Los dolores rara vez se puede ocultar, esa es la premisa cuando se escucha a Nacho Vegas. En la noche más larga de este martius tapatío (19 de enero de 2024) nos dimos cita para ver al único gijonés que, en pleno 2024, usa pantalones acampanados y botas rojas, con el único objetivo de sufrir en compañía.
En Guadalajara, o el lugar más triste que jamás Nuño de Guzmán pudo imaginar (o destruir), se coreó a toda voz el Ángel Simón, Dry Martini SA o una muy claridosa Pena o la Nada, mientras chicos y grandes aprendíamos a llorar a coro. Nacho nos mató y nos recordó lo que somos, para la sorpresa de los que esperábamos una rara extensión del mismo concierto que vimos hace un par de años, sacó la artillería pesada y nos hizo pedazos con “Bravo”.
Una exquisitez para un autor licencioso y abnegado al abismo. Cómo él lo dijo: “este cielo es nuestro puto cielo, es nuestro” y bajo el mismo, nos dimos oportunidad de regodearnos en la miseria. Nos regaló una noche que nos deja en quiebra, en un absoluto déficit de serotonina, pero un corazón lleno y rebosante de soledades compartidas. Cada quien elige al menos una de sus muertes y agradezco a la vida (y a Nacho) haber elegido una como esta.
Le ofrecemos una disculpa al lector que esperaba una crónica y encontró una declaración pero es que, para alguien que ha visto a Nacho más veces que a su mamá durante este año, no le quedan muchos filtros que disimulen la querencia. Así que, como acto de tregua aquí va mi top 10. El que tenga oídos para oír, que escuche (Marcos 4:23-32)
1. Me he perdido
2. La gran broma final
3. Salitre
4. Crujidos
5. El hombre que casi conoció a Michi Panero
6. Al norte del norte
7. Qué es lo que comen las brujas
8. Hablando de Marlén
9. Matar o morir
10. Taberneros
Postdata: Luego hablamos del San Lucas 15 y sus Fayeos de Mayo