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Marie Curie fue una mujer excepcional que supo sobrevivir a una vida dura y a las condiciones adversas que conllevaba ser una científica en los albores del siglo XX, dijo este viernes la escritora española Rosa Montero en la conferencia “¿Quién rayos fue Marie Curie?”, como parte del programa “¡La FIL también es ciencia!”.

Curie, la única científica en ganar un Premio Nobel de Física y la única persona en el mundo en obtener dos Nobel en diferentes disciplinas, fue una mujer con un “cerebro prodigioso” pero con una “vida compleja y poliédrica”, que tuvo una vida triste que la mantuvo al borde de la depresión.

En la primera parte de su vida, Marie Curie estaba entre los diez mejores científicos del mundo, pero después perdió esa fama y mucha gente le atribuyó su éxito a su matrimonio con Pierre Curie, abundó la narradora, quien escribió el libro La ridícula idea de no volver a verte, en el que cuenta la vida de la científica polaca nacionalizada francesa y nacida en 1867.

“Lo que me fascinó de Curie es su capacidad para derrumbar montañas con la frente, a empellones, esa resistencia, esa tenacidad por encima de lo posible. Es una heroína para mí y eso hace que sientas una inyección de esperanza en todo. Te das cuenta de que, si realmente deseas algo y si pones todo de tu parte, es muy posible que lo consigas”, expresó.

Montero recordó que Curie nació en una familia pobre, encabezada por dos profesores y sólo le fue posible concluir la educación primaria debido a la ocupación rusa en Polonia. Ella soñaba con seguir sus estudios como fuera y elaboró, junto con una de sus hermanas, un plan en el que Marie trabajaría de institutriz en una familia rica para financiar la carrera de aquella a cambio de que cuando fuera médico, la hermana pagara sus estudios.

“En algún momento perdió la esperanza de usar los dones que sabía que tenía y estuvo a punto de olvidarse de la ciencia. Estuvimos a punto de perderla, y eso me hace pensar en cuántas otras Marie Curie habrá por ahí que se perdieron porque las circunstancias eran tan duras, tan terribles y tan imposibles”, expresó Montero.

Cuando llegó a París en 1891 vivió un tiempo con su hermana al iniciar su carrera universitaria, y luego se mudó a una buhardilla en la que pasó frío y hambre. Años más tarde conoció al que sería su esposo, Pierre Curie y juntos trabajaron en el tema del doctorado de ella, que derivó en el descubrimiento del radio que les valió el Premio Nobel de Física, junto con Henri Becquerel y que en un principio le fue negado a ella por ser mujer. Aunque la academia al final aceptó, ante la insistencia de Pierre, no le permitieron a Marie subir al estrado a dar su discurso de recepción.

Montero describió a Pierre Curie como un hombre distinto a los demás, que trabajó codo a codo y reconocía los logros de Marie, pero en algún sentido era un hombre de su época que seguía lo que en ese momento era lo normal: que ella sola cuidara a sus hijas, hiciera las labores de casa y el trabajo científico en el laboratorio, lo que la puso “al borde del colapso por el sobretrabajo”.

La mujer, que fue descrita por Albert Einstein como “más fría que un pez”, sufrió mucho la muerte de su esposo en 1906, pero dedicó su tiempo a honrar su memoria en la creación de laboratorios y fue nombrada profesora de la Universidad de París, la primera en la historia de esa institución.

Luego se enamoró de Paul Langevin, un físico y matemático francés que la hizo su amante y la involucró en un escándalo que casi la hace perder su carrera y la mantuvo en una fuerte depresión por un año, de la que se puso en pie para seguir su trabajo en los laboratorios.

Montero considera que, en gran medida, Marie Curie no acostumbraba peinarse o acicalarse como la moda a inicios del siglo XX lo indicaba porque sabía que cualquier indicio de feminidad era “completamente negativo”, y por ello “tenía que intentar ser lo más hombrecito posible”.

“Se sentiría bastante satisfecha del avance de las mujeres, aunque ella nunca dijo nada del feminismo, e incluso habló mal de las mujeres, cosa que entiendo porque no puedes estar luchando en todos los frentes; porque no quería sentirse víctima, pero evidentemente era consciente de ello, y el hecho de que haya más acceso a la educación a pesar de las desigualdades, le parecería bien”, concluyó.

Texto por: Mariana González-Márquez

FUENTE: Boletín de prensa FIL.