El paraíso de las ratas (Editorial Sexto Piso) es la nueva obra del escritor Luis Amara (Ciudad de México, 1971) y del monero José Trino Camacho (Guadalajara, 1961). El cómic es una crítica a la corrupción que se instala como mecanismo común en la sociedad. «Es algo que está anquilosado, un sistema que está en todos lados y que no se acaba porque llega un nuevo gobierno», mencionan los autores.
En la reseña sobre el libro nos anuncian que se trata de la historia de Esquivel, una rata que busca por todos los medios escapar a lo que pareciera ser el destino inevitable de su especie: la ratería, y emprende una incansable búsqueda de sus hermanas, unas ratas blancas que desaparecen sin dejar el menor rastro.
En su recorrido por las cloacas del submundo en el que habita, se encontrará con personajes como Rafia y Ratatatá, que terminarán por conducirlo a los delirantes dominios del Dr. Plasma, una ratota radioactiva especialista en crear cortocircuitos, o a intentar descifrar los enigmas del Gran Topo, un ser que se alimenta de lombrices ensalivadas, cuyos secretos le ofrecerán la esperanza para poder cumplir su misión. Mientras roe huesitos de aceituna en el bar Paraís, Esquivel se pregunta desolado si acaso está condenado a vivir para siempre en el paraíso de las ratas, «un basurero donde todas quieren sacar el mayor provecho de las demás».
“Queríamos plantear un sistema corrupto que fuera crudo, pero que no fuera brutal para el lector” (Luigi).
La obra está pensada para ser leída por un público amplio, en especial por jóvenes, de allí la necesidad de optar por una trama que aunque ponga de relieve temas trágicos, lo haga de manera cómica o absurda: desde el robo de los dientes que conforman la herencia familiar hasta una red de tráfico de pieles compuesta por humanos y roedores.
La elección de los roedores como protagonistas no se hizo al azar. «A mí me gustaba cómo sonaba que las ratas se dijeran que eran unas ratas. Tenemos en el imaginario una idea de ellas como algo repulsivo. Quería que, las pocas veces que aparecen humanos en el libro, ellas sintieran esa misma repulsión», dice Trino.
“La idea era crear una combinación que fuera una fauna nociva” (Trino).
La obra no la hicieron pensando en hacer un reflejo exclusivo de México, pues aunque aplica para la situación que vive el país, no es algo ajeno a la realidad de cualquier sociedad del planeta. Pese a esta flexibilidad geográfica del cómic, los autores señalan se debe ser críticos con el gobierno actual, respecto a los necesarios cambios estructurales que deben darse en el país para cambiar dinámicas a las que desde la ficción aluden en su historia.
Por supuesto, no todo es desolador. El final plantea que es posible pensar en alternativas. «Apuntamos a algo que no sea tan angustiante», comenta Trino. «Pretendíamos reafirmar la idea de que vivimos en un país que se puede rescatar, pero para eso tenemos un trabajo monumental por delante».
En la entrevista hecha a los autores por Canal 22, mencionan:
¿Cómo fue que trabajaron desde un inicio este libro?
Luigi Amara(LA): Desde el comienzo tenía el plan de que iba a ser un libro en colaboración, es decir ilustrado por Trino. Entonces, a la hora de escribirlo pensaba de algún modo que había que incluir diálogo que había que hacer ciertas divisiones para que tuviera ritmo con respecto a las páginas. La idea fue trabajar el texto, luego mandárselo a Trino y él que tuviera toda la libertad para interpretarlo y desarrollarlo con su propio lenguaje, si acaso hubo uno que otro señalamiento como muy específico de algún detalle que no cuajaba, pero básicamente desde la concepción la idea era que fuera ilustrado y que hubiera esta parte de colaboración.
Trino (T): En este libro me costó más trabajo a mí, porque el texto lo ameritaba. En ese sentido es más profundo y es más oscuro que el anterior de Los calcetines solitarios (Sexto Piso, 2011). Entonces, primero tuve una especie de bocetos con mis personajes, como son los que hago en el periódico, pero se me hacía que debía de tener otra línea porque era un tema diferente y para sentirme más libre de dibujar ratas que fueran agradables, en el sentido que fueran mucho más con una línea simple y que llevara el texto acompañado. Me costó más trabajo hacer este porque la historia es más larga, pero quería darle el tono con la ilustración. Me tardé, pero me gustó el resultado para encontrar hasta el tipo de plumilla con el que hice todo.
Bibliografía
Canal 22. (2018). Este es «El paraíso de las ratas».
Zerega, G. (2018). ¿Cómo puede ser que López Obrador perdone la flagrante corrupción? en El País.