El viernes pasado Human Tetris hizo vibrar una vez más y desde su singularidad el escenario del C3Stage. En punto de las 10 de la noche, las luces se encendieron y vimos aparecer a Maxim Zaytsev y Arvid Kriger. Con aplausos y euforia, el público tapatío les recibió encantados. Arvid abrió la noche agradeciendo a su audiencia y compartiendo la felicidad que les causa volver a Mexico, un mensaje que hizo hincapié en la paz y la música para en seguida, dar comienzo al concierto.
El post-punk soviético tiene una constante, pero en el caso de Human Tetris, cada presentación develan algo diferente, más allá de si se presentan dos, tres integrantes o bajo la versión que presenten en cada tour, existe una sinergia curiosa, que provoca que no dejemos de mover el cuerpo al unísono con cada rola y con la energía que se descarga en el escenario.
La presentación del pasado viernes estuvo llena de sobriedad, pero una sobriedad muy ad-hoc a su propia naturaleza. Son músicos poco expresivos, si pensamos en gestos faciales, la euforia se hace presente en la forma en que se apropian de los instrumentos, la propiedad con la que ejecutan cada movimiento, la forma en la que se comunican cuando intercambian miradas, sonríen tenuemente y eso también es un factor que seduce a todos los ahí presentes.
Con un foro casi al tope, los fans de Human Tetris no dejaron de gozar hasta el último minuto el concierto de los moscovitas, porque es una audiencia que sabe que esperar, abraza la propuesta porque el estilo musical es el que permanece y por ello cada que abren un escenario, el recibimiento es positivo y en México y América Latina esa vibra se extiende y les acoge sin duda alguna.