Los libros son una parte fundamental de los escritores, son el aliento de su propia obra, y suelen ser una de sus pasiones, y también, debilidades. Aquí les mostramos algunas de las bibliotecas más célebres de grandes escritores.
Umberto Eco
En 2002 Eco afirmaba que había realizado un conteo que había arrojado un total de 30,000 volúmenes en su biblioteca de Milán, cantidad que por exigencia propia no debía ser sobrepasada realizando por ello una selección cada seis meses a fin de determinar los libros que podían ser trasladados a su casa de campo de Monte Cerignone cerca de Rímini, situada a más de 300 km de distancia de Milán y que en otro tiempo había sido un establecimiento jesuita. En mayo de 2015 Eco calculaba tener 35,000 libros en su casa de Milán y 20,000 en Monte Cerignone. Eco bromeaba sobre su biblioteca en Milán: “si la robaran necesitarán dos noches para guardar todos los libros y un camión para transportarlos” (p. 261).
Eco establecía diferencias entre su biblioteca personal y su colección de libros antiguos. Los más de 50,000 libros (la biblioteca personal) eran en su mayoría modernos, comprados a lo largo de los años y también obsequiados. Su colección de libros antiguos sumaban unos 1200 títulos, todos seleccionados y adquiridos por Eco (p. 257) presumiblemente “después de los cincuenta años” (p. 261) cuando la mejora ostensible de sus ingresos por el éxito literario alcanzado le permite convertirse en un “verdadero bibliófilo” según sus propias palabras. Aunque no lo precisa, es de suponerse que en el grupo de libros antiguos se incluye a la veintena o treintena de incunables de su propiedad. (Mundobiblio, 2018)
Julio Cortázar
Gustavo Arango escribe en Confabulario el artículo Florencio en su laberinto, en el cual nos habla de su experiencia al visitar la biblioteca personal de uno de los genios de la literatura del siglo pasado, Julio Cortázar.
Julio Cortázar era un lector entusiasta: subrayaba, comentaba, dibujaba, guardaba objetos y mensajes entre las páginas de sus libros. Su biblioteca es el retrato minucioso de su derrotero intelectual, de sus admiraciones y rechazos; también, de sus reacciones más íntimas, de lo mórbido y lo trivial. En la primavera de 1993, Aurora Bernárdez, su primera esposa y albacea literaria, puso la biblioteca personal de Cortázar al cuidado de la Fundación Juan March, de Madrid. Desde entonces está allí a disposición de estudiosos y público general.
Cortázar ponía su nombre en la primera página de los libros que hacía suyos; en los más antiguos firmaba con el seudónimo que usó en su primer poemario, Julio Denis, o con su nombre completo: Julio Florencio Cortázar. Subrayaba todo lo que le interesaba. Trazaba líneas verticales al lado de los textos que quería destacar; el número de líneas determinaba la importancia que les daba. Corregía erratas. Escribía notas a pie de página. Leía y comentaba en español, inglés o francés. Creaba índices temáticos en las páginas finales de los libros. Cuando estaba juguetón, dibujaba. En ocasiones, escritura y dibujo eran una sola cosa: en la primera página de una guía nocturna de Londres aparece una mujer desnuda y la jota de su nombre nace en el sexo de la muchacha. (Zenda, 2016)
Jorge Luis Borges
El recinto se ubica en la calle Anchorena 1660, Buenos Aires —vecino a la casa donde vivió la familia Borges entre los años 1938 y 1943— y contiene libros que Borges leyó durante toda su vida, con alrededor de 2000 volúmenes.
Muchos de ellos son títulos de escritores ingleses y norteamericanos, además de textos de filosofía, historia y religión, disciplinas que tanto le interesaban. Se trata de una colección que constituye un patrimonio internacional de valor incalculable”, comentó María Kodama, viuda de Borges. (Agencia EFE, 2017)
Rudyard Kipling
Cuando Rudyard Kipling, se encontró con la casa del apartado, el 17 de Bateman siglo en Sussex, fue herido de inmediato. Él escribió:
“Habíamos visto un anuncio de ella, y que le llegó por una madriguera de conejo ampliada de un carril. A la vista del primer Comité de Medios y Arbitrios de [la señora de Kipling y de sí mismo] dijo: ‘¡Es ella! Sólo El! Hacer una mujer honesta de su rápido! ” Entramos y sintió que su espíritu-su Feng Shui para ser bueno. Hemos pasado por todas las habitaciones y no encontraron ninguna sombra de antiguos pesares, las miserias ahogados, ni amenazar a ninguna, aunque la “nueva” final de su era de trescientos años de edad … ”. (Sin embargo, 2012)
Arthur Conan Doyle
Sir Arthur Conan Doyle vivió en su casa de Windlesham en las afueras de Crowborough en East Sussex durante 23 años. Cuando murió ahí en 1930, su petición fue ser enterrado en un jardín adyacente a la cabaña que construyó para escribir dentro de la propiedad. Sin embargo, durante su vida, prefirió de hecho escribir en el estudio que se encontraba en el primer piso de su casa. Ahí escribió varias de sus famosas obras de Sherlock Holmes, incluyendo el Cinturón envenenado, en el que describe la vista desde su estudio y a través del condado de Crowborough hacia el lejano Rotherfield. Oh y hablando del señor Holmes!, el también tenía una bonita madriguera…
Sherlock Holmes es, por supuesto, un personaje de ficción, pero eso no ha detenido a las personas de recrear su oficina a partir de las descripciones dadas por su creador. Existe eln Museo de Sherlock Holmes en el 221B de Baker Street y uno más en el pub Sherlock Holmes en Westminster, ambos lucen muy acogedores. (Sin embargo, 2012)
Mario Benedetti
Mario Benedetti repartió su tiempo entre sus residencias de Uruguay y España hasta que tras el fallecimiento de su esposa en 2006 se traslade definitivamente a su residencia en el barrio Centro de Montevideo, Uruguay. Con motivo de su traslado, Benedetti donó parte de su biblioteca personal en Madrid al Centro de Estudios Iberoamericanos de la Universidad de Alicante que lleva su nombre.
Alberto Manguel
Alberto Manguel, conocido escritor, editor y traductor argentinocanadiense, glosa la operación inversa. Una nutrida biblioteca personal puede ser tanto una bendición como todo lo contrario. La que habían acumulado Manguel y su compañero en su hogar francés ascendía a unos 35.000 volúmenes: para entendernos, quizá tantos como reunirían siete u ocho librerías pequeñas. La melancólica operación de abandonar un lugar que habían hecho suyo, empaquetando su contenido y preservando en lo posible “el orden de los libros” (según la expresión de otro conocido bibliófilo, Roger Chartier), es lo que da lugar a esta obrita. (Millán, 2017)
Jack London
Cuando la casa de piedra (“casa de lobos”) que Jack London estaba construyendo en su rancho de Sonoma Valley se incendió en 1913, él edificó un anexo tranquilo y muy iluminado, en el gran cottage donde él y su esposa Charmian habían vivido durante años. El estudio-en el que escribió sus historias y novelas finales- estaba junto a su “porche para dormir.” Esta es una habitación de la que no se escucha mucho en estos días, y que a más de uno nos encantaría tener, especialmente por la vista. (Sin embargo, 2012)
Bibliografía
Agencia EFE. (2017). «Restauran la biblioteca personal de Jorge Luis Borges».
Mundobiblio. (2018). «La biblioteca de Umberto Eco».
Sin embargo. (2012). «10 estudios. Bibliotecas de hombres famosos».
Zenda. (2016). «La biblioteca de Julio Cortázar».