Imagen obtenida del sitio oficial de la Berlinale

Hako Otoko o en su traducción en inglés The Box Man, El hombre caja en español, es una película japonesa dirigida por Gakuryu Ishii. El filme se estrenó en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Berlín (Berlinale) en la sección Berlinale Special, es una adaptación de la novela homónima publicada en 1973 por Kobo Abe, un destacado escritor japonés, siendo esta una de sus obras más representativas, traducida en más de 20 países.

Como dato curioso, cabe decir que la película se intentó hacer 27 años atrás, en 1997, pero por alguna razón se decidió abandonar el proyecto un día antes de que se empezará a rodar. Entonces hubo que esperar todos estos años para que el proyecto viera la luz en este 2024, esto gracias a que el director nunca renunció a su realización.

La película empieza de una manera espectacular, con una extraordinaria fotografía blanco y negro que recorre Tokio con una voz apagada (en off) que introduce a la audiencia con el hombre caja, uno piensa que esta a punto de presenciar una gran obra de arte, pero poco a poco la película va cayendo en calidad y potencia.

El filme empieza rápido, es imprescindible que el espectador no pierda detalle de los primeros 2 o 3 minutos —ya después tendrá varias oportunidades para relajarse—, porque si no, es probable que no obtenga la información suficiente para disfrutar del resto de la película, así que abusados.

Durante los primeros 3 minutos que vienen de golpe, sin contemplaciones, toda la atención debe estar en esa voz en off que nos va a dar los elementos para seguir la trama. Después, así como la calidad y la potencia de la película caen, la velocidad sigue la misma suerte y por momentos se vuelve demasiado espesa y lenta; y será peor si no lograste captar el sentido profundo de la introducción que el hombre de la voz en off nos da.

Hay una alta carga de simbolismo y trasfondo filosófico en Hako Otoko, aunque tiene muchas escenas locas o poco convencionales, el filme no es fácil de ver y no es tan fácil de entender la primera vez que la miras.

Además, si a esta dificultad hermenéutica le agregas que de repente te encontrarás con escenas poco convencionales como un combate estilo samurái entre un hombre que trae una caja de cartón encima que le cubre la cabeza y medio cuerpo a manera de armadura, y un mendigo armado hasta los dientes, mientras otra persona más distante les dispara con un rifle de precisión, sin saber exactamente quién es quién y mucho menos cuáles son las pretensiones de cada uno. O las apariciones de un doctor, que después te enterarás que no es doctor, que quiere conseguir a toda costa la caja; y un veterano doctor militar, que sí es doctor, que nunca me enteré con certeza que es lo que realmente quería. O en el clímax te encuentras dos cajas humanas peleando a muerte. Desenmarañar el entramado filosófico de la película se vuelve más complicado.

Gakuryu Ishii. Imagen obtenida del sitio oficial de la Berlinale

El protagonista de la película es “yo mismo” (my self), yo mismo quiere convertirse en hombre caja y lucha por ello, pero el camino no es fácil porque hay un hombre entre loco y pordiosero que por alguna razón quiere acabar con él, además hay otro francotirador que es mandado por el falso doctor y el doctor militar veterano que, aunque no quieren matar a yo mismo, quieren la caja y sus secretos y cada que pueden embisten contra él. Por si eso fuera poco, una seductora mujer, con otras tácticas menos violentas pero igual de perniciosas, también al servicio del falso doctor y del doctor militar, trata de obtener la caja seduciendo a yo mismo.

La caja representa la forma de vida ideal, es el espacio en donde puedes ser completamente libre porque estas en el mundo sin estarlo, desde la caja puedes ver el mundo como es sin ser visto, y por lo tanto sin ser juzgado, y tú te conviertes en el único que puede juzgar a los demás como realmente son, sin falsedades, ni hipocresías o segundas intenciones.

La caja es como el don de volverse invisible y olvidarte de toda carga social o moral impuesta que te impida liberar lo más profundo de tu ser y al mismo tiempo te da la oportunidad de conocer al mundo como es. Por eso todos los que conocen las virtudes de la caja quieren ser el hombre caja y tener ese sentido de libertad.

