Satori Gigie (La Paz, 1987) es el nombre artístico de Wilfredo Limachi Mamani, un joven que llegó a la fotografía por casualidad hace unos años y que ahora es su medio de expresión.
Hay pocos como él, que pongan el foco en mostrar los aspectos positivos de la cultura y costumbres indígenas de la capital de Bolivia, y no en retratarlos como una minoría débil que necesita ayuda. Mujeres vestidas con el atuendo tradicional aymará que trabajan duro mientras cargan su bebé a la espalda , niños que juegan en la calle, celebraciones tradicionales inmersas en la modernidad de la ciudad,… Satori fotografía lo que ve a su alrededor y le motiva: un pueblo unido, honesto y esforzado. (Conde, 2018)
Recuperamos aquí partes de la entrevista que hace dos años le hizo el portal Joia:
¿De dónde viene el nombre Satori Gigie?
Satori es un término japonés, del budismo Zen, significa comprensión. Cuando era adolescente leí algunos libros sobre esta espiritualidad y encontré ese término y me lo quise poner como apodo, pero nadie lo sabía. Gigie es otro apodo que también me puse, porque es una pronunciación que hizo mi entonces pequeña sobrina Araceli porque no podía decir Willi (de Wilfredo, mi verdadero nombre).
La foto que te “hizo famoso” fue la que le sacaste a tu mamá “sosteniendo” el Illimani en una carretilla. Cuéntanos un poco, ¿cómo sacaste esa foto? ¿Cómo se dio a conocer la imagen? ¿Cómo viviste ese proceso de hacerte “conocido”?
La foto la tomé un domingo de octubre de 2014 (foto de portada de este artículo). Mi mamá trabajó mucho ese día que se supone se debe descansar. Me acuerdo que lavamos ropa y recogimos la casa. Terminamos como a las 6 de la tarde, pero mi mamá seguía trabajando podando un rosal que teníamos en el patio. En la tarde yo aproveché que estaba cargando las flores de rosa en su carretilla para ponerlas entre los árboles y al volver tomé esa foto. Me encontraba tirado en el piso esperando a que mi mamá pasara justo por el Illimani, pero no resultó porque la montaña era más pequeña que la carretilla. Un perrito me ladró y retrocedí y luego intenté otra vez ya más arriba en el camino y resultó. Ahí aprendí que mientras más lejos, el objeto se vuelve más grande y mientras más cerca, el objeto se vuelve más pequeño.
Al día siguiente publiqué esa foto en mi muro de Facebook antes de irme a almorzar y al volver ya noté que estaba en muchas páginas. Me molesté un poco de que no citaran la autoría y luego aclaré en otros post que podrían robarme esa foto pero jamás a mi mamá que la protagonizaba. Después llamó la prensa y acudí aclarando que mi intención fue mostrar esa fuerza y voluntad que hace a la mujer trabajadora, pero que para nosotros parece ser una decoración más del paisaje y no le damos la importancia merecida o no tratamos de cambiar esa situación.
Haces fotos, en su mayoría, documentando gente humilde que viven aparentemente en condiciones de vida duras, pero todos sonríen. ¿Qué mensaje hay detrás de esos retratos?
Es gente decidida a ser. Es quizá por mi forma de pensar respecto al término indígena, que no necesita iluminados o salvadores, sino decisión para ser uno mismo y que es capaz en el plano individual y colectivo de forjarse un porvenir en este mundo. Por ello trato de rescatar su sonrisa, el “a pesar de”. Mucho tiempo se nos ha retratado con mirada brillante pero boca caída, como queriendo mostrar a gentes que necesitan de alguien, ya sea donantes, políticos o intelectuales y activistas. En mis fotos trato de mostrar esa decisión, voluntad y fuerza. Los protagonistas siempre están haciendo algo y si están mirando, lo hacen con una mirada decidida, hacia una dirección que indique esperanza.
Las mujeres -fuertes, trabajadoras, madres- tienen un papel protagónico en tus fotos así como lo tienen en todas las sociedades. En el contexto actual se habla mucho de los derechos de las mujeres, el feminismo toma fuerza y en todos los espacios de la vida privada y pública las mujeres van recuperando su voz. ¿Cuál es tu opinión acerca de este tema y cómo lo trabajas a través de tus fotos?
No todas las mujeres son iguales. Hay mujeres que sufren la triple discriminación, por mujer, por indígena y por pobre, mujeres que a veces hasta al feminismo se le olvidan. Esa discriminación triple la he visto dirigirse hacia mujeres que visten pollera, por ejemplo y por ello, a pesar de que algunos ya me dijeron que sólo retrato cholitas, en el fondo por ayudar a reivindicar a quienes en mi experiencia he visto sufrir 3 veces más. Por ello trato de mostrarlas fuertes, decididas y si acompaño las fotos con relatos, rescato su sabiduría y experiencia, para que los demás aprendamos a respetarlas.
Su obra
Fotografías
Satori Gigie, obtenidas de su página oficial en facebook.
Bibliografía
Conde, A. (2018). Entrevista al fotógrafo boliviano Satori Gigie, en JOIA.