Alepo, una de las ciudades sirias más destruidas por la guerra. Fuente: http://www.infobae.com/america/fotos/2016/09/28/alepo-las-terribles-postales-de-una-ciudad-destruida-por-la-guerra/

¡Gracias a dios!, qué lejos con su historia perdida y su presente en ruinas, en esa tierra gris, donde están peleados entre ellos por cosas de su religión, tan insensata, tan sin razón de ser o existencia, tan suicida, tan yo no la comprendo.

Sólo doy gracias que ese país esté tan lejos porque ¿te la imaginas cerca? Debe estar lleno de polvo, lamentos y olor a guerra. Cualquier día nos puede tocar un par de camiones cargados de explosivos con esos locos dentro que se hacen explotar.

Algo deben haber hecho muy mal en ese Medio Oriente para que tengan siglos de miseria y enfrentamientos, y como están mal desde hace tanto, ahora llegan por doquier y nos atacan, terroristas por todos lados.

Que ellos peleen entre ellos todo lo que quieran, por algo será, ¡pero nosotros queremos paz! Ya no podemos caminar seguros por nuestras calles, estar en nuestras oficinas trabajando honradamente, subir al metro con tranquilidad o siquiera ir a bailar a algún lugar con nuestros amigos. Qué dolor causa eso, cuánto terror.

Cuando matan a los nuestros debemos unirnos. A través de todas nuestras redes, canales de televisión, oraciones, súplicas, pensamientos, periódicos o simples charlas con nuestros amigos y conocidos, levantar la voz en contra del terrorismo.

Que Siria siga estando muy pero muy lejos ¡por favor! Bueno, incluso, ya aquí entre nos, que no nos oiga nadie que nos veríamos muy mal: ¿serán realmente humanos en Bagdad, Siria, Afganistán y todos esos lugares? ¿Lo serán?

 

Las palabras expuestas hasta aquí son ficción, lamentablemente un contenido similar está presente en la realidad. Estamos acostumbrados a que se hable de manera políticamente correcta, o que mucho de lo que leemos sobre Medio Oriente sea meramente informativo o analice la situación de forma crítica, pero existen muchas formas de pensar y por supuesto no todas son alentadoras.

Los prejuicios son la polilla que agujera la justicia, la igualdad y el cambio.