Aunque es una película japonesa, y seguramente está basada en otros principios filosóficos distintos a los occidentales; si yo mismo —yo el que escribe, no el de la película—, en mi mente colonizada y limitada, trato de encontrarle un significado a la película y lo traslado a la filosofía occidental de mi colonizador, de Nietzsche por ejemplo, el hombre caja podría ser el super hombre, este ser que lucha interior y exteriormente para liberarse de todas las cadenas que lo obligan a vivir una vida de sometimiento y sacrificio, llena de reglas, normas, convenciones, leyes y autoridades, que ni siquiera entiende bien, pero que todo el mundo le ha dicho que es como debe vivir, que es lo que debe respetar y ni siquiera es capaz de cuestionarse respecto la veracidad y legitimidad de tal situación esclavizante.

La caja también puede ser nuestro mundo, entendido como nuestro espacio personal, un mundo que empieza siendo pequeño y cuando vamos venciendo obstáculos se puede convertir en un mundo más grande, un espacio que incluso podemos compartir con otras personas. Hacia el final de la película, cuando parece que yo mismo ha vencido a todos sus oponentes y logra, de alguna manera, conquistar o dominar a la mujer seductora, ambos, tapan todas las puertas y ventanas de la casa en la que se encuentran, como si la casa se convirtiera en la caja, una caja más grande. Y se quedan los dos juntos desnudos.

Imagen obtenida del sitio oficial de la Berlinale

Pareciera que la caja se amplia y ya no es ese pedazo de cartón en donde solo cabe my self y se convierte en un lugar mucho más grande, en el que logra aislarse del mundo, ese mundo que nos oprime, nos presiona y nos obliga a ser de determinada forma todo el tiempo, un mundo en el que no podemos ser quienes queremos ser, pero está vez acompañado, ya que la nueva caja, al ser más grande, permite que convivan dos personas, yo mismo y esta chica seductora; y pareciera que my self por fin encontrará la felicidad, pero siempre algo pasa.

En otro momento de la película, yo mismo se pregunta a sí mismo si esta chica no es la luz al final del túnel (la caja sería el túnel), la salida de la caja, una razón u oportunidad para ser feliz sin necesidad de ocultarse, donde entonces la caja solo se convierte en un medio, en un camino para llegar a la meta que es la chica, y la chica puede ser el amor, el amor quizás como fin último de nuestra existencia —caso en el cual la batalla de hombres caja se vuelve romántica—.

¿La caja es un medio o es un fin? ¿Es la herramienta de liberación o la liberación misma?

El mendigo armado hasta los dientes, el falso doctor, la mujer seductora y el doctor militar seguramente representan y juegan papeles específicos, pero no me atrevería a tratar de establecer una teoría al respecto. De hecho, creo que ya he ido demasiado lejos con mis interpretaciones y occidentalizaciones de la película, por eso es mejor que, si tienen oportunidad de verla, traten de hacerlo ustedes mismo y saquen sus propias y mejores conclusiones.

Para alguien como yo, yo mismo, pero no el de la película, sino el que escribe estas líneas, que llegó a ver la película sin conocimientos previos, ni esperarse una trama tan complicada o existencialista y al mismo tiempo loca y bizarra —y que además perdió parte de los 3 minutos introductorios de la película—, es sólo hasta el final que empecé a entender que había todo un trasfondo y entramado filosófico profundo, que de hecho, es la razón de ser de toda la trama.

La fotografía es muy buena; por momentos, en algunos planos abiertos y en algunas tomas cerradas en blanco y negro de Tokio, puede resultar extraordinaria. El guion con ese toque profundamente filosófico también puede resultar extraordinariamente interesante. Aunque todo este arte se pierde en la batalla final de hombres caja y cuando la caja tiene relaciones sexuales con la mujer seductora, pero es parte de la esencia de la propuesta fílmica de Gakuryu Ishii y hay que valorarlo en su conjunto.

Aun así, la película por momentos se hace pesada, larga, sobre todo si tanto caos te distrae y no tienes la habilidad de ir desentrañando el mensaje filosófico a cada paso. Muchas cosas, muchas escenas son demasiado locas y por momentos parecen sin sentido y te puedes perder y abortar si no estas consciente de que todo puede tener un significado, que no son eventos aislados u ocurrencias, sino que por el contrario son parte de un todo que quiere llevar al espectador a descubrir el debate existencial en el que se desenvuelve la película.

TRAILER

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí