuración de la película de esta forma hace que no sea lineal, lo que le da un toque positivo en la fluidez de la historia. El argumento está viciado de origen.  

Vale la pena ver este largometraje y como Alessandro Pugno mencionó, quizás, lo importante es que ante el vacío argumentativo y la falta de convicción política, sea el espectador quien en su entender lo llene para sacar las conclusiones más libres que su percepción y subjetividad le permitan, que serán las mismas con las que entró a la sala de cine. Lo que sí, es que dudo que muchas personas identifiquen la sublimación de la muerte como objetivo final de la película.

TRAILER

CARTEL