Fuente: Luis C. Garza

El 6 de enero de 2021 se cumplieron 47 años del fallecimiento del pintor David Alfaro Siqueiros, figura emblemática del movimiento muralista mexicano del siglo XX, fiel revolucionario en vida y arte.

La obra de Siqueiros es de impacto, de choque, resulta contraria a las obras armoniosas, pintorescas y luminosas de sus contemporáneos; sus íconos sobre el racismo, fascismo y pobreza resultan trazos incómodos para el ojo común.

Siqueiros fue un hombre de convicciones enérgicas, utilizó su arte para crear obras  para comunicarse con las masas, despertarlas para reclamar sus derechos, justicia y libertad.

Para el pintor, su arte fue su herramienta política, el vehículo para el pensamiento revolucionario, inseparables de la estética y la belleza; para él, “los frescos eran la única forma de arte válida para el pueblo”. (La Opinión, 1974, pág. 2).

Siqueiros mostró madurez desde temprana edad, la muerte de su madre a los tres años en 1899 significó una fuerte pérdida, por ello firmaría sus murales con el apellido materno; su padre, abogado prominente indujo la educación católica, que contribuyó a su conocimiento de la arquitectura y el barroco mexicano.

Debido a sus convicciones cayó en prisión varias ocasiones -una de éstas por participar en el atentado a León Trotsky en 1940-; su encarcelamiento más largo duró cuatro años de una sentencia de ocho, impuesta en 1960 por su participación en desórdenes estudiantiles; por orden presidencial fue indultado y abandonó la política activa para dedicarse al arte.

Las pretensiones artísticas de Siqueiros se inspiraron bajo los ideales del movimiento social más significativo del México del siglo 20: la Revolución mexicana.

En 1911, con quince años de edad, Siqueiros ingresó a la Academia de San Carlos en la ciudad de México, ahí recibió las enseñanzas del pintor Gerardo Murillo (Dr. Atl), quien influenció sobremanera su trabajo y le mostró la escuela europea del fresco.

Abandonó San Carlos en 1913 por desacuerdos en los métodos de enseñanza, la falta de libertad artística y por no inculcar la escuela europea de la época. En 1919, llegó a París y coincidió con Diego Rivera; ahí, ambos recorrieron la ruta del Renacimiento italiano, esto inspiró fuertemente al artista chihuahuense.

En 1930, Siqueiros cayó preso por sus actividades políticas; al salir del penal tuvo un tipo de prisión domiciliaria en Taxco, Guerreo; ahí, surgieron los impulsos que lo llevaron a los Estados Unidos.

Siqueiros fue el último del triunvirato de los grandes muralistas mexicanos, con Diego Rivera y José Clemente Orozco; sus lienzos en el extranjero se centran sobre todo, en América Latina y Estados Unidos; de hecho, Siqueiros fue el último de los tres muralistas en pintar en los EUA.

En 1930, Orozco trazó el Prometeo en Pomona College, Claremont (California), y Diego Rivera hizo murales en San Francisco, así como en el Rockefeller Center de Nueva York (aquí, su obra se destruyó un año antes a las de Siqueiros en Los Ángeles).

Inspirado por conocer la sociedad industrial estadounidense, y con respaldo del escritor Hart Crane, Siqueiros viajó a Los Ángeles en 1932; ahí fue invitado por Nelbert Murphy Chouinard, fundador de la escuela de arte, a impartir un curso sobre pintura mural.

Aún se resentían las secuelas de la gran depresión de 1929; “Los Ángeles tenía una población superior a dos millones de habitantes y transitaba de una sociedad rural a una urbana debido a la industria agricultura, el petróleo y el cine”. (Goldman, 1974, pág. 322). La ciudad atravesaba reclamos sociales, obreros y raciales; latinos, mexicanos, chicanos, afroamericanos y asiáticos demandaban justicia, igualdad y mejores oportunidades.

En Chouinard, Siqueiros decidió que la mejor forma de impartir la clase mural era pintar un muro, para ello, conformó un grupo de pintores que bautizó Bloc Mural Painting.  

El artista se fascinó de la industrialización de la era moderna; aprovechó la tecnología de los Estados Unidos, “hizo que me diera cuenta de que todas las herramientas y materiales que había utilizado hasta entonces, eran anacrónicas y arcaicas.”

Instalado en Los Ángeles, Siqueiros realizó tres murales en 1932:

Mitin obrero (Street Meeting). Fuente: La Tempestad.

Mitin obrero (Street Meeting).- Con apoyo del Bloc Mural, conformado por diez estudiantes, Siqueiros experimentó ampliamente, “utilizó el cemento blanco húmedo en lugar de la técnica tradicional del fresco; en vez de pinceles uso pistolas de aire y otros instrumentos de técnicas novedosas”. (Siqueiros, 1985, pag. 17).

El mural se hizo en dos semanas; el pintor sorprendió a sus discípulos por su infatigable labor y métodos de trabajo. La obra se exhibió al público en julio, “la reacción fue mixta: algunos pensaron que era audaz y poderosa, otros la atacaron por su connotación política”. (Goldman, 1974. pág. 323). El período artístico de Siqueiros previo (1929-1932) es conocido por ser “oscuro” y carente de color. Mitin obrero cumplía tales características. Fue destruido en 1933.

