Andrea Piacquadio

La película La asistente, (The Assistant) de Kitty Green, 2019, refleja cómo se someten al poder los borregos y, encima, se muestran muy dignos, a pesar de su miserable conducta, porque tienen de su parte la fuerza de quien manda. Presumirán de ser morales y justos, pero solo lo son de palabra porque, enfrentados a la disyuntiva real de tener que escoger entre la justicia y el interés, han elegido este último. El sentido común le intenta imponer quien viene de fuera, de un mundo, teóricamente, justo y no condicionado por intereses personales o por presiones del poder.

Jv Franes

De las pretensiones de la nueva asistente de un productor de cine de establecer respeto y justicia en la empresa –que debían ser confidenciales–  se enteran todos los empleados, de los que no recibe más que conmiseración aunque ninguna ayuda.  Pero, cuando esa persona ve que no puede luchar contra el poder establecido y debe elegir, hace como los demás, se vende para vivir. Su actitud pesimista, lamentando la injusticia, no puede generalizarse, por lo que se entienden las risas y la indiferencia de los demás empleados por la situación y el destino de la última aspirante a actriz a quien le toca jugar el papel de víctima. Esa conducta es un absoluto desprecio por parte de los buenos ciudadanos hacia sus semejantes, como la que se produjo cuando vimos que los soldados estadounidenses disparaban con sus drones a víctimas civiles. Al ver el video, unos reían y otros se horrorizaban, dependiendo de la forma de ver la vida según el respeto social que cada uno hubiera alcanzado, es decir, dependiendo de las posibilidades de cada uno de ellos de ser la víctima. Y así es como vivimos en un mundo feliz. Quien no piensa no sufre.

RODNAE Productions

En España, el director de la sucursal bancaria que no ofreció preferentes a los particulares acabó en la calle porque la junta directiva, con poder, decide lo que está bien y lo que está mal. Y lo bueno, desde su punto de vista, es lo que beneficia al banco, aunque perjudique a mucha gente. Si los clientes hubieran podido presentar su opinión, los hechos hubieran tenido la interpretación contraria.

Anna Shvets

La película Los traductores, (Les traducteurs), de Régis Roinsard, 2019, de nuevo, muestra la actitud sociópata de quien tiene poder. En la cinta, el responsable de una editorial no tiene control moral sobre sus propios actos cuando quiere averiguar quién le intenta chantajear. Los guardas a su servicio actúan de forma ilícita, realizando amenazas, registros ilegales, agresiones, ocultando un suicidio a la justicia y, finalmente, defendiendo al editor que acaba de matar a uno de los traductores. Y los guardias no reaccionan hasta que un tercero detiene al editor. Entonces, se establece una nueva relación del poder y, ahora, se entiende que la justicia debe imperar porque no es posible seguir cometiendo delitos y volver a ocultarlos.

Christian Sterk     

En la película La casa de la niebla, de  Claudia Garde, Alemania, 2017, hay una escena en la que una niña, Clarisa, desaparece cuando está en el campo con sus padres y otras dos personas, una de  las cuales ha llevado una pistola a la reunión y la niña ha estado jugando con ella. La niña se asusta y huye por la discusión que se produce entre los padres, que culpan a su amiga por llevar el arma, y ésta, que responsabiliza  a la niña por fisgar entre sus pertenencias y coger lo que no es suyo. Como los padres son dos, frente a la única propietaria de la pistola, y se muestran indignados, prevalece su punto de vista.

Karolina Grabowska

Pero ¿Cuál hubiera sido su conducta si, en lugar del arma de su amiga, la niña hubiera cogido el arma de unos delincuentes violentos? ¿Tendrían los padres el valor de reprocharles lo sucedido o echarían la culpa a su hija por poner en riesgo sus vidas? En esa situación ¿no se consideraría la conducta de la niña como de irresponsable? Los padres, sin poder  frente a los delincuentes, tendrían que aceptar la verdad de estos, quienes considerarían a la niña una criatura fisgona y mal educada, y los padres pensarían, obligados por las circunstancias, que la insensata era la hija y no quién llevó el arma a su casa.

FOI International

La conducta de las personas y la valoración que hacen de un mismo hecho depende de las circunstancias o de la situación, no de la ética, puesto que la fuerza que posee un individuo no depende solamente de su carácter y condiciones (es rico o pobre, fuerte o débil, honrado o delincuente,  joven o viejo, sano o enfermo, pertenece a un grupo que le defenderá o está solo…) sino del carácter y condiciones relativas con respecto a su adversario (es más o menos rico, fuerte, honesto, sano y tiene más o menos apoyos). La verdad, por eso, la crea la fuerza, no la honestidad.

Cottonbro

Entonces, como vemos en las películas  ‒pero no en la vida real, porque en la vida real la gente es buena, justa y noble‒,  el policía hace confesar al inocente a base de torturas o de presiones emocionales, el juez prevarica, el abogado revela a la acusación detalles del caso o elimina hechos o argumentos que beneficiarían  a su cliente. Ellos saben quién es bueno y quién malo, porque tienen el poder de decidirlo.

En cambio, en la vida real, el policía, con buenos modales, le pregunta al sospechoso si es culpable o no, el juez respeta la presunción de inocencia si no tiene pruebas irrefutables y el abogado defiende a su cliente haciendo uso de todos los recursos que le concede la ley, y lo mismo hacen muchos otros profesionales cuya conducta nadie cuestiona y, difícilmente, podría hacerlo alguien con éxito.

RODNAE Productions

La película Prisioneros,  de Denis Villeneuve, 2013, expone el caso de un padre sociópata, con poder frente a su supuesto enemigo –lo uno (ser un sociópata) por lo otro (tener poder sin límites) –, que, como piensa que una persona es el responsable del rapto de su hija, la secuestra y la tortura para hacerla confesar, porque eso es lo que hacen los buenos ciudadanos con las malas personas, lo que hace muy difícil poder distinguirlos. Quien tiene poder no sabe ponerle límites.

RODNAE Productions

La cuestión es ¿Son los sociópatas y los psicópatas quienes aspiran a ciertos cargos o es el poder que proporciona el cargo la causa de que gente honrada se vuelva sociópata y autoritaria?  O por el contrario, ¿será que ciertos cargos los desarrollan mejor los sociópatas sin escrúpulos que la gente con principios que piensa más en las necesidades ajenas que en sus propios intereses?

RODNAE Productions

¿Son nuestros actos solo consecuencia de nuestro carácter y de nuestros principios o son el resultado de aprovechar una oportunidad, para lo que se prescinde de toda consideración? ¿Son las circunstancias y las situaciones determinantes a la hora de actuar o solo son ocasiones para mostrar el carácter de cada uno?