América Tropical.-  El segundo mural resultó el más poderoso, original y controvertido. La oferta llegó de F.K. Ferenz del Plaza Art Center de Olvera Street. Para Siqueiros, hacer un mural al aire libre en la conglomerada calle Olvera resultaba atractivo.

El pintor enfrentó  obstáculos por la escasez de recursos; en apoyo, “la comunidad angelina se volcó con materiales, las empresas locales prestaron equipos, los carpinteros levantaron andamios, los electricistas cablearon luces día y noche». (Goldman, 1974, pág. 323).

Siqueiros fue responsable de gran parte de América Tropical, tanto en diseño y ejecución; pintó el mural sobre una base de cemento obscuro y utilizó técnicas similares al mural previo.  Para magnificar las imágenes en el muro, el pintor se valió de un proyector de transparencias, lo que resultó muy novedoso para los artistas californianos.

Un día antes de la inauguración, la figura clave seguía en misterio; “Siqueiros trabajó toda la noche en una calle fría y abandonada para terminarla”.  (Goldman, 1974, pág. 324).

América Tropical contrastó con los ideales estadounidenses de la época. El mundo del arte fue entusiasta pero otros sectores expresaron repulsión por el mensaje imperialista y explotación en Estados Unidos; se consideró como propaganda comunista.

El pintor expresó «pinté a un hombre, crucificado en una doble cruz, donde, orgullosamente postrada en la parte superior, se observa el águila de las monedas norteamericanas». (Goldman, 1974, pag. 324)

Roberto Berdecio, un asociado cercano a David Alfaro Siqueiros en 1930s, frente a «América Tropical»: © 2012 Artists Rights Society (ARS), New York/SOMAAP, Mexico City. Foto: The Getty Research Institute.

Las exigencias obligaron al Sr. Ferenz a cubrir la parte visible de la calle Olvera; para mantenerlo, se procuró cubrirlo con pintura blanca, pero el descuido y el paso del tiempo destruyeron el mural.

En 1971, con aprobación de Siqueiros y con apoyo de la historiadora de arte Shifra M. Goldman, los curadores mexicanos Jaime Mejía y Josefina Quezada evaluaron el mural; en su conclusión indicaron que el mural podía ser conservado, pero no restaurado; Siqueiros declinó preservarlo.

Durante los años, los angelinos han persistido en rescatar la obra pero los esfuerzos han sido infructuosos, múltiples sectores de la sociedad, del arte, autoridades, empresarios, han aspirado a tal objetivo. Incluso, el pintor vaciló con la idea de una nueva versión del mural si se conseguía apoyo económico y de transportación, idea que no prosperó. 

Retrato Actual de México.- Fue el único de carácter privado; se pintó en el patio de la casa de Santa Mónica del director de cine Dudley Murphy. La obra satiriza al General Plutarco Elías Calles. En los ochentas, la residencia que albergaba la obra fue puesta en venta y en 2002, se trasladó al Museo de Arte de Santa Bárbara.

Retrato actual de México. Fuente: La espina roja.

Una vez deportado de California, Siqueiros emprendió viajes por América del Sur y Cuba. Su última parada en EUA fue Nueva York en 1934, ahí estableció un taller experimental que influenció en el expresionismo abstracto. El pintor estadounidense, Jackson Pollock, destacado por su action painting, estudió en el taller y aprendió técnicas de Siqueiros.

El breve lapso de Siqueiros en Los Ángeles, evidenció que ni la ciudad ni el pintor volverían a ser los mismos, representó un punto de inflexión en su carrera artística.

Sin embargo, la mayor recompensa que recibió Siqueiros en Los Ángeles no fue los murales, ni el proceso industrializador del arte, sino el amor; bajo los atardeceres del verano californiano, el pintor conoció a Angélica Arenal, su futura esposa y compañera hasta el final de su vida.

Los murales en Los Ángeles, nunca se convirtieron en íconos artísticos, permanecen en la memoria histórica, principalmente hispana, así como en mito que representó Siqueiros en la ciudad. La herencia cultural que produjo permanece latente hasta hoy.

En sus últimas horas de vida el pintor dejó ver su mayor dolor: “El no haber tenido vida suficiente para terminar una obra a la altura del amor por su patria”. (El Sol de México, 1974, pág. 12).

Murió en su casa de Cuernavaca junto a su esposa Angélica, dejó tres murales colgando en su taller, tres ángeles colgados sin recibir la gracia del Maestro, de su creador.

Bibliografía

David Alfaro Siqueiros: An exhibition at Plaza de la Raza. Los Angeles California, september-october 1985.

El Sol de México, 7 enero 1974, Sección A, pag. 12.

La Opinión, Los Ángeles, California, 1974.

Siqueiros ad the Three Early Murals in Los Angeles; Shifra M. Goldman, Art Journal, Summer 1974.